MENDAX

Capítulo 26

Días atrás, mi hermano y su novia me habían bombardeado con toda la información disponible sobre la nueva vida de Clare y su familia; o al menos toda la que se puede conseguir en cada esquina del internet. Y me quedé anonadada. De hecho, ninguno de nosotros supimos qué pensar sobre la habilidad con la que ella había logrado conseguir las cosas. Es una mujer con una mentalidad tan... meticulosa, que llega a dar miedo, y me parece una total falta de responsabilidad no pegarle un sticker que grite peligro.

Ambos están frente a mí, viéndome con las miradas bañadas de dudas, los brazos entrelazados y los hombros tensos.

— Clare actuará, Hope — Thomas pellizca el puente de su nariz —. Ahora será una madre que hará hasta lo imposible por su hija menor. Ya sabes, la madre preocupada, la cocinera y toda esa mierda que probablemente me haría explotar un testículo — exhala enfadado —. Dirá que te buscó, mencionara estupideces, y, luego, cuando estén solas, te dirá las cosas a como son.

— ¿Y qué debo hacer?

— Mentir — responde Lexie.

— Eso mismo. Hazle creer que te encuentras ahí por curiosidad de saber lo que es una buena vida; todo lo que tu padre no te ha dado. Que note que tienen más cosas en común de lo que ella cree y que confíe en ti. Y lo más importante — Thomas se siente a un lado, masajeando mis hombros—. Finge que odias a Ethan y jamás, pero jamás, intentes comunicarte con nosotros. No queremos levantar sospechas.

Nos quedamos callados por un tiempo.

Thomas deja de masajear mis hombros y ayuda a su mujer a sentarse. Aunque mi relación con Lexie es un completo asco, me alegra saber que es parte de su felicidad y que está apoyándolo en todo momento. Supongo que nunca volveremos a ser esas buenas amigas que un día fuimos, pero está bien. Todo está bien si ambos son felices.

— Cuando conozcamos su punto más débil, haremos que caiga. — asegura mi hermano.

— ¿Cómo saben todo esto?

— Series, libros y películas.

***

Si pudiera darle una canción de fondo a esta escena, definitivamente mencionaría a los Kinnardlys con Strike up the band. Porque, en cuanto mis pies se detienen por primera vez en el patio de la casa Crawford D'Andrea que mi madre piensa robar, extorsionar y matar, recuerdo el sonido de la batería junto a la guitarra, la voz del tipo y los na na na de coro. Y no puedo evitar tararear la canción de principio a fin, mientras mis ojos se deleitan con la vista tan maravillosa que tengo de frente y mi mano sostiene la única maleta amarilla que he traigo conmigo.

No es una casa precisamente pequeña, podría tener más habitaciones de las que alguna vez habría imaginado en toda mi vida. A decir verdad, esperaba una casa chata, sombría y con un patio grisáceo aunque le iluminara el sol. Muy al estilo de los locos Adams. Pero eso no es lo que se encuentra frente a mí, para nada, porque la casa donde vive Clare Stone tiene un aspecto muy parecido a una réplica de la Casa Blanca.

El lugar se encuentra en las afueras de la ciudad, en una de las zonas ricas del norte para ser más exacta. Todo lo que le rodea, en su mayoría, son árboles frondosos, arbustos y puedo jurar que al fondo vi un invernadero de rosas multicolores. Es más, la separación que hay con los vecinos son metros y metros de grama fresca y verde, y lo único que se puede escuchar es el canto de los pájaros y el sonido del aire en contra de las ramas de los árboles. Ni como escapar en caso de que me descubran e intenten matarme en una noche de invierno.

Mierda.

Repaso con mis ojos la casa que el padre de Ethan compró cinco años atrás. Ya conocía el lugar por las fotos y los recortes de periódicos que había encontrado, pero verlo en persona es algo muy distinto. Es impactante. Es sorprendente. Es de infarto. Los grandes ventanales, el camino de piedras detrás de un inmenso portón blanco con el nombre de la familia en dorado, los muros impenetrables, la fuente frente a la puerta principal y yo, una pequeña chica de pie sobre la grama que probablemente costó más de lo que podría costar la venta de todos sus órganos.