Naomy
Abro los ojos, no recuerdo exactamente el momento en que me dormí, pero me siento muy descansada. Me giro sobre la cama y me acomodo. Abro mucho los ojos cuando veo a Ángel recostado junto a mí, está profundamente dormido.
No sabía que había dormido junto a mí, los recuerdo de ayer llegan a mi mente, sin saber muy bien porqué, pero sonrío. Las cosas han cambiado mucho últimamente, no puedo negar que me gusta estar así, junto a él, a pesar de todo el desastre por el que pasamos. Definitivamente las barreras se han caído, él se encargó de destruirlas.
Pongo el índice sobre sus labios y juego con ellos, parece realmente tranquilo y me encantaría ser la causa. Acomodo un pequeño mechón que se coló en su frente, y paso mi mano por su mejilla.
Abre los ojos y frunce el ceño antes de desperezarse.
- Eso se siente bien. Buenos días, muñeca.
- Buenos días, casanova ¿dormiste bien?
- Sería muy cliché si te dijera que dormí de maravilla, pero la verdad es que no, cierta señorita patea mientras duerme.
- Yo no hago eso.
- Claro que sí – comenta acercándose.
Desliza una mano hacia mi cintura, me acurruco contra él mientras siento su otra mano acariciar mi barbilla. Sus labios se acercan a los míos, tras unos pocos segundos ya estamos besándonos, nuestras piernas se enredan junto a la mía y muerdo su labio superior, reprimiendo ciertos ruidos que amenazan con salir de mi garganta.
Una de sus manos desciende por mi pierna y la acaricia lentamente.
Y justo en ese momento unos golpes se escuchan, rompiendo todo el momento.
- Hermosa – reconozco la voz de mamá. Mierda - ¿Estás despierta?
- Sí, un momento – me giro hacia Ángel y le hago señas – Bajo la cama – susurro.
Aunque su rostro de preocupación es realmente gracioso, no es momento para reír. Cuando ya está bajo la cama, sus pies aún sobresalen.
- Mierda. En el ropero.
- ¿Naomy?
- Sí, mamá, solo... tengo un calambre en el pie.
- El ropero es muy pequeño – susurra, busca con la mirada algún lugar. Le señalo el baño, al que entra rápida y silenciosamente.
Me levanto y abro la puerta.
- ¿Cómo amaneciste, mi niña?
- Bien, má.
- Ayer por la noche me encontré a Ángel, parecía muy interesado en querer conversar contigo – aprieto los labios, tratando de reprimir una sonrisa.
- Sí, me pidió dinero prestado – miento – Pero se fue rápido.
- Ah, escucha, debo hablar contigo.
Esto me huele a conversación larga y preguntas sobre como llevo mi vida sexual. Ella suele usar ese tono cuando planea conversar sobre esos temas. Y no necesito a Ángel escuchando nuestras conversaciones sobre eso.
- Oh ¿Viste la hora? Debo ir con Lizzy, se me hace tarde.
- Quizá ella pueda esperar un rato, lo que debo decirte...
- Podemos hablar luego, mamá. Voy retrasada.
Me levanto de la cama, tomando una camiseta y un pantalón cualquiera antes de entrar en el cuarto de baño junto a Ángel. Su ceño de frunce al verme pasar por la puerta, pongo mi índice entre mis labios, indicándole silencio.
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Nuestro Momento
Novela JuvenilHace unos cuantos años Naomy abandonó su hogar, ¿la razón? Un corazón roto y una propuesta irresistible que elevaría su carrera. Ahora, tiene una vida que nunca se imaginó, disfruta de ciertos lujos y comodidades. Pero... ¿qué sucede cuando es hora...