#42: Lo tengo todo.

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Naomy

Estúpida lluvia, estúpido banco, estúpido frío.

No sé desde hace cuánto tiempo estoy aquí, al salir del apartamento empecé a caminar sin rumbo exacto, mis pensamientos me dominaron y no supe cuando parar.

Froto mis manos para generar mayor calor, pero es inútil.

Para ponerle la cereza al pastel, mi ropa está empapada de agua de lluvia y lodo, se podría decir que caminar sobre charcos no es una buena idea, en cualquier momento se puede resbalar.

Mi mandíbula tiembla debido al frío, abrazo mis piernas y apoyo mi cabeza en mis rodillas.

Tengo miedo, pánico. No quiero que ese tipo se vuelva a acercar, no quiero que me vuelva a tocar, no quiero ser débil de nuevo.

El frío ya adormeció mis pies y estoy segura que mi temperatura corporal ha disminuido.

Alguien se sienta junto a mí. Es extraño, la lluvia ha ahuyentado a los niños del parque hace mucho.

- Este es en el último lugar que creí que te encontraría.

Me giro hacia Ángel – ¿Y por eso viniste? Creí haber pedido estar sola.

No te vayas.

- Eres muy impredecible, muñeca.

Aprieto mis labios, tratando de controlar mis ganas por abrazarlo y contárselo todo.

Por unos largos minutos, el silencio se extiende, él se queda inmóvil junto a mí.

- Todos estamos buscándote.

- Todos me lo ocultaron.

- Escucha, no sé lo que ocultan tú y tu familia. Hace unos meses, cuando te propuse ir a la casa de los abuelos, fui a hablar con tu madre, entonces recibió una llamada que no la tomó nada bien, incluso su presión bajo, me rogó que te llevara conmigo. Debes creerme, solo quiero que estés bien.

No lo estoy.

Él también lo sabía, aunque no estaba enterado del todo.

- Adiós, Ángel.

Cállate de una maldita vez, Naomy.

- ¿En serio quieres que me vaya?

Mi instinto me ordena a alejarlo de mí. Sé que no se irá.

Antes de poder decir algo más, se levanta y me da la espalda, caminando hacia algún otro lugar.

Y es cuando mi autocontrol se desvanece.

- ¡Ángel!

No espero a que se gire y corro hacia él, dejo que me envuelva entre sus brazos y hago exactamente lo mismo.

Esto se siente increíblemente bien.

Dejo de lado los rencores, nuestras peleas, lo último que ha sucedido y me concentro en él, en su aroma y en su tacto.

- Sh – su mano acaricia mi cabello de manera delicada.

Al suspirar, es cuando noto que estoy llorando, no un llanto disimulado. Si estuviéramos rodeados de más personas estoy segura que voltearían a nosotros.

Es una de las pocas veces que lloro frente a alguien, a pesar de lo sucedido, Ángel es muy especial para mí, tras muchos intentos no puedo evitar seguir amándolo.

En sus brazos me siento segura, protegida y aunque suene irónico, amada.

- Todo estará bien. Te lo prometo.

Nuestro MomentoWhere stories live. Discover now