16. El amor que me das🦋

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Actualizado©

Penúltimo capítulo

¡Santo dios de los cielos!

Adonis dejó caer su cuerpo sobre el colchón una vez hubo satisfecho todos los deseos de Rosie, porque aún cuando ella se propuso demostrarle cuánto lo había echado de menos, era a él a quien correspondía hacerle saber que ella era la única mujer en su vida y que no existía poder en la tierra que fuera a impedirle pasar el resto de sus días a su lado.

—Rosie, cielo. —la llamó desperdigando caricias por la línea perfecta de su espalda. —Aún no me has respondido si te casarás conmigo. ¿Lo harás?

—A-Adonis, respecto a eso... —respondió ella algo nerviosa. — A mí me basta con amarnos así. No creo que sea necesario que nos casemos para demostrarnos que nos queremos.

—Pero yo quiero hacerte mi esposa, Rosie. —añadió él bastante convencido, pero al instante recordó el por qué de tanta desconfianza. —Jamás te traicionaría de esa manera, y lo sabes. Pero está bien, lo tomaremos con calma.

El ermitaño sabía a la perfección que ese frustrado compromiso con quien una vez fue su novio aún estaba demasiado reciente en su corazón. Mucho más, la traición a la que tuvo que hacer frente por parte de su hermana, y su repentina aparición en Seattle confesando su amor por ella. Así que, lo mejor que podía hacer por Rosie Parks era tomar la relación con calma, y concederle el tiempo que fuera necesario para que ella terminara de curar esas heridas abiertas que tenía en el fondo de su corazón.

—Gracias. —le agradeció ella besando sus labios. —Aún creo estar soñando. Todo esto es demasiado perfecto para ser real. ¡Adonis!

El cachete que le dio en el trasero a Rosie le demostró que esto era real y que iba a regresar a Wyoming con ella, así tuviera que esposarla a su muñeca para asegurarse de que no volviera a marcharse de su lado.

—¡Duele!

—Ya no te quejes. — soltó él incorporándose sobre la cama. —Voy a por algo de beber. También veré que tal están Bessie y Noir.

—Está bien, ermitaño pervertido. —respondió Rosie desperezando su cuerpo bajo el enorme edredón blanco.

¡Joder!

Él había echado de menos hasta que Rosie lo llamara de esa manera.

Adonis abandonó la habitación incorporándose al pasillo con dirección al salón, y a escasos metros, encontró a Bessie y a Noir durmiendo plácidamente junto a la jaula de la mascota de Imaan. Y, como en apariencia todo parecía estar tranquilo, el hombre decidió continuar su camino hacia la cocina. Al entrar en ella, Adonis encontró el lugar exageradamente limpio y ordenado, de la manera en que Rosie solía tener la cocina de la cabaña. Además, de diversos postres adornando la encimera, así como ese brick de zumo de naranja de la marca que su mujer solía beber por las mañanas. De inmediato, tomó uno de los vasos que estaban sobre el fregadero y lo rellenó de zumo hasta el borde, porque ahora mismo no era más que un hombre sediento que quería recuperar las energías que consumió haciendo el amor.

— ¡Teddy! — gritó la voz de una mujer que no reconoció como la de Rosie, y al instante, Adonis la vio atravesar a toda prisa el pasillo.

Adonis✨Where stories live. Discover now