Capítulo 7 - Confianza

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Seguíamos tocando, pero parecía imposible el pensar que seguiríamos viviendo.
Escuchamos un ruido de adentro, creímos que nos escucharon.
Seguimos pidiendo que nos abrieran.
A parte, no teníamos con qué defendernos. Finalmente, después de mucha adrenalina quemada, nos abrieron.

-¡Entren! -Gritó un chico de adentro, de cabello rojizo-.


Era un chico, por lo que vi, muy tímido. Nos apuntaba en la cabeza con una 9mm.

-¿Quiénes son ustedes?, ¿Qué quieren? –Preguntó nervioso-.

-Oye, hermano, por favor, baja esa pistola, eso nos pone más nerviosos. -Dijo Philip-.

-Confía en nosotros, por favor. Venimos de la ciudad. Salimos hace poco menos de una semana, y la verdad las cosas no se nos han dado. Tres amigos muertos, muchos lugares que hemos dejado porque nuestras vidas se han visto en peligro. Eso somos nosotros. –Exclamé con las manos alzadas-.

-Está bien. -Y bajó la pistola, procediendo a revisarnos de pies a cabeza-. Sigan por acá.

Nos hizo muchas preguntas, todas las respondimos con la total verdad.
Él se aterró de nuestra historia, de todo lo que habíamos tenido que pasar. Finalmente lo hizo, se presentó.

-Pues, ok, está bien. Me llamo Félix. Tengo veinte años, y no estoy solo bajo tierra. Vengan. -Dijo él, con una actitud un poco inocente-.

Nos presentó a la otra persona que vivía con él, era chica, su nombre era Laura. Ella sí tenía nuestra edad, era muy simpática.

-¿Y ellos quiénes son? -Dijo Laura, muy aterrada y con pánico mientras se paraba de su silla-.

-Luego te explico. Sabes cómo soy con este tema, y mira, por algo los dejé seguir. Además sus vidas corrían peligro. -Replicó él-.


Les dimos las gracias por dejarnos entrar. -Pues bueno, ya que estamos aquí, sentémonos. -Dijo Laura, mostrándonos un sillón para que tomáramos asiento-.

-¿Y desde cuándo están acá? -Preguntó Riley-. Claro, si es que se puede saber... es raro que vayas por el apocalipsis y te encuentres con un búnker.

-Desde una semana antes de que esto comenzara a nivel mundial. Hace ya varios meses, aunque nos dimos cuenta de que el virus apareció en este país hace más o menos una semana, ¿No?

-Sí, así es. Y, ¿Por qué están aquí?, Perdón si soy muy entrometido, creo que es la falta de sueño, o el maldito dolor de espalda, no sé. -Dije yo, tratando de romper más el hielo-.

-Estamos aquí por razones un poco clasificadas, lo cual es obvio, es un búnker. –Respondió reservada Laura, mientras cruzaba su pierna-.

Nos entregaron un cuarto a cada uno, o más bien a cada pareja. Lucas se quedó solo.
No me había sentido tan seguro desde el Inicio del Fin. Eran dos buenos chicos, pero, todo esto llegaría a un fin como todo lo bueno que nos pasaba. El búnker presentaba fallas lumínicas, y por momentos sentía que me faltaba el aire.

-Oye, déjame ver cómo sigue esa espalda. –Preguntó Riley, levantando mi camiseta-.

-Aún duele un poco. -Le dije a Riley, mientras ella me revisaba y de paso me tocaba de manera dulce-.

-Tienes que descansar, pero sé que mañana el dolor habrá mermado.

-¿Cómo lo sabes? –Pregunté-.

-Es una corazonada... -Dijo ella-. Buenas noches, pequeño sobreviviente. –Concluyó ella, dándome un beso en la mejilla-.

Nos fuimos entonces a dormir. Pero, como siempre, no conciliamos el sueño de una. Hablamos, le pregunté que cómo sabía cómo estaría mi espalda al otro día, y dijo que hizo un curso de enfermería, o algo así le entendí.

-Creo que, es hora de intentar dormir de nuevo, ¿Qué te parece?

