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Namjoon estaba sumido en la melancolía. Sus ojos estaban perdidos en el espacio de su casa, que de pronto se sentía más grande. Todos sus amigos lo miraban, pero nadie se atrevía a decir nada. No sabían exactamente lo que pasaba, pero estaban seguros que involucraba a Raquel.

Se sentía abatido pero era consciente de la incertidumbre que estaba causando a sus amigos, así que se levantó y fue a tomar un baño. Mientras el agua humedecía todo su cuerpo y en la privacidad del baño se desahogó en llanto, sus lágrimas se confundían fácilmente con el agua que limpiaba su físico.

La situación emocional de Raquel no era tan diferente. Le había dicho a Namjoon que perdonaría a Donghyun, pero no había explicado que era por compasión y para cerrar un capítulo doloroso de su pasado. Pero él no le había dado la oportunidad de decirle porque ingresó a su casa antes de que pudiera formular bien las ideas.

En su habitación, sentada en el suelo como una niña castigada, lloraba desconsolada. En su mano tenía el celular y en él, una foto que había tomado el día que fue por primera vez a un concierto de rap. Ya no tenía dudas, sus sentimientos habían girado completamente hacia él. Adoraba su forma de ser, sus palabras tiernas, sus dulces manos, su olor, sus labios... se encontró deseándolo intensamente. Quería verlo, decirle cuánto lo necesitaba, pero más ganaba en ella el miedo de perderlo por completo. Sus lágrimas brotaron una tras otras, hasta que a la media noche se levantó con dificultad porque sus piernas estaban adormecidas, se dejó caer en la cama y allí se durmió casi de inmediato.

Al día siguiente, unos golpes insistentes en su puerta la despertaron. Miró en su celular la hora, era demasiado temprano, no tenía idea de quién podría ser. Se puso sus rosadas pantuflas peludas y se dirigió bostezando hasta la puerta. Abrió lentamente y sus ojos se ampliaron más de lo común por la sorpresa.

—¡Mamá! ¡Papá!—se abalanzó hasta ellos para envolverlos en un fuerte abrazo.

—Pequeña, estábamos preocupados —, soltó con una voz tenue su madre.

—No sabíamos que Donghyun era peligroso —secundó su padre —lamento no haberme dado cuenta, hija mía.

—Tranquilos, todo está bien ahora —se separó de ellos para permitirles la entrada.

Les hizo muchas preguntas, una tras otra. Parecía un interrogatorio. Ellos le contaron lo que habían vivido las últimas tres semanas.

Donghyun había ordenado su secuestro, ellos se opusieron pero fueron raptados por cinco personas que los llevaron a una cabaña alejada de Seúl, no pudieron evitarlo. En aquel lugar estaban como personas libres, caminaban, comían, bebían, solo no podían salir porque estaban bajo vigilancia las 24 horas.

Donghyun iba a verlos de vez en cuando, había tratado de convencerlos de aceptarlo como yerno, pero ellos nunca dieron un sí pese a las amenazas.

—Está enfermo...

—Lo sabemos —afirmó el señor Yang —tiene esquizofrenia y un trastorno con un nombre raro, es por eso que se enojó, porque dijimos que no queríamos que estuvieras cerca de él.

—Están bien, eso es lo que importa—dijo con una sonrisa.

Quizás era una excusa. Pero la aprovecharía para hablar con Namjoon. Fue hasta su casa para contarle lo de sus padres. Cuando llegó, una ola de inseguridades la abatieron por un momento, hasta que respiró profundo y llamó a su puerta.

—¡Raq... Qué sorpresa! —saludó Seokjin invitándola con un gesto a pasar —¿te ofrezco un café?

—Qué tal Jin, no gracias, necesito hablar con Nam ¿será posible?

—Nam no ha salido de su habitación desde ayer, así que no se que decirte. Te agradecería que hicieras algo por él—dijo con preocupación.

Raquel sintió que algo dentro de ella se hizo trizas. Entendía perfectamente lo sentía poque lo había vivido en carne propia. Asintió y caminó hasta la habitación de Namjoon, titubeó un poco hasta que se animó a tocar.

—No tengo ánimos de ver a nadie—dijo del otro lado de la puerta. Raquel se removió con incomodidad, quería decirle que se trataba de ella, pero no sabía si aquello sería una ventaja o desventaja, así que no tocó más y abrió la puerta lentamente—¡Chicos! Dije que quiero estar...—su posible explosión de mal humor se cortó cuando regresó a ver y se encontró con Raquel. En su mirada se debatían la emoción y tristeza, dándole un aire melancólico y sombrío al momento.

—Perdón por entrar así, entiendo que quieras estar solo... pero necesitaba decirte algo.

—Raquel... yo—resopló para tranquilizarse y formular sus ideas—te he entendido en todo, he estado contigo, y ahora sinceramente no entiendo...

—Te amo—interrumpió dejándolo frío como un pinguino—, es por todo lo que eres y lo que haces que me conquistas cada día. Tus palabras tiernas, tu sonrisa encantadora, tu manera sutil de ser conmigo... si no existe la perfección, debo decir que eres lo más cercano—sus ojos estaban clavados en los de él reafirmando lo que sus labios decían—. Te amo, y lamento haber sido absurdamente idiota al no decirlo antes.

Namjoon no reaccionaba. Una parte de él creía estar en un sueño, había esperado tanto por aquellas palabras, y escucharlas de una manera tan romántica se sentía surrealista. Cuando volvió en sí, se encontró temblando, quizá de emoción, o tal vez de nervios. Se pellizcó una mano para asegurarse que no era uno de sus tantos sueños.

—Princesa... ¿en verdad sientes eso por mi?—inquirió expectante, quería corroborar una vez más que no se estaba imaginando.

—Con todo mi ser—se aproximó hasta estar a escasos centímetros de él—. La última vez no me dejaste hablar, y al final los dos terminamos heridos.

—No quiero saber de él, no después de todo lo que ha pasado.

—Tienes razón, no mereces sufrir—acarició su rostro con suavidad y Namjoon cerró los ojos, sus manos eran un deleite—. Pero quiero que quede claro que entre él y yo no existe nada, y jamás podrá volver a existir, porque mi corazón se fue contigo... lo dejé libre para amarte.

My Music is You [Kim NamJoon] Where stories live. Discover now