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Llego hasta mi nuevo hogar, tras ir de compras para decorar el apartamento y voy hasta el estacionamiento del edificio a dejar mi coche ahí.

Ambas compras fueron decisiones difíciles, porque soy muy indecisa, pero Marco me dijo algo sobre los Mazda y él vivía en este edificio, así que me convenció con esa sonrisa que tiene.

Bajo cinco bolsas llenas y una caja con algo de dificultad, pero soy capaz de llegar hasta el lobby sin problemas. Saludo al vigilante y noto a una rubia hablando con una castaña animadamente. Entrecierro los ojos y me detengo cuando descubro que la castaña era mi prima.

—¿Erin? —pregunto aturdida. La rubia me observa y se despide de mi prima para irse al ascensor, mientras mi pariente sale corriendo a abrazarme—. ¡Cuidado, idiota!

—Te extrañé demasiado —murmura emocionada. Le paso dos bolsas y ella suspira desganada—. No me esperaba semejante bienvenida, querida prima.

—Cállate y ayúdame, estoy cansada.

Y sí que lo estaba. Ayer mismo la empresa alemana nos envió los muebles que había escogido y Marco y yo nos matamos subiéndolos, armar mi cama, las mesas, sillas y demás. Mi espalda ya estaba a punto de rendirse. La única cosa positiva era que el apartamento venía con todos los electrodomésticos, algo que influyó en mi compra.

Llegamos al piso y una sonrisa se posa en mi rostro, me vine a independizar a los veinticuatro años de edad. Erin recorre el pequeño lugar, compuesto por la cocina, sala de estar, dos cuartos y dos baños. Lo justo y necesario para mi solitaria vida. Quizás adopte un perro, no sé.

—Me encanta, es todo lo que siempre quisiste —susurra mi prima nostálgica—. ¿Por qué no me dijiste que vendrías a Deutschland? Podría haber venido antes a visitarte.

Erin Brady, una alemana de pura cepa. Ella nació en Múnich, pero con sólo meses, su familia se mudó a San Francisco con nosotros. Vivimos juntas, hasta que mis tíos se mudaron a Berlín y ahí teníamos dieciséis. Ella es mi otra mitad y lo que más amo de mi familia, a parte de Tom.

—No quería molestarte, además, ¿quién te dijo que estaba aquí? —cuestiono interrogándola.

—Tommy, ¿quién más? —ruedo los ojos y recuerdo lo chismoso que es mi hermano.

—¿Y cómo te va, señorita fotógrafa?

—Demasiado bien, diría yo. Estoy trabajando con Puma y siempre veo a famosos deportistas que son muy guapos, pero la mayoría tiene pareja —me explica, fingiendo tristeza. Rio a carcajadas y la acerco a mí para darle un abrazo—. ¿No haz pensando en mudarte a Múnich? Hay más oportunidad de trabajo allá, capaz y te ayudo para que trabajes con Puma.

—¡No! —exclama, separándome—. No, bueno, es que...

—Tienes algo que te aferra a Dortmund —Erin termina la oración por mí. Niego rápidamente y ella empieza a corretear por todo el lugar, demasiado emocionada—. ¡Lo sabía! ¡Te ves más radiante, más feliz! No te veía así desde...

—Desde Jules, i know (lo sé) —murmuro entre dientes y me tiro en el sofá, escondiendo mi rostro en mis manos—. No sé que me pasa.

—¿Es guapo? —pregunta curiosa—. ¿Moreno o rubio?

—Te lo presento hoy mismo —comento entusiasmada. Erin hace un puchero y con eso, descubro que no se quedara—. ¿Por qué te vas?

—Era una visita rápida. Alan necesitaba venir por su trabajo, pero prometo volver en un par de semanas, Kenz —Erin me abraza ligeramente y se despide con lágrimas en los ojos. Esto pasa siempre.

Mi prima ahora vive en su natal Múnich con su esposo arquitecto, Alan, un español que conoció cuando se fue de backpacking por el Mediterráneo. Quién pudiera, lo sé.

Enciendo la televisión y descubro que el servicio de cable que había comprado ayer ya funcionaba, que rapidez con los alemanes. Me recorro los canales sin ver nada interesante, hasta que aparecen los canales deportivos y enfocan a un jugador de fútbol.

Reus
11

Abro los ojos como platos y me inclino para observar mejor la pantalla. Borussia Dortmund vs Stuttgart. Hoy era el partido del que Camila y Joaquina hablaban y se me había olvidado decirles que iba a ir con ellas. Me quiero morir.

Sí entiendo algo de fútbol, no es como si fuera una turista ni nada por el estilo, tampoco sé mucho. Vi varios juegos de mis amigas en el High School y por eso conozco más que las personas a las que no les gusta tanto el fútbol y prefieren otros deportes.

¿Fútbol? Querrás decir, S O C C E R

Parece que van al descanso de medio tiempo y ahí vuelven a enfocar a Marco, del que hablan mucho por ser el capitán del equipo amarillo y parece que es la estrella del encuentro. El rubio levanta la mirada a las gradas por varios segundos y luego sigue su camino hacia el vestuario cabizbajo y con una mueca en el rostro. Quizás es por qué va 0-0.

Tomo mi móvil y le escribo a Joa y Cami para pedirles disculpas, porque se me había pasado escribirles. Le respondo a Erin, que me decía que su vuelo casi salía y le envío a Tommy una nota de voz, preguntándole que cuándo dejará de ser tan chismoso. El contacto de Marco me llama la atención y aunque sé que no tiene su móvil por el partido, me dispongo a dejarle un mensaje.

Kenzie🌈
Estoy viendo un juego de fútbol solo por ti
y sí, dije fútbol, siéntete orgulloso.
Mete un gol y sorpréndeme, número 11 💛

mal | marco reusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora