17. Un cuento de hadas🦋

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Último capítulo

Hace más de una semana que ambos estaban de vuelta en Wyoming, en la misma cabaña que dio a luz a su amor, y los días estaban siendo tan dulces como una luna de miel. Adonis Hartman prácticamente la había aislado del mundo, marcado como suya, y todo gracias a esa hambre insaciable que sentía por su cuerpo.

Por eso, desde entonces, Adonis y ella no habían dejado de amarse.

Noche y día.

- Cielo, ¿estás bien? - le preguntó Adonis golpeando la puerta. Rosie omitió respuesta alguna que desviara su atención del predictor que sostenía en la mano. - Si no abres enseguida, voy a echar la puerta abajo. - amenazó. - ¡Mujer, se coherente!

Rosie escondió el test de embarazo en el cesto de las toallas porque conocía a la perfección el humor cambiante del hombre que amaba, y también porque sabía que Adonis cumpliría con su amenaza de irrumpir en el cuarto de baño en contra de su voluntad.

- Una, dos.... - empezó a contar Adonis al otro lado. - ...dos y medio.

- ¿Acaso no puedo ir al baño sola? - cuestionó Rosie abriendo la puerta para encontrarse con Adonis frente a ella. - ¡Esto es tóxico hasta para tí!

- ¿Me estás llamando tóxico, Rosie? - preguntó enfrentando ese descaro en su mujer. - Hay algo que me escondes. Te conozco. - la acusó. - Deja de jugar conmigo al gato y al ratón.

- Yo no juego a nada. - soltó exasperada. Llevaba unos días fuera de lugar, en los que perdía los nervios con demasiada facilidad. - Será mejor que regresemos con nuestros invitados. Es de mala educación hacerlos esperar.

- Rosie... - Adonis pronunció su nombre como si se le fuese la vida en ello. Al instante, el hombre se apoderó de su mano para atraerla lentamente hacia él. - No más secretos entre nosotros, por favor.

Una sonrisa curvó la boca de Rosie Parks al percatarse de cuánto habían progresado en su relación desde que ella apareció en esta cabaña de Wyoming hace unas semanas atrás. Ya no más peleas innecesarias ni crueldad gratuita, no desde que todo fluía entre ellos como el agua clara. Por eso, Rosie sentía que no podía estar más enamorada de él, que no podía amarlo más. Necesitaba a Adonis Hartman como la tierra necesitaba del sol, de la luna, y de la gravedad que la sostenía del vacío. Y aun cuando ella se había negado a darle una respuesta a su propuesta de matrimonio, estos días había fantaseado seriamente con la idea de convertirse en la señora Hartman para toda la eternidad. 

Y de poblar esta cabaña de preciosos mulatos.

- Te di mi palabra, Adonis. - le recordó ella desperdigando besitos por la comisura de sus labios. - Y yo siempre cumplo lo que prometo. Por eso, espero que tú también lo hagas. - Adonis enredó los brazos alrededor de su cintura con fuerza como si temiera que se le fuera a escapar. - Y llenes mi cuerpo de amor esta noche.

- ¿Sobre la encimera de la cocina? - le preguntó Adonis hundiendo el rostro en su cuello. - O en el embarcadero a la luz de la luna.

- Sorpréndeme. - respondió ella sabiendo que lo único importante era estar entre sus brazos. - Y respecto a lo del matrimonio, tengo algo que añadir.

- Eh, tortolitos. - gruñó Raymond asomándose por la ventana. Rosie tuvo que sostener a Adonis para que no fuera a golpear a su viejo camarada por interrumpirlos. - Dejad el amor para después. - les sugirió con esa sonrisa divertida. - O el viejo morirá esperando hincarle el diente a ese pastel de manzana.

Inmediatamente, Rosie tuvo que deshacerse de ese mal humor de Adonis con un par de carantoñas que tuvieron rápidamente el efecto esperado.

- ¿Podrías darnos algo de intimidad?

Adonis✨Kde žijí příběhy. Začni objevovat