~ 20 ~

28 2 0
                                    

Entró en su casa con el alma confundida. Su camino de regreso había sido en medio de una niebla mental que la atormentaba, no quería hacer más que tocar el violín para despejarse. Cerró la puerta casi automáticamente y cuando llegó a su habitación, tomó entre sus manos el instrumento que más le apasionaba, el problema era que incluso aquel objeto había sido regalo de Donghyun.

Se sentó en la cama con la mirada perdida en el vacío, las palabras que Donghyun le había dicho al despertar de su coma se repetían una y otra vez en su cabeza como un eco que le abrumaba aun más.

"Cuando vivías en Daegu de niña, te veía ir a clases de violín después de la escuela, te veías tan adorable con tu mochila de barbie y el estuche del violín a un lado, seguramente tendrías unos siete u ocho años, supe en ese momento que eras la indicada. Yo quería ser parte de tu mundo, quería aproximarme a ti, así que fui a tu academia de aquel entonces, pero ya no habían cupos para violín, así que me inscribí en piano... yo te amé entonces, te sigo amando ahora, y créeme que así será hasta que muera".

Las lágrimas rodaban por sus rosadas mejillas, tenía una mezcla de sentimientos que al final no sabía con certeza que era lo que sentía, pero las lágrimas no cesaban. Siempre había creído que era una gran coincidencia que los dos fueran de Daegu, y siempre le había sorprendido que Donghyun comprendiera tan bien su niñéz ajetreada y solitaria. Al fin lo entendía.

Ensimismada y abatida, no quiso quedarse sumida en la melancolía, sus padres no quisieran verla así. Los extrañaba mucho y aun guardaba la esperanza de volver a verlos ahora que Donghyun había despertado. Se levantó y arregló su maquillaje para luego salir hacia la Academia, no tenía clases, pero quiso estar allí, donde se habían forjado los recuerdos más felices de su vida, en su mundo... la música.

Cuando se sintió mejor, salió hacia su casa nuevamente, preparó una cena deliciosa y fue hasta la estación de policía donde comió junto a los chicos que sonreían agradecidos por su atención.

Gracias a los resultados de las investigaciones y a los testimonios de Raquel, los chicos de Bangtan fueron liberados sin cargos esa misma noche después de haber permanecido cuatro días en prisión. Estaban agradecidos con Raquel, especialmente Namjoon.

—¡Al fin dormiré cómodamente!—, esbozó emocionado Taehyung.

—Sí, ya no tendré que oír los ronquidos de Jungkook—, dijo Seokjin.

—¡Al fin se bañará Namjoon!—, dijo Hoseok, el interpeladoque lo miró mal—. Era broma, me gusta tu olor peculiar.

—Vamos, tomen rápido sus cosas—, pidió el líder—. Raquel, ven conmigo un momento—, solicitó tomándola de la mano al fin en libertad.

Se apartaron de todos para tener privacidad y cuando se aseguraron que nadie los veía, Namjoon preguntó preocupado:

—¿Qué tienes? Has estado ausente desde que regresaste.

—Lo siento—, llevó una mano hasta su sien—he tenido mucho trabajo, es todo—, trató de convencerlo con una sonrisa.

—Algo me dice que no me estás contando todo—, dijo sospechando—pero confío en que me dirás cuando te sientas segura—. Se acercó y la envolvió en un fuerte abrazo que ella correspondió. Era lo que necesitaba.

Salieron de allí con la felicidad rebosando. Nadie sabe lo tiene hasta que lo pierde, dice el dicho, y ellos aprendieron que la libertad es algo que se debería valorar más. Subieron a una furgoneta negra que la agencia había enviado para ellos y emprendieron el viaje hasta su casa.

Los chicos reían y hacían bromas, pero nada hacía que Raquel saliera de su estado, era como si estuviera adormecida por sedantes, o como si estuviera perdida en otro mundo. Namjoon estaba realmente preocupado, los demás se dieron cuenta, pero evitaron hacer preguntas que los pusieran incómodos.

Cuando llegaron, Raquel les dijo con una sonrisa que no llegaba hasta sus ojos que debía irse, todos se despidieron de ella agradeciendo una vez más por todo. Namjoon esperó a que todos ingresaran para hablar libremente.

—Pequeña, no voy a estar tranquilo hasta saber qué te tiene así—, trató de ser suave y a la vez presionarla para confesar lo que pasaba por su cabeza.

—Namjoon, yo misma no sé qué me pasa—, dijo en un hilo de voz—, estoy confundida, más que eso, estoy perdida.

—Dime qué sucede—, la tomó de los hombros con sutileza—déjame ayudarte.

Ella levantó la mirada y se perdió en la suya. La oscuridad de la noche no escondía el tormento que vivía su alma y que se reflejaba en su rostro más pálido de lo usual.

—Es por Donghyun... creo que debo perdonarlo.

Namjoon se congeló al escuchar esas palabras. Era como si una espada lo hubiera atravesado, le dolía, hizo un gran esfuerzo para no desmoronarse justo allí delante de ella, no quería que la historia volviera a repetirse.

My Music is You [Kim NamJoon] Where stories live. Discover now