-Como digas, aguafiestas. -Se lo dije en tono de burla, y ella me pegó con la almohada-.


Riley descansaba, todos habíamos tenido un día agotador, muy fuerte, lleno de altibajos.
Me senté a pensar en más sobre el inicio de este fin. Recordé a nuestras familias. No me había quedado tiempo de nada, ni siquiera de pensar en la vida que solía tener.

Me levanté y salí del cuarto. Me encontré con Laura, quien estaba despierta, aún en la mesa de cuando nos recibió.

-Hola... ¿Miguel? –Dijo ella, fijando su mirada en la mía-.

-Hola, sí, sí, Miguel. –Respondí reservada y cortésmente-.

-¿Qué haces despierto a estas horas?, Pensé que estaban todos muy cansados. –Dudó ella-.

-Lo estamos, o por lo menos yo sí lo estoy. Es sólo que no logro conciliar el sueño de tanto pensar en todo. Me sorprende y me aterra saber que tan sólo ha pasado una semana. Es como una pesadilla donde los momentos felices duran un parpadeo. Es raro, porque jamás creí que esto fuera posible. No sé. Creo que ya hablé mucho, lo siento. –Dije, dándome vuelta para ir de nuevo a la cama-.

-No te preocupes, no pasa nada. Si te sirve de consuelo, que sepas que Félix y yo no sabemos de nuestra familia desde hace cinco meses.

Era buena chica, muy gentil a pesar de todo. Me habló sobre el búnker, y, efectivamente tenía fallas. La comida les sobraba, quizás aún para años.
A pesar de todo, nos acogieron bien, quizás seguirían con nosotros, o simplemente se quedarían ahí en el búnker y serían unos más en el camino.
Le conté la situación de nuestros padres, ella me dijo que sabía un poco más acerca de esto.
Me quedé igual de sorprendido que tú en este momento.

-Todo estaba planeado. La idea de soltar el virus H1XZ1 era reducir la sobrepoblación, esparciendo el virus mediante el ambiente, pero la cosa se salió de control, y un fallo hizo que los infectados no murieran, sino que por en cambio, se conviertan en zombies. El virus, como quizás muchos más virus, lo tenemos todos en nuestros cuerpos. Lo soltaron cierto día, y se mantuvo en el ambiente durante un mes, y luego desapareció. Pero ojo, porque sí, desapareció, pero no desapareció de los cuerpos ya infectados, o sea de todo aquel que en ese lapso estuviese expuesto.

-Ahora entiendo muchas cosas. -Dije, realmente sorprendido-. Entonces no es contagioso, como una gripa.

-Exactamente... Ah, y tú me hablaste de tus padres. Pues bueno, se los llevaron para intentar salvarlos. Están encerrados en diferentes búnkeres, así mismo en diferentes partes del mundo. Pero, los búnkeres pueden comunicarse entre sí, quizás podemos contactar con ellos. Pero no prometo nada, es sólo una idea.

-Oye, Laura, te agradezco por confiar y contarme todo esto. Pero, ¿Por qué confías en mí si tan sólo nos conocimos hoy?

-Me generas buena vibra, no sé, pero sí sé que no le vas a contar a nadie sobre esto, me lo dice mi sexto sentido. –Exclamó ella soltando una pequeña sonrisa-.

Pero, "lo bueno" no acababa ahí. Ellos dos tenían la vacuna. Al no estar expuestos mientras el virus andaba por ahí, no se infectaron. Me emocioné mucho al escuchar esto. Pero, me dijo que a nuestros padres les estaban trabajando una vacuna, porque, el virus salió y ellos apenas llegaban a los búnkeres. Los tiempos no coincidieron y lo tenían.
Fue muy gentil al ofrecerse para pasarme la vacuna, me dijo que ahora mismo podía hacerlo, y, no lo pensé un segundo. Pero, ¿Cómo se pasaría sin que ella fuera infectada? ¿Saliva? ¿Un beso? ¿Cómo? 

 Pero, ¿Cómo se pasaría sin que ella fuera infectada? ¿Saliva? ¿Un beso? ¿Cómo? 

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