Capítulo 32

3.9K 490 148
                                    

Los niños corren por el parque con sus padres, y otros juegan entre ellos mismos frente a los toboganes de colores brillantes y formas largas. En una de las bancas de madera puedo ver a una pareja de ancianos enamorados, tomando un poco de sol y quizás recordando viejos tiempos. También a madres desesperadas sacando a sus hijos de la arena, mientras los limpian con toallitas húmedas, sin saber que minutos después ellos volverán a entrar. Quiero sonreír por un tipo que admira a su novia de una manera tan adorable que me derrite y, cuando veo al otro extremo del parque, se me antoja un helado con sabor a chocolate que vende un tipo en una de las esquinas.

— Fresita, he traído tu comida. — escucho su voz, detrás de mí.

No lo miro y tampoco intento moverme para que sepa que no me he quedado dormida. Continúo viendo a las personas en el parque desde la ventana del hospital. Ellos lucen tan felices, sin imaginar que alguien, a unos pasos de distancia, está con la angustia más grande que puede enfrentar en su corta vida. Yo, esa chica que continúa encerrada en cuatro paredes porque su madre así lo permitió, simplemente yo.

Veo por el rabillo del ojo que Ethan arrastra una silla a un lado de la mía. Seguramente está convencido de que me hará comer la comida asquerosa del hospital, esa misma que me he negado a tragar en todo este tiempo. Siento su mirada, llena de dolor y desconsuelo, recorriendo las vendas que cubren mis muñecas heridas y algunos hematomas. Entonces nuestras miradas se conectan. Ya no solo veo el brillo que me daba un disparo al corazón, ahora le acompañan ojeras profundas y oscuras por todo este tiempo que ha cuidado de mí. Además de desasosiego y tristeza.

He pasado dos días en el hospital y él no se ha separado de mí ni por un segundo. Lo que tenemos, sea el nombre que sea, se encuentra tan tenso que no se podría estirar más, aunque así lo deseáramos. Nuestra comunicación se ha basado en murmullos de su parte y silencio del mío. De vez en cuando cruzo algunas palabras con él, pero siento que no se lo merece; es como si quisiera castigarle. Me siento traicionada, enojada y su presencia no ayuda en lo absoluto. A veces deseo gritarle que se largue, pero al mismo tiempo quiero atraerlo a mí para que me abrace y me diga que todo estará bien. Reconozco que tengo una batalla interna que me obliga a mantenerme completamente inmóvil porque no quiero que me lastime más. Creo que ya no podría con más dolor.

A pesar de eso, una parte de mí piensa en que probablemente no lo volveré a ver después de que me largue por la culpa Clare... y eso duele. Duele saber que nuestro final se acerca y ninguno de los dos puede evitarlo, por más que nos amemos; por más que nos lastimemos o nos engañemos.

Al sentir la presión en mi pecho, dejo de verlo, concentrándome en las nubes oscuras que se acumulan en el cielo.

— Mira, le he pedido a una de las cocineras que te preparara panqueques — me entrega el tenedor con comida atrapada entre los picos —. Oye, fresita, se mira muy bueno. Si no te lo comes tú, lo tendré que hacer yo porque la señora es una abuela y a las abuelitas no se les niega la comida.

— ¿Por qué haces esto? — mi voz suena apagada — No tengo hambre.

Él se sorprende ante mi pregunta y puedo ver un poco de dolor en sus expresiones. La sonrisa que antes tenía ahora va disminuyendo lentamente. La nuez de su garganta se mueve con suavidad, cuando se gira para tomar un poco de miel.

— Te puedo asegurar lo que quieras a que vas a comer panqueques con miel, aunque tenga que meterte el detenedor a la fuerza — acoge mis mejillas y nuestras miradas quedan a centímetros —. ¿No lo entiendes? Lo hago porque te amé, te amo y te amaré, y verte así es lo más jodido por lo que he tenido que pasar en mucho tiempo.

— Eres un mentiroso...

— Tú también, y no te dejo de amar por eso.

— Ya.

MENDAXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora