CAPÍTULO 18

94 13 18
                                    

Escuché el llanto de un bebé al lado de mi habitación .

Una pequeña criatura había decidido que necesitaba comida y a gritos le informó a su madre que deseaba que le brindara alimento.

Quizás no es muy sabido, pero cuando una mujer tiene un bebé, y lo escucha llorar, tiende a fabricar leche para el infante; es instintivo, supongo.

Me pasó, y fue horrible. Yo no tenía un bebé para alimentar, así que el líquido de escurría fuera de mis senos, que estaban bastante adoloridos y rogaban que el alimento fuese retirado con rapidez. No sucedió. No habia un bebé que me ayudara. Mi bebito había muerto antes de siquiera poder nacer.

¿La solución? Un horrible aparato de plástico que simulaba un chupo y con ayuda de una bomba succionaba la leche, que posteriormente tenía que arrojar a el baño. Lloraba mientras lo hacía. No sólo por el dolor físico que eso implicaba, sino porque mi alma y corazón estaban lastimados.

Mi cuerpo estaba listo para alimentar a un bebé, pero yo no tenía un hijo al que brindarle el alimento. Dolía mucho. De noche la pasaba mal, porque me dolia moverme para cualquier posición. Descubrí que mis cicatrices eran muy pequeñas y tenía muy pocas, pero perdió cualquier importancia.

El doctor había sido muy claro conmigo, respondió todas mis preguntas. Todas y cada una de ellas. Luego me había llevado a mi habitación esperando que comiera para recuperarme y reconstruir una vida que no quería tener.

Es cruel pensar que una mujer pierde a su bebé y su cuerpo no la ayuda en el proceso de superación. Es un constante recordatorio de lo que no tienes, ni vas a tener. Y eso duele, porque se necesita de mucha fuerza de voluntad para no quebrarse completamente, para levantarse al día siguiente y continuar una vida incompleta; no hay una criatura en tu vientre, ya no se mueve, ya no tienes esos deseos de ir al baño cada diez minutos, no hay antojos extraños, pero tampoco hay bebé en tus brazos que sirva de recordatorio acerca del porqué viviste esos meses de espera constante. No hay recompensa después de la prueba. No hay premio porque tu cuerpo cambió completamente y dio vida a un nuevo ser, porque no lo hizo.

Además, como si eso no fuera suficiente, hay pruebas en tu cuerpo que constantemente señalan que estabas esperando un bebé. Hay estrías, hay huellas  en tu cuerpo. Y no hay un bebé.

Así que mientras la leche abandonaba mi cuerpo mediante algo que casi se podía comparar con una sesión de tortura medieval, lágrimas de amargura rodaban por mi rostro y cuello, aterrizando en mis manos o en el suelo, quizás mezclándose con la el líquido contenido en un aparato de plástico.

Tenía veinticuatro semanas de embarazo cuando perdí mi bebé. No lo supe antes porque seguía menstruando y mi abdomen tenía el tamaño esperado para alguien que disfrutaba de la comida. Las náuseas y sintomas normales que acarrea un embarazo no estaban en mí,  sino en Brandon. El doctor dijo que no era extraño, que de hecho pasaba más de lo que cualquiera se puede imaginar. Recordé que habíamos pensado en más de una ocasión que era anemia, aún cuando al ir al médico los resultados de los exámenes arrojaban negativo.

Simplemente no le dimos gran importancia porque no parecía algo grave, sólo mareos muy espontáneos. Sin embargo, estaba registrado en su historial médico porque lo habíamos consultado un par de veces.

Cuando él me dijo eso, sólo miré al frente, a las hojas del árbol frente a mí. 

Escuchando cómo había arruinado la vida de tres chicos por la muerte de su madre, cómo había muerto un taxista, un conductor de camión y pensando que sus familias debían de estar realmente devastadas. Sufriendo como yo lo hacía. De que mi bebé estaba lo bastante formado para sobrevivir pero no tuvo siquiera una oportunidad por la fuerza del golpe, y la hemorragia incontenible que sufrí. 

Mi cuerpo debería haberlo protegido, pero no lo hizo.

Esa no fue la peor noticia que recibí esa tarde; era como si una tras otra las desgracias quisieran tener su oportunidad de golpear mi pecho. Sin embargo, no permití que el doctor dejara de hablar.
 
Pero en cuanto lo hizo, deseé golpearlo con tantas fuerzas como fuese posible, gritarle que era mentira todo lo que decía. Que nada tenía sentido, que era un idiota por jugar con mi cordura de esa manera.

Él me dijo que Brandon murió en ese accidente.

《Él no perdió una pierna, él perdió la vida.》Me dijo.

Yo quedé en coma, demasiados traumas para que mi cuerpo asimilara tanto dolor; mi cerebro decidió desconectarse para tener un descanso. Uno bastante largo.

No tuve granos que me hicieran un mostruo; me dio varicela y mi mente adaptó todo de una manera cruel.

No viajé con Brandon porque él murió. Yo sólo escuchaba las historias que mi madre me contaba acerca de lugares del mundo y sus detalles: como las que me contó cuando desperté y no presté atención.

Absolutamente todo lo que yo creí real, nunca lo fue.

Nada.

No me casé con Brandon.  No le dije cuánto lo amaba, no compartimos momentos que atesora mi corazón. Porque el murió en ese accidente.

Cuando creí que yo por fin había muerto, en realidad sufrí un paro cardíaco que me trajo a la vida nuevamente.

Brandon murió. Él no volvió y tampoco volvería.

¿Sinceramente? No recuerdo qué más dijo el doctor luego, ni cómo llegué a mi cuarto.

Tampoco es que fuese importante.

Ya no recuerdo ni siquiera si lo que he escrito en esta historia, pero espero que tenga coherencia pues me estoy apegando a los hechos lo mejor que puedo, aunque mi mente es un desorden de ideas sin cronología.

Ya no puedo recordar qué fue real y qué no lo fue. Para mi todo fue real. Todo. Pero creo que en realidad nada lo fue.

Desde ese día no he vuelto a hablar, no sé cuánto ha pasado desde esa tarde. Pero lloro mucho.

Me dolió escribir esto, pero ruego a quién lo lea que me perdone si hay huecos o cosas sin mucha lógica; pero así lo recuerdo. Para mí, así fue como pasó todo. Y me he lastimado mucho recordando, escribiendo. Muchas veces no supe qué palabras usar, o cómo definir lo que sentía en cada situación.

Sin duda alguna, el amor y el dolor de una pérdida son imposibles de definir con palabras, y creo que es aún más difícil cuando no solo murió esa persona, sino que también encontraste la muerte con la partida de quién amas.

Espero terminar esta historia, pero dudo mucho que mi cordura me lo permita. No quiero recordar más. Duele demasiado.

¿Cómo se supone que sigas viviendo cuando no hay una sola razón para hacerlo?

Quiero como hacer que deje de doler. Su muerte me duele. Me lastima que no pude ver si cuerpo, que lo hayan cremado porque su cuerpo quedó destrozado. Que él haya muerto mientras me abrazaba para evitar que yo lo hiciera.

Él murió por protegerme.

Murió.

Él ya no está. Mi bebé tampoco, y mi cuerpo no lo entiende, porque sigue fabricando leche, y mi mente sigue trayendo recuerdos. Aun cuando no quiero recordar.

¿Cómo se supone que te recuperas de algo así? ¿cómo?

No tengo respuesta, ni ganas de seguir buscando una. Ya no quiero nada.
 

ATARAXIA.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang