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Aminoré los pasos hundiendo los pies descalzos en la arena tibia. Era tan fina que me envolvía como un manto de seda. Shiruke tensaba su brazo, firme y decidido, apuntando con un arma de fuego hacia los ojos verdes de Takeo.

―Dame un buen motivo para que no te vuele los sesos―su voz sonó casi idéntica a la de Bright Loknahr, provocándome un escalofrío en la médula.

Flanqueé al lado de Shiruke con las dagas desactivadas pero los puños prietos. Mi mirada no se suavizó pese a los vendajes que recorrían el cuerpo de Takeo ni a los grandes ríos de lágrimas que brillaban sobre la tez oscura de Cian. La observé empequeñecida, débil. Se mimetizaba con la noche cerrada que nos absorbía. Sus labios mojados de lágrimas se despegaron reflejando un leve brillo de la luz que desprendía el perímetro de seguridad.

―Estoy embarazada.

El arma de Shiruke titubeó en el aire mientras sus cejas se arqueaban sobre su frente como si levitasen. Nos engulló tal silencio que durante unos segundos pude apreciar la fauna terrícola que se adueñaba de la noche: el crepitar de las alas de los insectos translúcidos que hacían rebotar en ellos nuestra luz artificial, los crujidos en la tierra de pequeños mamíferos que salían a cazar, el quejido de alguna especie de ave que alimentaba a sus polluelos...

Entonces Saichi se rompió en una carcajada sonora y ahuyentó a todos los sonidos que me estaban acariciando la piel. Volví a la realidad mientras Takeo tragaba saliva y consolaba a Cian con un brazo por la espalda sin mirarla a los ojos. Me empezaron a palpitar las sienes mientras aún podía sentir el cosquilleo de haber tenido a Ritto dentro de mí: "¿podía haberme quedado embarazada por un minuto de amor sin condón?".

― ¿Estás embarazada? ―consiguió pronunciar Shiruke después del aturdimiento. A Saichi lo calló un golpe que cortó sus risas en seco, apostaba por la rubia sin haber presenciado la escena.

―Lo está―afirmó Hila y nos volteamos con urgencia hacia ella.

Fruncí el ceño mirando los ojos de color caramelo de Hila: tenía la espalda recta y el mentón elevado. Su fina nariz señalaba hacia Cian como un veredicto.

― ¿Cómo puedes saberlo? ―Shiruke bajó su arma y la zarandeó hacia Hila apuntando al suelo.

―Hasta el defensa más mediocre puede notarlo―sentenció Eito.

Hila cambió el registro de su rostro: de la firmeza con la que miraba a Cian a la sorpresa para terminar en un gesto ofendido y contenido. Me mordisqueé el labio inferior mientras observaba la encrucijada de miradas de los dos defensas. Eito se cruzó de brazos al encontrarse con la expresión de Hila y se desentendió de ella segundos más tarde desviando la trayectoria de su vista con indiferencia. Entrecerré los ojos para observarle mejor, escudriñar bajo su máscara: estaba convencida de que la intención de Eito no era ofenderla, sin embargo era difícil no sentirse ofendido tras ese comentario. Hila acabó resoplando y devolvió sus ojos hacia Shiruke.

―Bueno, los que no somos defensas necesitamos saber que esto es cierto―dije con la esperanza de aliviar la tensión.

Shiruke apretó su mandíbula mientras apuntaba de nuevo hacia la cabeza de Takeo. Éste se mantuvo quieto mientras yo desactivaba el perímetro de seguridad y agarraba de la muñeca a Cian para que me acompañase hasta la tienda que usábamos de aseo. Sairu me lanzó al aire un palito plateado y lo agarré antes de cerrar la puerta. Tras un rápido vistazo sobre las finas letras grabadas en la superficie supe que se trataba de un test de embarazo. No le di importancia al hecho de que Sairu tuviese uno a mano y se lo di a Cian.

―Es que... ahora no tengo ganas―susurró secándose las lágrimas del rostro.

―Me da igual.

Tuve algo de remordimientos cuando Cian se bajó los pantalones y se sentó en el retrete con el palito entre las piernas. Pasaron unos incómodos minutos hasta que por fin pudo realizar el test sin apartar la vista del suelo. Recordé que, cuando estuve herida de la pierna, era ella la que me acompañaba al lavabo y la que me ayudó en mis momentos más débiles. Me entregó el palito con una mano temblorosa y nos miramos mutuamente. Ambas teníamos los ojos acuosos.

Ryu; Retorno (2)Where stories live. Discover now