—Ya te lo dije, no me gustan los policías ni mucho menos tener que escuchar sobre asesinatos o criminales. —Kailan se gira y sonríe a él con los labios sellados—. Pero podemos vernos en CC Jitters, hace años que no voy por esos rumbos.

—Es que ya no trabajas por esa zona, o pasas por ahí siquiera. ¿A qué se debe ese cambio repentino tuyo de querer tomar café allá? Creí que tú cafetería favorita era Mike's, esa que está al lado de tu trabajo.

—Oh, lo es. Pero mi jefa quiere que vaya a recoger unos libros por la paquetería de la zona, cerca de CCPN. —Kailan besa rápidamente los labios del chico y se gira hacia su ropa colgada, comenzando a buscar el atuendo perfecto para el día—. Y como probablemente vaya a llegar tarde igual que tú, sería bueno que tuviéramos un rato del día para nosotros, ¿no crees?

—Tú siempre piensas en todo, ¿no es así, nena? —Besa una vez más su cuello antes de detenerse a deleitarse con los labios de la chica, mientras ella le sigue el beso lo mejor que puede. Al separarse, él sonríe—. Ve a ducharte, mientras yo prepararé tu batido favorito.

—Está bien.

Kailan suspira en cuanto el chico sale por la puerta de la habitación que compartían. Theo Wood era un buen chico bastante atractivo para el ojo femenino e incluso el masculino en algunas ocasiones, no tenía una mala vida a su lado pues siempre intentaba hacerla feliz con cualquiera de sus ocurrencias que, aunque no la llenaran, la distraían por un rato. No es que no lo quisiera, pero no era lo que ella necesitaba. Había pasado una eternidad buscando a su humano después de haber entrenado en el fuerte desde los once hasta que la soltaron con diecinueve años en la ciudad donde vivió los primeros años de su vida; se dedicó a buscar por todos lados, pero era como si ella simplemente hubiese sido creada para fungir como una guardiana de comodín, de esas que se terminan pudriendo en la miseria sin su razón de existir. Cada día notaba más la ausencia de aquel ser, su piel morada en algunas zonas igual a los moretones y su palidez aumentaba, incluso las orejas y su pérdida de fuerzas. Theo estaba preocupado todo el tiempo por ella, pero Kailan se aseguraba de calmarlo de algún modo, después de todo él era su lugar seguro en donde podía olvidar la desgracia que había estado viviendo los últimos años. Definitivamente no podía dejar que creyera que estaba loca y finalmente perderlo.

Después de guardar su batido en un vaso de esos decorados que a él le encantaba regalarle, ella sale del pequeño y modesto apartamento en dirección a la editorial que prácticamente quedaba a tres cuadras de su casa. Otro punto que había que tomar en cuenta era que ciertamente ella no adoraba su trabajo. No lo tomen mal, amaba leer, pero justamente era, como todo en su vida, sólo un plan B. Las aventuras, emociones diarias y demás eran lo suyo, incluso aunque se empeñara en demostrarle a Theo lo contrario. Si no lo visitaba en CCPD era simplemente porque odiaba no haber tenido el valor suficiente de poder entrar a la academia o por lo menos entrenarse como médico forense, pero eso su pareja no tenía por qué saberlo. Seguramente pensaría que era una cobarde, y tampoco quería eso.

—Buenos días, Kailan. —Saluda aquella señora estilizada y de cabello rubio en cuanto sale del elevador.

Kailan sonríe hacia ella, dejando el bolso que cargaba en el hombro encima de su escritorio—. Buenos días, señora Monroe.

Teresa Monroe era la mejor jefa que había tenido. Desde el año pasado en que su padre, Eric Monroe, había decidido dejar la editorial en sus manos, ella se convirtió en la defensora de los trabajadores de su empresa que adoraba consentirlos de vez en cuando. Era una mujer increíble que a penas era mayor por un par de años, Kailan había aprendido a quererla de manera definitiva. Quizás era una de las personas más reales en su vida que usualmente era una farsa.

BACK FOR YOU » BARRY ALLEN/THE FLASHWhere stories live. Discover now