Capítulo 20

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— Una de las cosas buenas del amor unilateral es que yo decido cuándo decir adiós. ¿Verdad que si?

Veo a mi compañero de tragos y sé que no contestara. Y, en caso de que lo hiciera, yo empezaría a correr por toda la casa hasta salir en medio de una oleada de gritos desgarradores y poco comunes que me llevarían directamente al psiquiátrico. La verdad es que no me imagino a un peluche de fresa con el espíritu de Chucky, pero de todos modos me inclino para ver los botones negros que tiene por ojos y su cuerpecito rojo sentado en una silla. Luce normal, bastante normal.

Le doy un gran trago a mi jugo de uvas y luego me dejo caer boca arriba con sincerity is scary como fondo. Si mi abuela estuviera cerca, probablemente me tiraría un libro en la cabeza, pero The 1975 tienen algo que me atrapó desde hace unos días. El piso está frío y mi overol de mezclilla lleno de manchas multicolores por las horas que he pasado pintando en el almacén de la abuela para ocupar mi mente en cualquier cosa. Quito un mechón de mi mejilla y sigo viendo las tablas de madera en el techo, repitiendo la letra en susurros.

Ha pasado una semana desde la última vez que lo vi. Quizás fui cobarde, quizás fui valiente; todo depende desde el punto de vista en el que lo veas. Para mí, no hay acto de mayor valentía que ser aquel que huye con un amor unilateral entre manos y sin hacer ruido; todo por amor propio. Así que esa misma noche tomé mis maletas y entré al auto con forma de caracol de mi abuela. Muchas horas después llegamos a la cabaña donde ella antes vivía. Desde entonces, solo salgo para pintar. Mi mala suerte sigue presente y mis únicas compañías son: la chimenea, el frío y una anciana que toma las olas más peligrosas bajo una tormenta interminable sin miedo a morir.

No me quejo. Lo mejor es que en todo este tiempo no me he torturado pensando en él porque... ¡Al diablo! Me hace tanta falta que he bautizado a mi peluche como Ethan Junior del Socorro y pienso que es un nombre magnífico, único.

El primer día recordé los días de bromas y preguntas estúpidas, también su voz cada vez que me llamaba fresita. Al siguiente extrañé sus gestos amables y su risa, tan brusca e inesperada. Después todo cayó como un aguacero de escenas dolorosas. Su aliento, los chicles sabor a fresa y la música que escuchaba por horas porque amaba recoger recuerdos. Incluso llegué a preguntarme: ¿Qué estará haciendo?... Y hoy he llegado a darle gracias en silencio.

Yo... yo, que me he convertido en la mentirosa más grande del mundo por quererlo, finalmente entiendo que también he sentido gracias a mis mentiras. He sentido lo que es el amor unilateral. He logrado experimentar esas corrientes cada vez que él me tocaba por accidente. He sufrido. Y, a pesar de que fue lo que jamás quise que fuera, un recuerdo sin principio ni fin, igual fue hermoso haber sentido que me miraba con amor, pasión y esa magia que seguramente me inventé sola.

Solo me queda eliminar a Ethan Crawford de mi vida. Eliminarlo como un dulce sabor a fresa de una dieta sana y balanceada. Simplemente comeré y disfrutaré la zanahoria que tengo por novio y todo volverá a la normalidad. Sí, eso es lo que necesito. Volver a la jodida normalidad de donde nunca debí salir.

Alguien da golpes suaves en la puerta principal. Ruedo los ojos. La nieta de una de las vecinas es bien persistente y desde hace varios días sale bajo la tormenta para vender sus productos. Todo muy lindo y agradable, hasta que empecé a cansarme del pescado en tortitas.

— ¡He dicho que no quiero comprar tortas de pescado! — grito, pero vuelven a tocar la puerta — ¡Qué no! — los golpes son más fuerte y llego a pensar que es Abu — ¿Abuela?— y más fuerte. Gruño casi histérica — ¡Carajo!

Me levanto perezosamente e intento acomodar la coleta alta de mi cabello, retirando algunos sobrantes de tintura seca. Antes de abrir miro por la ventana. El auto de mi abuela no está y entro en pánico. La casa se encuentra frente a un puerto y las personas que viven por aquí, amistades de mi abuela que no le tienen miedo al mar o vender tortas de pescado bajo tormentas, seguramente están buscando olas. A parte de eso, ella debe estar en algún bar tomando licor barato mientras apuesta hasta la última prenda de ropa. Es imposible que a esta hora esté regresando a casa.

MENDAXWhere stories live. Discover now