17: Todo o nada (Parte 2)

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Una de las armas se disparó contra el cuerpo de Ritto, que yació en el suelo. Se trataba de una pistola de fogueo, pero les quedó muy realista. Antes de quedar abatido, a Ritto le dio tiempo a ser un desertor del todo al gritar "¡Bomba!", lo que priorizaría la evacuación de civiles. Lástima de no haber estado cerca de ellos en aquel instante, Saichi en los ensayos siempre susurraba por lo bajo "Un movimiento sensual" como respuesta y quería saber si al final lo había dicho o no.

― ¿Te pongo otra vez los audios de Karin para que practiques su voz o...?

Cuando menos me lo esperaba llegó la merecida reprimenda por haber hurgado entre los objetos personales de Bright. Me mordí el labio inferior y desvié la mirada de la pantalla que proyectaba la primera ráfaga de disparos que estaba siendo absorbida por nuestros Defensas.

―Fue sin querer―me defendí, pero él encogió sus hombros.

―No estoy enfadado, todos tenemos nuestros defectos. El mío es ser tan putamente asombroso, y el tuyo es ser tan cotilla de mierda.

Bufé.

―Lo siento, no volverá a ocurrir.

Volví a concentrarme en la realidad que me devolvía la cámara de seguridad. Observé con impaciencia la plaza agitada de jóvenes militares que intentaban reagruparse y acatar órdenes bajo presión. Para el señuelo habíamos decidido utilizar máscaras blancas, lisas y uniformes, con una cruz negra que dividía el rostro en cuatro porciones. Las pintamos a mano entre risas durante un ocaso, antes de cenar. Aquellas máscaras les encubrían como Skulls, un conocido grupo terrorista que no se andaba con tonterías en cuanto a explosivos se refiere. La amenaza de bomba dio fin a la canción prohibida de "Hallelujah" y encendió todas las alarmas. Bramaban embravecidas, retumbando con eco sobre el lienzo blanco de la plaza que aún no se había teñido de sangre. Pronto llegarían los refuerzos.

Takeo necesitaba unos minutos más, necesitaba llegar un poco más adentro. Llegar hasta él, el enemigo a abatir. Deseaba escuchar cuanto antes su voz en mi pinganillo.

―Yo le enviaba audios de buenos días, en respuesta―Bright continuó hablando de repente y me sobresalté―. Ella las buenas noches, yo los buenos días. Empezamos hace años y no supimos parar. Hasta que ella paró, claro, pero yo seguí haciéndolo durante años hasta que me harté. El último audio que tengo grabado son diez minutos de insultos.

Asentí con la cabeza sin mirarle a los ojos, sin apartar la vista de la pantalla. Noté un empujón en el hombro.

―Entonces... ¿sabrás imitar la voz de Karin? ¿Puedo confiar en ti?

― ¿Cómo osas dudarlo? ―suspiré y carraspeé para modular mi voz hacia un tono más afable―Claro que puedo hacerlo.

Bright abrió los ojos muchísimo, como un drogadicto frente a un alijo de coca tras años limpio.

― ¿Me puedes hacer un favor? ―susurró y yo adiviné su petición sólo con mirarle a los ojos.

Tragué saliva y carraspeé de nuevo, segundos en los que medité si debía ceder o no. Cedí, aunque quizás le hiciese más mal que bien. Sin apartar la vista de sus ojos azules ladeé la cabeza y pronuncié:

―Hola canijo.

Ensanchó su sonrisa hasta el infinito y dejó escapar un suspiro que debió pesar una tonelada.

―Buena imitación. Buenísima. Pero no, no eres ella.

― ¿Qué he hecho mal? ―parpadeé confusa.

―Estoy dentro.

La voz de Takeo. La señal. Dejamos la conversación en el aire y echamos a correr por la misma compuerta por la que habían salido ellos, pero en dirección opuesta. Junto al sonido de mis pasos sobre el acero mi mente se preguntaba si no ser como Karin era algo de lo que debía preocuparme o, por el contrario, alegrarme.

Ryu; Retorno (2)Where stories live. Discover now