15.¿Qué tendrán los ascensores?🦋

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-Rosie, ¿estás segura de este viaje?

Rosie fingió no haber oído nada que pudiera poner fin a sus planes de abandonar este país, y volvió a vaciar las pertenencias del interior de su bolso sobre la mesa para comprobar que su pasaporte estuviera en su respectivo estuche al igual que el billete de avión con destino a París. Al menos, ya no sentía esta absurda necesidad de revisar constantemente su teléfono para asegurarse de que no había alguna llamada o mensaje que le hiciera saber que Adonis Hartman se había arrepentido de haberla dejado ir y que estaba decidido a venir en su busca, pero, una vez más, la mujer comprendió que por más intenso que fuera su deseo no significaba que éste fuera a hacerse realidad.

-Rosie.

-Dame una tregua, Josh.

Joshua se encontraba en el recibidor junto a un par de maletas suyas mirándola con esos profundos ojos oscuros en su intento de echar abajo su decisión de poner un océano de por medio que le permitiera arrancarse a Adonis Hartman del pecho, y si había elegido a su amigo como acompañante era porque él estaba sufriendo la misma maldición que ella, amando y no siendo correspondido.

-No hay treguas en una decisión que puede cambiar tu vida entera, amor. -Joshua acortó el espacio que los separaba para afianzar sus hombros. -¿De verdad crees que viajar a París te hará olvidarlo?

-Sí, estoy segura. -respondió ella evitando hacer contacto visual con él. -Mejor vámonos. No quiero que Imaan llegue e intente convencerme de darle una oportunidad a Seattle.

-Rosie... - la frenó antes de que ella pudiera llegar a la puerta. - Tu dolor está muy reciente, amor. Y, por eso, debo preguntarte si eres consciente de que no sólo estás dejando tu corazón roto atrás, sino también tu trabajo y a tu familia.

-Eres demasiado encantador para ser real. - confesó Rosie en voz alta.

Ojalá se hubiera enamorado de Joshua Davis, alguien quien considera el amor su primer y único plato del día.

-Pero no me sirve para que me quieran. -replicó él reflejando tristeza en su voz. - Esa es mi realidad, Rosie. Pero no tiene por qué ser la tuya, no después de lo que me has dicho.

-Ha pasado más de una semana desde que dejé Wyoming. Y si de algo estoy segura es que ese hombre no va a venir a buscarme. -admitió. Aunque seguía llevando la imagen de ese ermitaño incrustada en el pecho.-Esa es toda la realidad que debo asumir.

Esta vez, su amigo optó por no replicar para dirigirse con sus maletas hacia el ascensor y así reunirse con el taxista en la entrada del edificio que no dejaba de hacer sonar el claxon a modo de aviso. Por lo que, a Rosie no le quedó más remedio que despedirse del apartamento, cerrar la puerta y tomar el otro ascensor hasta el vestíbulo para seguir adelante con su decisión. Su amigo sabía mejor que nadie que ella no iba a dar su brazo a torcer, y que podía esperar sentado si lo que pretendía era hacerla cambiar de opinión, pero, en el fondo, la mujer apreciaba su preocupación.

-¿Preparada?

-¿Es que no quieres que te acompañe? -le preguntó una vez se reunió con Joshua.

-Sería un placer viajar a París contigo, amor - respondió él llevándose sus nudillos a los labios. -Pero me parece que tú corres con mejor suerte que yo.

En principio, Rosie no entendió a qué se refería ni tampoco de dónde procedía ese repentino brillo en la mirada de su amigo, pero el estremecimiento que sufrió la piel de su espalda la llevó a darse la vuelta para encontrar a Adonis Hartman frente a ella.

Adonis✨Where stories live. Discover now