#32: Lo más bonito.

25 1 0
                                    

Stephanie

Levanto lentamente el dobladillo de su camiseta y clavo mis uñas en su espalda. Se aleja ligeramente y se la quita antes de regresar nuevamente a mis labios. Paso una mano por su cabello y con la otra acaricio su costado.

Sus besos descienden poco a poco por mi cuello, dándome una sensación de puro placer. Sus manos bajan por mi trasero, antes de apretarme contra él, haciendo que tenga mayor contacto con su erección.

- Ian...

Sus labios descienden más, llegando a la zona que mi suéter deja al descubierto, muerde ligeramente mi hombro y gruñe. De un momento a otro, siento sus caricias ascendiendo por mi abdomen, una de ellas se posa sobre la copa del sujetador mientras la otra se mantiene en mi costado.

Sus ojos se detienen en los míos, como pidiendo permiso. Le sonrío tímidamente antes de separarme de él y dejar que me quite el suéter.

Ian simplemente me observa con una expresión que no logro deducir. Su mirada recorre todo mi abdomen antes de empezar con las caricias. Con las manos temblorosas trata de desabrochar el sostén, fallando en el intento.

No puedo evitarlo y rio - ¿Necesitas ayuda?

- No, yo puedo – dice con una expresión de concentración.

Por el contrario de lo que parece, esta situación no resulta incómodo, si no graciosa, haciendo más único el momento.

- De acuerdo, sí necesito ayuda – frunce el ceño, y se da cuenta de la situación – No te rías.

- Lo siento, no puedo evitarlo – me llevo las manos hacia el broche y hago lo que pretendía él.

No me lo quito de un tirón, continúo besándolo, escuchando los sonidos guturales que emitimos y sintiendo sus caricias. Poco a poco sus manos van bajando los tirantes y lo retira suavemente.

- Realmente eres hermosa.

- Es conveniente decirlo en este momento.

- ¿Puedo...?

Algo nerviosa y con el corazón a mil, asiento antes de sentir sus manos en mis pechos. Ahogo un jadeo y me concentro en su tacto, sus pulgares masajean mis pezones y sus labios están sobre mi clavícula, bajando lentamente. Un torbellino de sensaciones me envuelve al sentir su lengua delinear un camino hacia uno de mis pechos y besarlo apasionadamente.

Gimo su nombre una y otra vez, incitándole a que continúe. Muerde, lame y chupa mi pezón, que ahora está erecto por su contacto. Creo que terminaré más rápido de lo que esperaba.

Desciendo mis manos hacia su cremallera, y empiezo a desabotonar su pantalón. Poco a poco se recuesta sobre la cama, conmigo sobre él, y se remueve para que el pantalón baje. Es la primera vez que veo a Ian en bóxer, puedo ver que sus mejillas se vuelven rosadas de una manera adorable, lo que me dice que no soy la única nerviosa. Me ayuda a quitarme el pantalón con la misma estrategia, sin separarse de mí.

Su mano acaricia mi entrepierna por encima de la fina tela, me quedo sin respiración. Su mirada sobre mí me hace sentir hermosa y deseada.

Muevo suavemente mis caderas sobre su parte rígida, queriendo obtener más.

Y es cuando se separa – Mierda.

- ¿Qué pasa?

- Yo... - la respiración le falla – No traigo protección. Bueno, sí, pero está en la mochila, en la que se supone que es mi habitación.

Nuestro MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora