02

105 20 7
                                    

Una de las ideas que me había mecido en los brazos de la muerte era la posibilidad de que Karin, conocedora del genocidio, hubiese escapado fingiendo su defunción de la misma manera que Dave continuaba vivo pese a los intentos de matarle.

Aquel remoto pensamiento luchaba contra cada uno de los recuerdos que almacenaba de mi infancia junto a Karin. Ella, más madre que hermana, jamás me habría abandonado a mi suerte; dejándome huérfana, sola y encasillada como una militar más. Nunca me hubiese hecho daño intencionadamente y sobre todo nunca hubiese permitido que el teatrillo de su huida incluyese un número traumatizante en el que quedo bañada en su sangre.

―Mientes―susurré.

Bright consiguió que sus ojos azules fuesen de un color todavía más frío y borró su sonrisa cínica para lograr algo de credibilidad.

―No―contestó con calma―. De hecho... nunca te he mentido.

― ¿Puedes garantizarme que Karin está viva?

―No.

Alcé las cejas y él se humedeció los labios. Dio un paso hacia nosotros, tensando el cuerpo de Ritto que se encontraba a mi lado.

―Antes de que alguno de vosotros sea tan subnormal como para suicidarse en busca de despertar sus poderes deberíais saber que sólo los ojos rojos poseen dicha peculiaridad―pronunció con autoridad mientras miraba de reojo por encima de mi hombro, quizás había encontrado la mirada grisácea de Saichi divagando por esa idea―. ¿Sabéis lo de los niños que se llevaron de aquel maldito planeta? Sólo había uno de ellos cuyos iris recordaran a la sangre. Llevaba anudada a la muñeca una pluma naranja en memoria de su padre, una pluma que se cree que pertenecía al Ave Fénix.

La voz grave de Bright acompañaba al rugido de las llamas que consumían los cuerpos y los escombros que se amontonaban a varios metros de distancia. El aire estaba impregnado de cenizas y de un fuerte olor a destrucción.

―Pero aquel niño no era el Ave Fénix, ni mucho menos. Tardó varias resurrecciones pero acabó muriendo, así como las siguientes generaciones de ojos rojos tuvieron un punto final después de muchos puntos y comas. Tu sangre está tan mezclada con los vulgares humanos que me resulta inquietante saber si podrías volver a resucitar.

― ¿Inquietante? ―pregunté a través de las cenizas.

Bright curvó una comisura y con un movimiento imperceptible me encontré con el cañón de su larga pistola apuntando entre mis cejas.

―Karin murió con cinco años―continuó a pesar de los punteros de las armas de mis compañeros señalando su frente cubierta de pelo lacio y plateado―. Estábamos en los columpios; cayó y se desnucó. A los pocos segundos se convirtió en una pequeña bola de fuego y así renació en la joven promesa que recuerdas. No es justo, ¿no crees? No era ninguna erudita, sino una torpe con mucha suerte.

Se mordió el labio inferior mientras entrecerraba su mirada y acariciaba el gatillo con el dedo índice.

― ¿Karin puede resucitar una segunda vez? Si te volase la cabeza ahora mismo podría responder a esa pregunta.

Un destello me iluminó y entrecortó el aire cargado de residuos que inundaba mis pulmones. No era un disparo, era su sonrisa. Antes de crispar más el ambiente guardó el arma y relajó su porte en una pose distendida.

―Pero soy incapaz de hacerle daño a mi tomatito, ¿verdad?

― ¿Me lo estás preguntando?

―Karin probablemente está viva―continuó con una sonrisa―, y voy a encontrarla.

― ¿Para matarla?

Bright sonrió todavía más.

―Sé que está viva, puedo sentirlo. Ya has visto la habilidad rastrera de Dave: no importa cuánto destruyas de su cuerpo o cuánto creas que lo has vencido―chasqueó la lengua y miró de reojo hacia el edificio―. Aún me pregunto cómo lo hace.

Ryu; Retorno (2)Where stories live. Discover now