Las 10 citas de Anne [En Wattpad]

Start from the beginning
                                    

Seguí caminando hacia la cafetería del instituto y por el camino me encontré a un par de personas que también leían la revista con la misma expresión de asombro. Uno de los chicos llegó a cruzar la mirada conmigo y por encima de su hombro alcancé a ver que estaba leyendo mi columna.

Enrojecí ligeramente. En ese primer número de la revista había escrito un pequeño artículo sobre la contaminación y entendía perfectamente que ellos se encontraran asombrados al leerlo: los niveles de polución en el aire de Edimburgo eran escandalosos.

Sonreí y seguí caminando, satisfecha al ver cuánta gente parecía disfrutar la edición de ese mes de nuestro proyecto. Yo adoraba la revista y también escribir en ella, así que ver tanto entusiasmo me llenaba de alegría, al fin y al cabo... ¿qué había en Holyrood High school que me gustara más que escribir y dirigir la revista?

Como si me leyera el pensamiento, lo vi: Ryan Fiennes, justo delante de mis ojos, sentado en una de las mesas de la cafetería junto a sus amigos del equipo de fútbol. Sí, si tenía que ser sincera él era aquello que me gustaba más que escribir en la revista, más que investigar artículos y más que sentir el papel suave de las hojas entre mis dedos.

Él, con su cabello castaño y suave (o al menos eso creía, pues nunca lo había tocado), sus ojos verdes y esa sonrisa que me encandilaba. Si algo me gustaba a mí, Anne Luntz, era Ryan.

Y en cuanto entré, como por arte de magia, supe que entre sus manos también estaba la revista del instituto. Mi corazón se aceleró, pues nunca antes le había visto leerla... y comencé a ponerme nerviosa. ¡Dios mío! ¿Habría leído mi artículo? ¿Qué pensaría de él? Maldición, tenía que haberlo hecho sobre otro tema: sobre fútbol, sobre música... algo que fuera más divertido que la odiosa contaminación ambiental...

Me imaginé que, efectivamente, Ryan había leído mi artículo. ¿Sabría quién era yo? Lo dudaba. Siempre firmaba con mi nombre en letras rojas, al pie de la página, pero probablemente, si alguien le hablaba a Ryan sobre Anne Luntz, ni siquiera pensaría en mi cara. A pesar de haber compartido la clase de química conmigo los últimos tres años.

Nunca habíamos hablado, ni siquiera un «hola», ni siquiera un: «—¿cuál es el número atómico del antimonio? —51. —Gracias». Porque yo no era nadie en el instituto. Ni siquiera para Ryan, ni siquiera para... nadie.

Abrí la puerta de la cafetería, dispuesta a pasar unos minutos de concentración escribiendo mi nuevo artículo. Pero me sorprendí cuando, de repente, sentí un espeso silencio en la sala. Como si todos se hubieran callado al verme entrar... Sabía que era una tontería, de todas formas, ¿por qué iban a hacer eso?

Mis ojos, como siempre, se dirigieron a Ryan, que también parecía haberse quedado en silencio, y para mi enorme sorpresa... ¡él también me miró a mí!
Tomé aire, sin saber reaccionar, y seguí caminando hasta sentarme en una mesita apartada, a varios metros de donde Ryan se encontraba sentado... ¡y me había mirado! Sentía que mis mejillas enrojecían, al recordarlo y aún tardé unos segundos más en darme cuenta de algo: silencio. El silencio seguía ahí, no era parte de mi imaginación.

Levanté la vista de la mesa y cuando lo hice, inesperadamente, me percaté de que todo el mundo me estaba mirando.

¿A mí? ¿Por qué?

Me miré a los pies. Quizás llevaba las zapatillas de andar por casa... pero no, llevaba mis deportivas blancas normales y corrientes. ¿Pantalones? No, no me había presentado en el instituto en bragas, ¡lo habría notado antes! Quizás llevaba el pelo de punta, o me había crecido un tercer ojo... me toqué la frente disimuladamente, cerciorándome de que no fuera así. ¿Y entonces qué le pasaba a toda esa gente?

Reparé en un detalle: todos y cada uno de ellos tenían un ejemplar de la revista del instituto en sus manos y los que no lo hacían, miraban las de sus compañeros con evidente interés. Algunos, de hecho, comenzaban a reírse entre murmullos al fondo de la cafetería.

Pasaba algo con la revista, era eso. Me apresuré a descolgarme la mochila y saqué el dichoso libreto de la parte de atrás. No la había leído con detenimiento porque era algo que prefería hacer en mi casa por la noche, con más calma, pero en ese momento estaba asustada.

Abrí la revista por la página 6, sabiendo que allí estaba mi artículo. Una parte de mi mente me dijo que no lo hiciera, que lo dejara correr y que esa gente tan solo me miraba porque se habían sorprendido de la cantidad de datos verídicos que daba sobre la contaminación en la ciudad... pero sabía que no era eso, no podía serlo...

Y fue entonces cuando me quedé bloqueada. En ese mismo momento mis manos comenzaron a sacudirse y mis ojos se abrieron muchísimo. Y el silencio se hizo más incómodo y más pesado a cada segundo que pasaba, pues mis ojos contemplaban, atónitos, que no era mi artículo medioambiental el que se encontraba delante de mí, nada más lejos de la realidad.

Con letras claras y con un texto que terminaba firmado por mi nombre en letras rojas, se leían con toda claridad estas palabras: «EL DÍA QUE ME ENAMORÉ DE RYAN FIENNES».

Sin darme cuenta, comencé a temblar.


¿Os ha gustado? ¡Pues ya podéis seguir leyéndola en mi perfil! Os dejo el link en el primer comentario <3
Mil gracias por venir a leerme :)

¿Os ha gustado? ¡Pues ya podéis seguir leyéndola en mi perfil! Os dejo el link en el primer comentario <3 Mil gracias por venir a leerme :)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Noche de Fuego. (DISPONIBLE EN PAPEL)Where stories live. Discover now