¿Castiel?

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Bobby, Sam y Dean estaban reunidos en la casa del primero, esperando la llegada de Uriel, quien prometió traer información nueva y muy importante sobre Lucifer.

- Tenemos un gran problema. – Fue lo primero que dijo el ángel para llamar su atención.

- ¿Más grande del hecho que Lucifer este libre por el mundo? – Ironizó Dean.

- Si. – Sentenció. – El ángel de Lucifer ha sido liberado y vendrá por ustedes y por cualquiera que se atraviese en el camino de Lucifer.

Entonces los tres cazadores pusieron real atención, hasta ahora Satanás solo era una amenaza lejana, una bomba esperando a que el contador llegase a cero. El ángel de Lucifer estaría aquí en cualquier minuto, no sabían que quería y lo que podía hacer.

Uriel les relató lo poco que sabían sobre aquella antigua leyenda.

Cuando Lucifer se rebeló contra Dios, su primer blanco no fueron los humanos, sino los ángeles, que eran jóvenes en aquel momento. Entonces comenzó a envenenarlos, lográndolo con uno de ellos antes de que su padre interviniera.

Este ángel se convirtió en el sicario principal de Satán, gracias a sus habilidades que superaban a mucho de sus hermanos. Finalmente, Lucifer fue encerrado en la jaula y con él se atrapó también a aquel ángel, quien fue sumido en un profundo sueño. La única manera de despertar al ángel era la liberación de Lucifer.

- ¿Y qué se supone que quiere de nosotros? – Intervino Bobby.

- Proteger a Sam, su misión es guiarlo a Lucifer.

- Algo así como su escolta personal. – Ridiculizó el cazador mayor. - ¿Por qué yo no tengo uno de esos?

- Porque ese era tu ángel. – Explicó Uriel.

La estupefacción silencio a los tres cazadores. Sam se levantó de su silla.

- ¿Lucifer lo eligió porque sabía que estaría a cargo de Dean?

- Si, esa es una de las razones. Al estar bacante el puesto, me lo cedieron a mí. – Uriel se acercó a la ventana, revisando el exterior y rememorando a la vez. – Castiel es uno de los mejores, Lucifer no iba a perder esa oportunidad.

- ¿Castiel?



Estiró sus manos y volvió a apretarlas en puños, amoldándose a su recipiente. Era extraño, no había ocupado un recipiente humano desde hace tiempo. Apenas unas personas le evitaban en esa poco transitada área de la ciudad. Un perro le ladró al pasar, como sabiendo lo que él era. Se adentró en un callejón, sorprendiéndose de lo sucio que estaba el mundo que recordaba como absoluta naturaleza.

La cadena que mantenía la puerta cerrada cayó junto a su candado bajo la presión de la fuerza sobrehumana. El sonido de sus zapatos retumbó por todo el edificio abandonado donde ingresaba. La gabardina ondeaba con el viento que se colaba por los vidrios rotos de las ventanas. La luz de la tarde resaltaba el azul en los ojos de su recipiente.

Dobló a la derecha en el pasillo e ingresó en la primera habitación, tocando dos veces antes. Un sofá viejo junto a una ventana opacada por la tierra. Una sonrisa seductora le recibió.

- Es bueno verte de nuevo, Castiel.

El ángel inclinó apenas su cabeza, en un gesto de respeto hacia Lucifer.

- A sus órdenes, mi señor.

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora