Capítulo 35 - Locura

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Disparos que hicieron que tuviéramos que dejar ese lindo momento de reencuentro.
Corrimos y nos escondimos de nuevo en el bosque. Desde donde estábamos, podíamos ver qué era, y qué estaba pasando.
Hicimos silencio.
Esperamos atentos.
Las personas esas que estaban disparando a cualquier lado, aparecieron, se dejaron ver.
Necesitaban ayuda, pero, no fue hasta que hablaron que nos dimos cuenta de que de se trataba de Philip, Briana, Andrew, Derek, Emma, y Chloe.
Salí corriendo sin pensarlo.
Me apuntaron, y casi disparan, pero entonces Philip soltó su arma, y corrió a abrazarme.
Laura salió, y todos nos saludamos.
El grupo estaba volviendo a unirse.
Éramos más cantidad ahora.
Necesitaban agua, entonces les dimos a todos de la poca que nos quedaba.

-Oigan, oigan... esperen un momento. -Dijo Philip, mientras se acercaba a Riley-. ¿Es esto posible?

-No lo puedo creer... ¿Cómo? -Dijo Briana-.

-En resumen, me sentía mal, como un estorbo, una carga para ustedes, y decidí fingir que no podía más. -Exclamó Riley-.

-¿Eres consciente de que Max se quitó la vida por ti? -Dijo Philip-.

-Oye, eso no era necesa... -Dije yo, interrumpido por Riley-.

-¿Es en serio? -Preguntó ella-.

-Sólo, olvida eso. Sí, él se quitó la vida, pero no fue tu culpa. Él sólo estaba mal, eso es todo. -Dije yo, tratando de calmar el ambiente-.

Se hizo entonces una quietud y un silencio molesto e incómodo.

-¿Y ahora? -Preguntó Derek, rompiendo el silencio-.

-Nada. Caminar, y caminar. Quizás sólo sean minutos, como lo pueden ser días. Vamos. -Dijo Philip-. Y, oigan, Miguel y Laura, ¿Qué carajos hacían allá?, ¿Qué es ése lugar?

-Es una larga y aburrida historia que no vale la pena contar. -Dije yo-.

Caminamos hasta dejar de ver bosque en cantidad a lado y lado.
La carretera parecía infinita.
Llegamos a un motel en medio de la nada, y decidimos descansar ahí.
Anocheció.

-Laura, amor, oye, ¿Me acompañas? -Le pregunté-.

-Claro... pero, ¿Pasó algo?

-Sólo ven, confía.

Nos tomamos de la mano, y subimos al techo del motel.
Nos acostamos y, comenzamos a charlar y a acariciarnos. Fue una linda noche, de esas que son necesarias en nosotros dos. El tiempo se pasó volando, y no lo había notado de tanto reír, y de tantos besos.

-Oye, mira la hora. Ya los chicos están durmiendo, y mañana será un largo día.

-Sólo... -Dije, y comencé a hacerle cosquillas, provocando en ella cierta risa que me encantaba-. Ahora sí, vamos a dormir.

Amaneció.
Nos reunimos de nuevo, y decidimos hacer algo, buscar algo, quizás, acabar con todo esto de una vez por todas.
Estábamos en busca de nuevos horizontes.
Algo teníamos claro, y era que no nos volveríamos a separar estando en campo abierto.
Decidimos simplemente caminar.

Según el mapa, si seguíamos esta dirección, llegaríamos a un manicomio, el cual seguramente tenía cosas escondidas que nos servirían. En el camino siempre que nos encontramos Z, los matábamos.
Llegamos, después de dos horas caminar sin parar.
Era un lugar inmenso, pero, ¿Cómo era que había un manicomio en medio de la nada?
Estaba cerrado, es decir, no había señales de que alguien hubiera podido abrirlo desde que empezó todo. Entonces, esto querría decir que adentro hay gente, quizás, o mucho más probable aún, miles de Z en sus celdas, o incluso en el comedor, en cualquier lado.
No había forma de entrar.
A Riley se le ocurrió romper el vidrio de la cabina donde se supone está el guarda, y eso hicimos.
Abrimos la puerta, gracias a Riley. O bueno, a su idea.
Íbamos con cuidado, porque no sabíamos qué nos podíamos encontrar.
Avanzamos hasta la entrada del lugar.
Se oían voces, incluso ese sonido fastidioso que hacen los Z.
Entramos. No fue difícil.
Todo estaba muy tranquilo.
De repente, aparece un hombre de la nada, y muy tranquilo.

The InfectionWhere stories live. Discover now