#24: Mejor de lo que pensé.

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Naomy

Abro los ojos, no recuerdo exactamente el momento en que me dormí, pero me siento muy descansada. Me giro sobre la cama y me acomodo. Abro mucho los ojos cuando veo a Ángel recostado junto a mí, está profundamente dormido.

No sabía que había dormido junto a mí, los recuerdo de ayer llegan a mi mente, sin saber muy bien porqué, pero sonrío. Las cosas han cambiado mucho últimamente, no puedo negar que me gusta estar así, junto a él, a pesar de todo el desastre por el que pasamos. Definitivamente las barreras se han caído, él se encargó de destruirlas.

Pongo el índice sobre sus labios y juego con ellos, parece realmente tranquilo y me encantaría ser la causa. Acomodo un pequeño mechón que se coló en su frente, y paso mi mano por su mejilla.

Abre los ojos y frunce el ceño antes de desperezarse.

- Eso se siente bien. Buenos días, muñeca.

- Buenos días, casanova ¿dormiste bien?

- Sería muy cliché si te dijera que dormí de maravilla, pero la verdad es que no, cierta señorita patea mientras duerme.

- Yo no hago eso.

- Claro que sí – comenta acercándose.

Desliza una mano hacia mi cintura, me acurruco contra él mientras siento su otra mano acariciar mi barbilla. Sus labios se acercan a los míos, tras unos pocos segundos ya estamos besándonos, nuestras piernas se enredan junto a la mía y muerdo su labio superior, reprimiendo ciertos ruidos que amenazan con salir de mi garganta.

Una de sus manos desciende por mi pierna y la acaricia lentamente.

Y justo en ese momento unos golpes se escuchan, rompiendo todo el momento.

- Hermosa – reconozco la voz de mamá. Mierda - ¿Estás despierta?

- Sí, un momento – me giro hacia Ángel y le hago señas – Bajo la cama – susurro.

Aunque su rostro de preocupación es realmente gracioso, no es momento para reír. Cuando ya está bajo la cama, sus pies aún sobresalen.

- Mierda. En el ropero.

- ¿Naomy?

- Sí, mamá, solo... tengo un calambre en el pie.

- El ropero es muy pequeño – susurra, busca con la mirada algún lugar. Le señalo el baño, al que entra rápida y silenciosamente.

Me levanto y abro la puerta.

- ¿Cómo amaneciste, mi niña?

- Bien, má.

- Ayer por la noche me encontré a Ángel, parecía muy interesado en querer conversar contigo – aprieto los labios, tratando de reprimir una sonrisa.

- Sí, me pidió dinero prestado – miento – Pero se fue rápido.

- Ah, escucha, debo hablar contigo.

Esto me huele a conversación larga y preguntas sobre como llevo mi vida sexual. Ella suele usar ese tono cuando planea conversar sobre esos temas. Y no necesito a Ángel escuchando nuestras conversaciones sobre eso.

- Oh ¿Viste la hora? Debo ir con Lizzy, se me hace tarde.

- Quizá ella pueda esperar un rato, lo que debo decirte...

- Podemos hablar luego, mamá. Voy retrasada.

Me levanto de la cama, tomando una camiseta y un pantalón cualquiera antes de entrar en el cuarto de baño junto a Ángel. Su ceño de frunce al verme pasar por la puerta, pongo mi índice entre mis labios, indicándole silencio.

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