zwei

2K 116 25
                                    

Camino por el aeropuerto de Dortmund cabizbaja, para que la prensa no descubriera donde estaba y vinieran a molestarme al otro lado del océano.

Me pongo las gafas de sol y me tiro en unas de las sillas que estaban cerca de la salida, proponiéndome a buscar un hotel que llenara mis expectativas y mis ganas de dormir por tres siglos.

—Disculpa —levanto la vista del móvil y me encuentro con una chica de cabello castaño y brillante. Mis lentes se caen hasta la mitad de mi tabique y espero a que la guapa continúe hablando—. ¿Eres Mackenzie Brady?

Subo mis gafas hasta el final y ruedo los ojos en paz. Mi mejor sonrisa falsa aparece y aquí vamos una vez más.

—Sí, ¿quieres una foto o un autógrafo? Un autógrafo segura —pregunto, rebuscando un bolígrafo en mi bolsa—. ¿Tienes un bolígrafo o...

—De hecho —me interrumpe riendo—. Sólo quería decirte que eres una gran modelo.

Sonrío, pero esta vez lo hago porque me nace hacerlo. Encuentros como este, no me pasan a menudo. —Muchas gracias... —me quedo callada, esperando por su nombre.

—Joaquina, Joaquina Reus, pero dime Joa —extiende su mano y la tomo sin más. Ella frunce el ceño y no entiendo el por qué de su mueca.

—Puedes llamarme Kenzie, un placer conocerte, Joa. ¿Sabes dónde puedo conseguir un taxi? —pregunto para no perder el tiempo, quería dormir.

—¿Taxi? Si quieres puedo llevarte —me ofrece, pero dudo ante su propuesta. La acabo de conocer y no soy boba—. No soy una asesina serial, ni nada por el estilo, eh. Te vas a ahorrar unos cuántos euros, porque me imagino que vas a un hotel, ¿verdad?

—Sí —espeto mirando mi móvil y enseñándole la pantalla para que lo vea, ella vuelve a sonreír. Dios, parece ser una de esas personas que nunca se enoja.

—Está en la misma ruta que mi casa, pero tengo que buscar a mi hermana. ¿Vienes? —me señala una de las salidas de vuelos internacionales y me levanto desganada. A caminar de nuevo.

—Claro, no hay problema.

Cálmate, Mackenzie. Te llevará al hotel como favor, no pidas mucho.

Camino detrás de ella con el par de maletas rechinando y mis piernas pedían a gritos que me detuviera. Veo un Starbucks a mi derecha y esa mi única manera de volver a la vida.

—Voy por algo —digo y señalo la cafetería. La alemana asiente varias veces con la cabeza.

Voy corriendo al lugar y pido un frapuccino de caramelo, que es mi bebida favorita. Me siento extraña al volver a hablar en alemán luego de tanto tiempo, pero me tengo que ir acostumbrando. Espero varios minutos y cuando regreso a donde me separé de Joaquina, la veo acompaña de otra chica de cabello castaño brillante, murmurando cosas en alemán.

¿Todas las alemanas tienen el cabello espectacular o qué?

—Kenzie, ella es Camila, mi hermana mayor —Camila se acerca y me da dos besos, típica costumbre europea que está muy alejada de mi cultura.

—Amé tus fotos con Vogue de la edición de febrero —suelto una risa nerviosa, porque no recordaba la última vez que me felicitarán por mi trabajo y no por mi apellido.

Salimos del aeropuerto y llegamos hasta el coche de Joaquina, que guarda las maletas de su hermana y las mías en el maletero. Me siento en la parte de atrás y le envío un Whatsapp a Tom diciéndole dónde estaba, porque mi teléfono se había conectado a un WiFi gratuito.

—¿Ambas viven aquí? —pregunto una vez que vamos rodando—. ¿Son alemanas, no?

—Sí, ambas nacimos aquí. Yo viajo mucho, pero mi novio vive aquí y Joa también —me explica Camila, que es más morena que Joaquina.

—Pero no tienen mucho parecido para ser hermanas —comento risueña. Tom y yo somos como gotas de agua.

—Si ves a nuestro hermano mayor piensas que somos adoptadas —ríen juntas y me uno a sus risas, porque son muy contagiosas y no me puedo contener.

—¿No se parecen en nada o qué? —pregunto confundida.

Camila voltea a verme y enarca una ceja, juzgándome silenciosamente. —Niña, ¿tú sabes algo de fútbol?

—¿Fútbol? ¿Americano, no? Pues claro, ¿cómo no voy a saber? —contesto sonriente.

—Ay dios, me desmayo —exclama la castaña y Joa ríe ante la escena.

—Cami, acuérdate que la pobre es gringa y además, hermana de un jugador de la NFL, ¿qué esperas? —suelta como si yo no estuviera presente.

—Discúlpenme, pero no soy sólo la hermana de un jugador de la NFL, soy la hermana del mejor quarterback de la historia —presumo ofendida por su desconocimiento—. Y para que sepan, también sé que es el soccer, ¿okay?

—Ignoraré que lo llamaste soccer, pero a ver, dinos que sabes —Joa me observa por el retrovisor, esperando a que hable.

—Messi, Ronaldo, Neymar y...

—¡Me desmayé! —grita Camila exaltada.

—Está claro que tienes que saber de Messi y Ronaldo, pero Ney...

—Mi cuñada es brasileña y amiga de él —explico, recordando a Gisele. La extrañaré casi o más que a Tom.

—Verdad que eres cuñada de la mismísima Gisele Bündchen —murmura Joa sorprendida.

—¿Qué vienes a hacer en Dortmund? —pregunta Camila curiosa.

—La verdad...

—¡Ya llegamos! —Joaquina nos interrumpe y observo por la ventana al gran hotel esperando por mí.

Las tres nos bajamos del coche y las hermanas me ayudan con mis pesadas maletas. Sigo a las chicas en Instagram y luego se van, dejándome frente a mi futuro hogar por pocas semanas, eso espero.

So hi, Dortmund.






。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆
。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆





Hola😍 Amo como me quedo este capítulo, ¿sí? gracias y adióss

Vic⚡️

mal | marco reusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora