5.2 ¿He de decirte adiós?🦋

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Actualizado©

Rosie soltó la maleta y jugó con el picaporte un par de veces, mas no funcionó. Por eso, se giró buscando la ayuda de Adonis, y no hizo más que encontrarse al ermitaño de brazos cruzados mirándola atentamente.

- ¿No vas a ayudarme? - le preguntó ella. - Ha debido estropearse.

- ¿Quieres desayunar? - le oyó decir.

¡Qué!

- ¿Me estás tomado el pelo, Adonis? - y esta vez que pudo enfrentar su mirada, vio algo de culpabilidad en los ojos del ermitaño. - Has sido tú. ¡Estás loco! Primero pinchas las ruedas de mi coche y ahora me retienes en tu cabaña. ¡Ah no!- dijo molesta buscando enfrentarlo. - Resulta que no sólo eres un ermitaño pervertido e idiota. Sino también un maldito psicópata rompecorazones.

Rosie esperaba alguna defensa de su parte, y no hizo más que encontrarse con una enorme carcajada saliendo de la boca del ermitaño. Actitud que le molestó e hizo que empezara a lanzarle todo lo que encontraba a su paso. Aun así, la risa de Adonis no se marchitó, ni siquiera a causa de los fuertes ladridos de una nerviosa Bessie, tan sólo se centró en esquivar cada uno de los artilugios que empezó a lanzar contra él.

Este hombre la estaba cabreando a niveles con los que después él no iba a ser capaz de lidiar.

- Voy a marcharme, Adonis. - lo amenazó ella. - Ahora soy yo la que quiere volver a su dorada vida de ciudad.

La periodista, rápidamente, buscó la ventana más próxima y allí se dirigió con maleta en mano. Primero, dejó caer la maleta al suelo y, después haciéndose con una silla, se subió a ella para salir huyendo. Sí, huiría por la ventana. Costase lo que costase. Le daría una lección a este ermitaño psicópata por acosarla con ese corazón suyo tan cambiante que no dejaba de sorprenderla.

- No, mujer. No te vas. - Adonis la tomó de la cintura obligándola a entrar de nuevo a la cabaña. - Puedes lanzarme lo que quieras, pero no vas a irte. ¿Me has oído?

Rosie pataleó todo lo que pudo para intentar soltarse de él, también le arañó los brazos y golpeó el estómago del ermitaño con los codos, y lo único que consiguió fue cansarse más y más.

- Vamos a desayunar, ¿está bien? - le preguntó Adonis queriendo obtener su consentimiento. - Y después tú y yo vamos a tener más de ese sexo que tanto nos gusta hasta medianoche.

- Sobre mi cadáver, ermitaño pervertido. - gruñó ella. - ¡Bájame! ¡Adonis, bájame!

Adonis hizo lo que ella le ordenó a regañadientes, aunque eso no quería decir que fuera a dejarla marchar.
Es más, la periodista juraría que cada vez intensificaba más la presión contra su cuerpo. O así fue hasta que se aseguró que ella no saldría huyendo, y realmente Rosie no tuvo ni oportunidad para pensar en ello, porque él se apoderó de su boca con necesidad. Adonis introdujo rápidamente su lengua y, aunque ella no le correspondió los primeros segundos, pronto se dejó llevar por la pasión que desprendían los labios de Adonis.

De algún modo, Rosie sabía que el dios griego pretendía absorber de ella hasta el último trozo de su alma, y si le fuera posible mucho más de ella. Porque nadie jamás la había besado así. No con esa necesidad tan primaria, como si realmente la necesitara con cada célula de su ser para seguir existiendo.

Adonis✨On viuen les histories. Descobreix ara