#12: Son nada.

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Ian

Observo el dibujo, no está mal.

Los primeros bocetos eran de una mujer desconocida, traté de crearla, sus ojos, su nariz, sus labios, todo. Pero no lo logré, últimamente la mujer se parece mucho a Stephanie. Maldita sea, es ella.

Por un momento creo que escucho su voz junto a la de mamá, cuando creo que me he vuelto loco escucho unos golpecitos en la puerta.

Me acerco con cautela y la abro.

Allí está ella, la chica del dibujo, mirándome con las mejillas sonrojadas. Sus ojos se abren cual platos y mira a los costados.

- Eh, te traje algo.

- ¿A mí? Pasa.

Abro la puerta y hago un gesto con la cabeza.

- ¿Podrías...? Ya sabes tú...

Frunzo el ceño y sigo su mirada.

Oh, ya entiendo.

Rio y me acerco a ella - ¿Qué sucede, bonita? ¿Te pone nerviosa el que el que esté sin camiseta?

Mira hacia otro lugar, en donde se encuentra su dibujo. Doy zancadas hasta llegar frente a ella y disimuladamente oculto el cuaderno.

- Claro que no, solo... estaría más cómoda si te la pusieras.

Asiento y me pongo una polera.

- ¿Qué es lo que tienes para mí?

Traga en seco y me tiende unos papeles – Bien, pues... recibí un folleto, promocionando una universidad – aclara su garganta – Recordé que... dijiste que habías pensado en estudiar arquitectura. Investigué sobre la carrera y... - vuelve a señalar el papeleo.

Me quedo de piedra.

- ¿Has hecho todo esto por mí?

Sonríe dulcemente – Pues... ¿sí? Quizá sea una tontería, pero... no lo sé, me acordé de ti. Espero no molestarte.

- ¿Molestarme? – pongo mi mano sobre la suya. Para sorpresa mía no la retira, su mirada continua sobre la mía – Al contrario, muchas gracias. Hace unas semanas estuve meditándolo, solo que no tuve tiempo para investigarlo.

Muerde el interior de su mejilla y se encoge de hombros – Yo quería disculparme por lo de la otra vez, salí de la nada.

- Tranquila, yo fui quien se metió en donde no lo llamaban.

- Dylan fue...

- No tienes que explicarlo si te incomoda.

- Nono, yo... lo pensé y realmente fui muy tonta, yo ya lo superé, eso creo – ríe suavemente – Dylan fue mi novio.

- ¿Fue?

- Desde que lo conocí se convirtió en una especie de platónico y cuando se fijó en mí yo... me sentí realmente en las nubes. En ese entonces, era una chiquilla inmadura, supongo que ya lo sabes.

- Abby mencionó algo parecido – confieso con cierta vergüenza.

Asiente – Bien, pues tiene razón. Me encantaban las fiestas, emborracharme y ese tipo de cosas. Dylan y algunas amigas solían acompañarme en esas ocasiones. Acostumbraba a ir al baño cada treinta minutos, enjuagaba mi rostro y volvía; pues resulta que esa noche hice lo mismo solo que cuando volví encontré a mi novio metiéndole la lengua a una de mis amigas, ella parecía muy cómoda.

Nuestro MomentoWhere stories live. Discover now