Capítulo 9

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La alarma de mi móvil suena abro los ojos lentamente me estiro en la cama, de pronto las imágenes de esta madrugada llegan a mi mente.. ¿Qué has hecho Ginebra?. Me pregunto a mi misma que aunque por más que lo quiera negar me encantó. Mi cuerpo se encuentra dolorido, aún me encuentro desnuda y en mi mente llegan pequeños flash de lo que pasó con William. Busco a William por toda la habitación pero no está por ningún lado, siento una punzada de decepción al imaginar que él despertaría junto a mi está mañana. 

Pero lastimosamente esta es la realidad, que ingenua he sido y es aquí es cuando comienza la cruda moral, las lamentaciones y la culpabilidad de haber sido tan débil por dejarme llevar por la tentación carnal. Lentamente me pongo de pie con mi cuerpo dolorido, enredo la sabana sobre mi cuerpo, dirigiéndome al cuarto de baño. Entro y voy hasta la ducha abro el grifo espero a que el agua tome temperatura, un buen baño es lo que necesito para que se lleve un poquito las huellas de su contacto físico, aún tengo su aroma sobre mi piel me arde la cara de vergüenza me siento tan tonta.

Dejo resbalar la sabana cayendo al frío piso de mármol, me observo unos minutos en el espejo, mi rostro tiene otro semblante en mis ojos hay un brillo deferente olvido cualquier pensamiento absurdo y me adentro a la ducha, el agua hace su trabajo tallo mi cuerpo con jabón aplico shampoo en mi cabello y enjuagó. Me quedo un momento dejando correr el agua sobre mí, imágenes vienen y van de mi mente, la forma en la cuál me hizo sentir cuando sus manos recorrían cada parte de mi anatomía. El sabor de su boca esos besos tan adictivos me fascinaron de sobremanera. Salgo de mis pensamientos tomo la toalla y la enredo al rededor de mi cuerpo, salgo del cuarto de baño llego al armario, al abrir la pequeña puerta es donde comienza una guerra mental. ¿Será correcto seguir usando el hábito?. He faltado a mi juramento, ya no soy digna de llevarlo puesto, no tengo ni una gota de castidad, pero sería extraño para la señora Melina mirarme sin el y no deseo que me cuestione moriría de la vergüenza. ¿Qué se llegara a enterar de lo que paso entre su hijo y yo? Sería la peor vergüenza es mejor usarlo necesito ir a la iglesia a confesarme está situación me agobia, necesitaré hablar con la madre superiora y contarle la verdad no puedo mentir de esta forma. 

Salgo de mis pensamientos y continuó, seco mi cuerpo aplico crema corporal con olor  vainilla tomo el hábito y me visto, seco mi cabello y lo peino me coloco la cofia salgo de la habitación llego hacia la puerta de Melina, estoy muy nerviosa es mi mente la que me traiciona. Doy dos pequeños golpes a la puerta, escucho Melina ceder el paso tomo aire y lo suelto, entro ella está recostada en la cama aún..

─Buen día Ginebra como te encuentras hoy?. ─pregunta y a mi mente viene la culpabilidad se nota que trata de disimular pero es muy evidente su estado de animo .

─Muy bien Melina. ¿Usted como amaneció?. ─pregunto tratando de sonar natural.

─Igual hija mi cabeza duele cada vez más, ¿Sabes? está mañana desperté y raramente miraba un poco borroso, me asuste un poco pero pasado unos minutos todo volvió a la normalidad me sentí horrorizada por un momento. ─

─Todo estará bien Melina no se agobie. ─la animo un poco tratando de ser convincente, le tiendo una dosis de pastillas y el vaso de agua, ella las toma y centra su mirada en mi, me siento triste no me agrada mirarla sufrir así, ella es tan buena persona que no merece pasar por algo así.

─¿Sabes Ginebra? me hubiese encantado que mi hijo te hubiese conocido en otras circunstancia, eres una persona tan noble de buen corazón. A estas alturas ya serían una familia para ser más sincera me habría gustado que fueras mi nuera. ─me atraganto con mi propia saliva, con su confesión me ha dejado un tanto anonadada, mi nivel de nerviosismo se dispara hasta los cielos, me aclaro la garganta me encuentro sin palabras realmente no se que decir.

Sentimientos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora