achtzehn

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No duermo en toda la noche de sólo imaginar que Marco ha estado engañándome todo este tiempo. No puedo creer que existe la posibilidad de que todas las palabras que me dijo sean mentira.

El reloj marca las seis de la mañana y salgo a buscar a Erin al aeropuerto, preocupándome aún más porque, al parecer, lo que mi prima me tiene que decir es sobre mi novio.

Conduzco a la máxima velocidad, hasta llegar al aeropuerto luego de unos veinte minutos. Me pongo los lentes de sol y me bajo del coche a comprarme un café, donde me lo compré el día de mi llegada a Alemania.

La fila estaba larga, por eso cuando tengo el latte en mano, veo a Erin caminando hacia mí, con un par de maletas rosadas en las manos. Mi prima sale corriendo y me abraza fuertemente, casi aplastándome.

—¿Me puedes decir que pasa? —le pregunto, mientras caminamos al estacionamiento.

—Te diré en casa y no insistas, por favor, que me duele la cabeza —murmura, entrecerrando los ojos y analizando mi rostro—. ¿No dormiste? ¡Mackenzie Sophia Brady! ¿Cómo se te ocurre conducir así?

Suelto un bufido y le paso las llaves, antes de que termine con dolor de cabeza también. Mientras vamos a casa, reviso mis redes sociales y actualizo mi foto de perfil en todas mis cuentas. En todo ese proceso, me llega una notificación que me saca de onda.

scarlettgartmann quiere enviarte un mensaje.

Suelto un quejido sonoro, que hace que Erin salte del susto. —¡Que hija de puta que eres! ¿Qué te pasa, flaca? ¿Quieres que me dé un infarto o qué?

—Te diré en casa y no insistas, por favor, que me duele la cabeza —digo imitando su tono de voz—. Don't kill me, i'm joking (no me mates, estoy bromeando)

Rápidamente llegamos al edificio y sin dirigirnos la palabra, subimos a mi pieza. Espero a que Erin deje sus cosas y me tiro en el sofá a seguir revisando Instagram, sin olvidarme de la solicitud de mensaje que tengo pendiente.

—No sé si es 100% correcto lo que te voy a decir, pero no puedo guardármelo hasta averiguarlo —murmura, sentándose a mi lado.

—Tiene que ver con Marco.

—¿Recuerdas que te dije que trabajo con Puma y deportistas? —asiento levemente y ella suelta un suspiro—. Marco tiene contrato con Puma y lo he fotografiado antes.

Cambio mi expresión a una mueca de confusión y golpeo mi frente con la palma de mi mano. —¿Y eso qué, Riri? Literal, vi...

—Ese día que lo conocí, estaba con una chica —me interrumpe y siento mi cuento de hadas romperse lentamente—. Sabes que me olvido de todo, pero ayer estaba stalkeando tu cuenta y la de él... ¡Todo hizo click en mi mente!

—¿Puedes explicarme bien? —susurro anonadada.

—Un mes antes de que llegaras a Alemania, le hice una sesión de fotos en Berlín y él llegó con una rubia, a la que presentó como su prometida. A esa misma chica la vi el día que vine a visitarte, justo aquí en el edificio y ni siquiera le pregunté por Reus. Cuando vi que Marco era tu supuesto pretendiente, no recordé nada, pero ayer apareció en mi perfil de Instagram una foto de la chica y te juro que me siento tan culpable de no haberte advertido.

—Espera... —murmuro entre dientes—. ¿La rubia es Scarlett, verdad? ¿Scarlett Gartmann? ¡Es ella, por dios! ¿Por qué no me di cuenta antes?

Escondo mi rostro en mis manos y empiezo a llorar desconsoladamente. Erin sólo me abraza y me canta una canción de cuna, intentando calmarme. No sé cuánto tiempo estoy llorando, pero cuando me detengo, el dolor en mi pecho no me deja respirar.

—Me siento tan culpable —dice mi prima, besando mi frente.

—No es tu culpa, es mía —sentencio—. Ya lo entiendo todo. Me dió tantos regalos, me trataba como una princesa, estaba viviendo un sueño. Todo este tiempo intentó que no lo descubriera, la llamaba mientras me bañaba y luego tenía sexo conmigo, que ingenua soy. Tuve que haberlo sabido, tuve que ha...

Me veo interrumpida por las lágrimas rebeldes que caían sin cesar por todo mi rostro. Intento dejar de llorar, pero mis sollozos eran demasiado fuertes.

—Llora todo lo que tengas que llorar, Kenz.

—Me siento mal, estoy sola y triste —replico, fingiendo una sonrisa.

—No estás sola, me tienes a mí y eso es lo único que necesitas. ¡Que se joda Marco Reus!

Suelto una carcajada que hace que me duela la boca del estómago y veo a mi prima sonreír. —¡Que se joda Marco Reus!

mal | marco reusWhere stories live. Discover now