Mientras, Lilith miró al ángel encapuchado tras ella y le guiñó un ojo.

—Chiao, palomita —susurró la diabla rubia antes de agarrar al otro demonio por el antebrazo y desaparecer. Es que la reina no permitiría que nadie tocase a un hijo suyo, ni siquiera uno de esos pájaros descerebrados.

Sophia, al ver lejos a su amor demoníaco se tranquilizó un poco.

Rápidamente el ángel Guardián de la chica Dios le comunicó.

¿Sabes que por ti daría mi vida? Pensó el ángel a su lado, también dejando su aura divina salir junto a sus alas que eran muy parecidas a las alas de los arcángeles que se encontraban frente a ellos, volando muy pendientes de los intrusos. Te amo bastante mi diosa.

Lo sé vida mía, contestó la joven por sus pensamientos, mirando a los ojos azules que siempre le dieron tranquilidad y amor, que le enseñaron a ser lo que ahora era. Pero si debo enfrentarme a los arcángeles de esta dimensión, lo haré sin consideración.

La joven princesa se alejó de repente de la eminente amenaza, sin antes mover su espada, acercándose a su Guardián para besarlo tiernamente y decir a Uriel.

—Eres capaz de desafiar a la hija de tu Dios —dijo ella sacando de la nada su espada, de nuevo para atacar si era agredida—. Se preguntarán, ¿dónde está su padre? —Las llamas de la espada de Uriel fueron extinguidas por la mano de Miguel y sostuvo a su volátil hermano a una distancia que no le pudiera hacer daño a la dama—. Yo vengo de otra dimensión, y soy el dios de ese lugar. No tengo ni la menor idea qué hago acá.

—Mujer, ¿cómo te llamas? —preguntó el ángel rubio detrás de Uriel, con curiosidad. Recordaba esos ojos en algún lugar, pero no estaba seguro de dónde.

Daniel veía a su maestro y su alma gemela, mirarse como si ella tratara de ser reconocida por ellos.

—Miguel, tú deberías saberlo, —se colocó en posición de ataque y dijo sonriendo—, mi nombre es María Sophia de Nazaret.

Los ojos verdes claro, del arcángel Miguel se agrandaron, pero fue el Fuego de Dios quien reaccionó primero.

—¿Qué? Esa bruja está mintiendo —El pelirrojo se volvió hacía el mayor entre las huestes del Cielo—. Miguel, déjame matarla; es obvio que nos está mintiendo en la cara. Tú nunca tuviste una hija mientras caminaste la Tierra como mortal. ¡Nunca! ¡Déjame destruir a esta bruja usurpadora!

Los orbes verdes del rubio se nublaron y su mirada se tornó vacía; se hallaba buscando algo en los confines informáticos del universo. Uriel apretó los dientes, dispuesto a atacar cuando sombras salieron disparadas del suelo y se amarraron en torno al celestial, impidiendo su movimiento.

—¡Basta! No puedo creer que mis hermanos, más antiguos y sabios que yo, no quieran escuchar las palabras de esta joven. ¡Parecen niños humanos! —exclamó el ángel encapuchado, apretando los dientes por la gran cantidad de energía que debía utilizar para mantener atrapado al celestial de fuego—. Ustedes saben de la existencia de otras dimensiones, mundos e incluso universos enteros que son iguales y, a la misma vez, muy diferentes del nuestro. Universos paralelos, caballeros —Miró a Uriel con severidad, aquel todavía gruñía, pero había dejado de forcejear contra sus ataduras y su armadura ya no brillaba—. ¿Es tan difícil imaginar que sus palabras sean ciertas y ella venga de otra Tierra donde el Hijo de Dios sí se haya procreado con los humanos? Miguel, estamos conscientes que nunca tuviste descendencia mientras usaste el nombre de Jesús de Nazaret, pero dime, ¿sientes tu sangre en esta chica o no?

El primero entre los arcángeles observó a la joven. Era un hecho que sentía algo extraño viniendo de Sophia, como si su sangre corriera por las venas de la chica y a la misma vez no. Algo descabelladamente sin sentido, pero cuando intentó buscar las respuestas en la vasta creación de Yahweh, solo halló confusión. Era obvio que la historia de su universo había sido contaminada con eventos parecidos que sucedieron en otra dimensión; o como Eaiel estaba teorizando, en un universo paralelo al suyo.

Cadenas Eternas (18+)Where stories live. Discover now