#1: Reencuentro

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Naomy

Sebastián aparca el auto frente al edificio de piedra; es increíble como a pesar del tiempo sigue manteniendo el aspecto a "cárcel".

El mismo guardia anciano y calvo se encuentra haciendo lo que parece ser su actividad preferida, dormir frente al portón; es curioso, la última vez que lo vi hacía lo mismo.

Salgo del auto y me apoyo en el capote, bajo las gafas de sol.

Trago saliva, es algo raro volver a estar en este lugar, siento que mis piernas flaquean.

¡Basta! Tú puedes con esto.

- ¿Te aseguraste de que no nos seguían paparazzis? – escucho la voz de Sebastián, quien sale del auto y me ofrece una sonrisa.

- Supongo que en esta ciudad estamos más tranquilos – aseguro.

- Extraño dar autógrafos – bromea con un puchero en los labios.

Ian también baja del auto y abre la maletera – Necesito ayuda – dice sacando el equipaje.

Le doy una mirada a Sebas y me encojo de hombros - ¿Abby no debería ayudar?

Siento la mirada divertida de Ian sobre mí – Está cansada.

Ignoro su comentario y me dirijo a la ventanilla del auto, doy unos cuantos golpecitos logrando despertarla de su sueño – Despierta bella durmiente, llegamos ya.

Con sorpresa se levanta y abre la puerta, su mirada delata cierta pisca de molestia – Que lindo... lugar. Ian ¿vivías aquí?

- No, de hecho, es la primera vez que vengo – explica – Cuando Naomy y mamá se mudaron aquí, ya había decidido mudarme a Inglaterra.

Desde aquí se puede ver la admiración con que mira Abby a Ian, realmente no sabe disimular muy bien sus gustos – Eh, rubia, cierra la boca, las moscas abundan.

Inmediatamente la cierra - ¿Moscas? – pregunta con asco.

- Sí, moscas – explica Sebastián – ya sabes de esas pequeñas y redondas que hacen bssss...

- Olvídalo – digo al ver su mirada confusa – Vamos, mamá está esperando.

A lo lejos se distingue la voz de Abby, pidiéndole a Ian llevarla al lugar donde se hospedará. Ambos se despiden a lo lejos y desaparecen del lugar. Lanzo un suspiro de alivio y continúo mi camino.

- No te agrada ¿verdad? – pregunta Sebastián.

Arrugo mi nariz – No, estoy muy agradecida con ella, pero simplemente no me agrada. Es como tener la jodida vocecita de un dibujo animado en mi oído.

- Eres un poco evidente – hace una pausa y traga saliva – Por cierto, tengo que contarte algo.

- Suéltalo.

- Bien, ayer... - su vista se pierde en el fondo del lobby - ¿Qué mierda...?

Sigo su mirada, en donde se encuentra un tipo tirado en el suelo, parece dormido.

- ¿Está borracho?

- Parece que sí, ven.

Permanezco en mi lugar mientras veo como mi amigo se dirige al borracho y lo ayuda a mantenerse de pie - ¿Qué esperas? No pretenderás dejarlo en el suelo.

- Acabas de leerme la mente.

- Por favor.

Ruedo los ojos y me acerco al par de chicos. El borracho balbucea unas cuantas palabras y deja caer su peso en nuestros brazos.

Nuestro MomentoWhere stories live. Discover now