7. Segundas oportunidades🦋

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Actualizado©

Rosie había tenido que lidiar con esta tensión en el ambiente desde anoche hasta esta misma mañana, durante el desayuno, porque no se sentía capaz de volver a embarcarse en una discusión con este hombre. De hecho, era la primera vez desde que ella estaba aquí que no habían dormido juntos, y eso provocó que durante toda la noche no pudiera pegar ojo. Un sólo día sin estar entre sus brazos, y ya sentía la desesperante necesidad de apretarse contra el cuerpo del ermitaño al dormir, aunque eso no suponía que fuera a dar su brazo a torcer sin una disculpa de por medio.

"Juegos mentales", lo llamaba ella.

Por eso, ella había tomado la decisión de ponerse el bikini rojo que trajo consigo en su maleta, el cual hacía bastante contraste con el tono de su piel, y con toalla en mano encaminarse hasta el lago para tomar el sol en el embarcadero. Necesitaba pensar con tranquilidad, planear los siguientes pasos a dar, lejos de la confusión que traía a su mente ese ermitaño pervertido. Sin embargo, su figura fue lo primero que divisó en una barca oculto tras una gorra de los Marines, sin camiseta y unos pantalones cortos que dejaban a la vista todo ese recorrido de vello hasta la parte favorita del cuerpo de su amante.

Rosie tuvo que tragar saliva ante la imagen imponente de semejante macho.

Mucho más, cuando los ojos de Adonis se clavaron en ella intentando adivinar qué se traía entre manos. Esto le otorgó a Rosie el poder suficiente para deshacerse de su pareo, dejando expuesta la parte inferior de su bikini, y así él pudiera tener una imagen completa de su trasero. Ella ladeó sus caderas de un lado a otro mientras acomodaba la toalla sobre los tablones de madera, y una vez puestas sus gafas de sol, se tumbó buscando que el sol diera de lleno sobre su piel.

"No tardarás en caer, Adonis Hartman", murmuró para sí misma.

Sin embargo, transcurrieron un par de minutos, y Adonis no parecía tener la intención de volver a tierra firme, ni tampoco de reclamarla como suya. Lo cuál le hizo saber a Rosie que, a veces, este hombre era como un maldito témpano de hielo. Sin embargo, esta vez ella se había propuesto ganar la partida al ermitaño pervertido, y no permitir que el amor se convirtiera en su debilidad. Así que, al incorporarse nuevamente sobre la toalla, Rosie se dio cuenta tras sus gafas oscuras que Adonis seguía observándola, y no se le ocurrió mejor idea que deshacerse del sujetador dejando sus pechos expuestos ante el mundo.

La última vez que hizo topless fue en Ipanema, y eso la llevó a disfrutar de las ardientes caricias de un brasileño apodado Chico.

- ¡Marcharos! - oyó Rosie exclamar. - ¡No me importará dispararos desde aquí!

Rosie se deshizo de las gafas de sol rápidamente para encontrar a Adonis apuntando con su escopeta desde la barca a un par de sujetos que, desde la otra punta de la orilla, la observaban con vinoculares y sonrisas ladinas.

- Pero Adonis, no sabíamos que la mujer era tuya. - gritó uno de ellos levantando los brazos en señal de rendición. - Tranquilo, hombre. Sólo pescábamos.

- ¡Y un carajo!

- ¡Yo no soy su mujer! - exclamó ella echando más leña al fuego. De inmediato, la mirada de Adonis la aniquiló sin piedad. - Y puedo hacer lo que me plazca. ¡Vosotros también!

Por eso, la mujer volvió a colocarse las gafas de sol para dejarse caer nuevamente sobre la toalla.

- Rosie... - oyó decir amenazante a Adonis, pero lo mejor que pudo hacer fue ignorarlo descaradamente.

Adonis✨Where stories live. Discover now