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Cada voto y cada comentario cuentan :)   

Cuando Marc llegó a la librería el lunes estaba de mal humor. Había decidido hablar con Kim y aclarar que entre ellos no podía suceder nada, y para colmo, se había cruzado con Frank después de salir de casa.

Nunca había tenido tantas ganas de correr y golpear a alguien, pero se había controlado y lo había ignorado. Le había parecido oír algunos insultos hacia él, pero no ganaría nada tirándole una piedra a la cabeza a ese cobarde.

Entró a la librería un poco asustado. La verdad era que no sabía qué hacer o cómo reaccionar. Se sorprendió cuando en lugar de Kim, quien estaba dando vueltas cogiendo y llevando libros era Simon.

—Hola.

El chico respondió al saludo alzando la mano. Desde que Marc había comenzado a trabajar en la librería no había hablado demasiado con Simon, la verdad es que entendía que no le cayera demasiado bien. Es más, le parecería raro no caerle peor.

Desde niños siempre habían sido un poco forzados a estar juntos y siendo sinceros, los intentos de sus padres nunca habían tenido mucho éxito.

Simon siempre había sido tímido y su carácter suave se veía un poco aplastado por la competitividad y ese pequeño rasgo de crueldad que Marc poseía al ser un niño. Seguramente por eso no le había costado nada convertirse en el líder del “grupo problemático” aunque en realidad nunca se hubiera sentido uno de ellos ya que también poseía rasgos “buenos” como generosidad e incluso sensibilidad escondida detrás de esa armadura.

—¿Dónde está Kim?

—Viene luego, estaba ayudando a mi madre a noséquécosa.

Marc asintió y paseó la vista durante unos segundos por la librería, sin Kim y sin ningún cliente se sentía un poco fuera de lugar, aunque la sensación no duró mucho, puesto que la puerta se abrió y ella entró cargando con una gran caja de cartón en la que meterían algunos de los libros para trasladarlos a la librería de Coolidge.

Estaba muy guapa, llevaba un fino vestido negro y corto que se ajustaba perfectamente a su menudo cuerpo. Marc sintió un escalofrío en cuanto la vio.
Como siempre, sus zapatos eran tan altos como su cabeza y pareció que tropezaría con la gran caja, pero logró mantener el equilibrio en el último segundo.

—Hola, chicos.

Kim sonrió tímidamente al ver a Marc y él no pudo resistirse a devolverle la sonrisa.

¡Joder, eso estaba mal! Tenía que “cortar” o algo así con ella, no sentir las manos sudorosas ni la boca seca al verla.

Cambió su expresión con dificultad por una seria. Kim entornó sus ojos verdes al verlo y dejó la caja en uno de los lados para que no molestara.

—¿Te ocurre algo?

—No, sí… Bueno, necesito hablar contigo.

Los ojos de Marc se dirigieron a Simon y Kim supo que se trataba de algo serio. Una parte de su cerebro pensó que quizá se encontraba relacionado con la visita que Kelsey había decidido hacerle esa mañana, pero rezó porque no fuera así.

Como no podía decirle a Simon que dejara de colocar los libros, se dirigió hacia la trastienda seguida por él y una vez dentro, Marc cerró la puerta,  esperando que la charla no pudiera oírse desde fuera.

—¿Y bien? —Kim puso los brazos en jarras.

No sabía cómo empezar, es más, ¡tampoco sabía cómo terminar ni qué decir! Se lo había preparado, sí, pero ahora con ella frente a frente no podía ni mover los labios.

Noche de Fuego. (DISPONIBLE EN PAPEL)Where stories live. Discover now