vierzehn

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—¿Puedes faltar a esa concentración? —murmuro jugando con su cabello. Era mediodía y todavía estábamos en la cama luego de la movida tarde noche de ayer.

—Es una semana solamente —repite, cerrando los ojos—. Luego nos vamos de viaje y Marco y Kenzie serán felices.

—¿Ah sí? —pregunto risueña—. No me habías dicho ese pequeño detalle.

—¡Sorpresa! Nos vamos a Londres y luego a París —susurra, mirándome fijamente. Ruedo los ojos por la broma que me estaba gastando y este frunce el ceño—. ¿No me crees, Kenz?

—Nop —respondo simplemente. Marco bufa y saca su móvil, busca algo en su correo y me pasa su celular para ver su pantalla y lo que está decía.

Observo detenidamente y sí, tenía un vuelo hacia Londres a mi nombre, no me lo puedo creer. Sigo leyendo y en eso entra un mensaje en el móvil del alemán, que estaba silenciado. Era un número desconocido y ponía "estoy lista" en el idioma natal del rubio.

Frunzo el ceño, pero inmediatamente cambio mi semblante para que no se entere. Finjo una sonrisa y empiezo a dejar besos todo el rostro del futbolista, que se queja porque nunca termino de besar sus labios.

—¿Puedes besarme bien? —murmura entre dientes—. Por fis, sweetie (cariño, dulzura)

—Me gusta mucho tu inglés —digo y toco su nariz con mi dedo—. Levántate y vamos por un café, amor.

Marco se levanta emocionado por mi propuesta, pero su cara se torna seria y evita juntar su mirada con la mía. —No puedo, bebé.

—¿Por qué? —cuestiono confundida. Se suponía que íbamos a pasar el día viendo Netflix ya que ayer, obviamente, no lo hicimos.

—Tengo que... —está nervioso, se está rascando la nuca—. Tengo que reunirme con mi agente, pero no voy a tardar mucho.

Me cruzo de brazos y hago un puchero, en serio quería pasar el día con él, más que todo por lo que pasó ayer. Reus me observa y percibo ciertos destellos de culpa en su mirada, seguro que no quiere ir a esa reunión.

—Lo siento, bebé —se acerca y deja un beso en mi frente—. Vuelvo en un par de horas, lo prometo.

Tomo su rostro y uno nuestros labios por un largo rato, hasta que toma sus llaves de la mesita de noche y sale de mi habitación, segundos luego la puerta principal suena.

Me acuesto de nuevo en la cama, sin ánimos de nada, tomo la laptop y entro en Netflix, veamos Mamma Mia para llorar cuando la escena de Slipping Through My Fingers empezara.

Y así como lo predije, empecé a llorar cuando Donna arregla a Sophie para su boda. Nada podía detener mi llanto y detengo la película, intentando calmar mis emociones. En eso, recuerdo que no he hablado con mis padres desde que dejé Boston y deben de estar preocupados, así que decido llamarlos.

You remember your parents, ¿ha? (Recordaste a tus padres) —me responde mi madre con cierto humor. Rio bajito y en ese instante se da cuenta de que estaba llorando—. ¿Why are you crying, Mackenzie? ¿Did that german boy broke up with you? (¿Por qué lloras, Mackenzie? ¿El alemán rompió contigo?)

¡Mom! —exclamo avergonzada—. I was watching a movie (estaba mirando una película)

¿When were you going to tell me that you have a german boyfriend that plays soccer? (¿Cuando ibas a decirme que tenías un novio alemán que juega fútbol? —ruedo los ojos cansada y recuerdo lo chismoso que es Tom, mis padres ya saben todo.

¿How's dad? (¿Cómo está papá?) —pregunto ignorándola.

He's working right now, everything is fine over here... (está trabajando, todo está bien por aquí)

That's all i wanted to know. Have a great day, mummy. Love you (Eso era todo lo que quería saber, ten un buen día, mami. Te amo) —corto la llamada y bufo resignada, que familia me tocó.

Me quedo un rato mirando la pared y veo la hora relucir en la pantalla de mi celular, son las tres y treinta de la tarde. Me cruzo de brazos y ruedo los ojos al recordar "vuelvo en un par de horas, lo prometo" dicho por Marco Reus.

Termino de ver Mamma Mia y salgo de la cama para darme una ducha rápida y volver a mi cómodo colchón lo más pronto posible. Erin me escribe para preguntarme si quería hacer Facetime y mientras me baño, la llamo. Sí, así de gigantesca es nuestra confianza.

—¡Te extraño! —grito una vez que atiende. Erin mira la pantalla con los ojos abiertos como platos y empieza a tener un ataque de risa cuando me ve desnuda y dentro de la ducha.

—Menos mal y Alan no está en casa —bromea. Ruedo los ojos y empiezo a enjabonarme—. ¿Dónde tienes el teléfono puesto?

—Abajo de la regadera hay como un coso para poner cosas y ahí puse esta cosa, sabes —digo concentrada en el olor a lavanda del jabón.

—Si claro, la cosa de la cosa de ese coso —repite burlándose de mí—. ¿Cómo está Dortmund?

Esa era la pregunta que estaba esperando, porque terminé explicándole todo lo que había pasado, además de darle mi opinión en cada cosa que decía. Tanto así que cuando corté la llamada, caí en cuenta de que estuvimos horas hablando, ya que eran las seis de la tarde y ni una señal de Marco.

No me quiero alterar, pero me voy a alterar. Sólo espera que llegues, rubio.

mal | marco reusOnde as histórias ganham vida. Descobre agora