#38: Confesión.

29 2 0
                                    

Naomy

Cuando despierto, inmediatamente veo el reloj colgado en la pared. Ya es más de media noche.

Ian me dijo que se iría a casa con Stephanie y vendrían mañana, Abby quedó en ayudar a transportar las maletas de la casa de los abuelos Hastings hasta el apartamento, luego dormiría y volvería al hospital.

Veo a mamá echada en uno de los sofás, con una manta tapada, de hecho, no parece tan incómoda. Pero cuando giro hacia otro lado mi corazón se acelera. Ahí está Ángel, encogido en una silla, son los brazos cruzados y el ceño fruncido. Él sí parece estar pasando una mala noche.

Es demasiado terco. Nuestra última discusión fue acerca de esto precisamente, le insistí en que fuera a su casa y descansara, pero simplemente se negó e ignoró mis comentarios.

No puedo evitar sonreír al verlo. Parece tranquilo, totalmente en paz.

- Ya sé que soy muy apuesto, pero estoy seguro que los amigos no se miran así - dice aún con los ojos cerrados, una sonrisa burlona empieza a formarse en su rostro.

Aparto mi vista inmediatamente, fingiendo estar viendo a alguna otra parte.

Abre los ojos y se acomoda en la pequeña silla.

- ¿Estás muy incómodo?

- He estado en peores situaciones.

- Te dije que debías ir.

- Y ya empezamos nuevamente con eso - rueda los ojos - Ya te dije que no lo haría y no me arrepiento. No me arriesgaré a que te pase algo.

Intento ocultar mi nerviosismo mientras lo observo con desdén.

- Estoy en un hospital ¿qué podría pasarme?

Se queda en silencio por un tiempo, supongo que buscando excusas.

- Como sea, tú solo vuelve a dormir.

- No puedo, esta cama es demasiado dura, además, dormir en una sola posición es muy incómodo.

Para mi sorpresa, acerca su silla y toca mi yeso. Aunque no esté tocando directamente mi piel su tacto no me es indiferente.

Malditas hormonas.

Se supone que seríamos amigos, los amigos no desean que sus otros amigos los besen, abracen o toquen.

¿Qué me has hecho Ángel?

Su mirada sigue sobre el yeso, aún con el ceño fruncido.

- Supongo que estás son malas noticias.

- Lo son. Will dijo que no podré bailar por un largo tiempo. Llamé a mi representante y le pedí un poco más de tiempo.

- Lo lamento.

- Tranquilo, todo depende de cómo sane mi pierna.

- Solo debes esperar a que dentro de unas semanas el hueso reemplace a las callosidades suaves, luego verás las diferencias en una radiografía.

¿Ah?

Proceso todo lo que acaba de decir. Realmente parece haberse informado del tema. Es curioso, nunca lo habría imaginado.

Parece percatarse de mi confusión, por lo que inmediatamente se explica.

- Eso es lo que leí en un folleto.

- Es genial que te hayas informado. Gracias.

- Haría lo que sea por ti.

Terreno peligroso, hormonas inquietas, corazón a mil.

Nuestro MomentoМесто, где живут истории. Откройте их для себя