—Esto es tu culpa... —Suelta en un siseo digno de una serpiente a punto de atacar, apretando las manos en puños a sus costados—. Si no le hubieses metido esas ideas en la cabeza, ¡Barry seguiría aquí!

—Bennett...

—Hija, tienes que calmarte. —Le pide el mayor de los Bennett con voz suave.

—No. —Brama.

La pelirroja aparta el tacto de su padre de golpe con un manotazo que no llega a herir al otro en ningún sentido, sus ojos verdes se colorean en su totalidad con un tono escarlata tenebroso y sus manos adquieren su natural aura roja con ella temblando por el esfuerzo que aplica en cada una de sus acciones que no parecían salirle con normalidad. Por su parte, Vincent y Marcus observan a la pelirroja impresionados por sus actos, perplejos por el aguante de la chica y la imposibilidad de sus actos. No podría siquiera tener sus esmeraldas transformadas de ese modo, no debería de estar sucediendo eso si...

Rojita, hey. —Vincent se coloca frente ella, sintiéndose pequeño ante la imponente postura de su amiga, y a pesar de eso intenta sonreírle para eliminar esa negatividad de ella—. Estás usando tus poderes.

—Sí, gracias por decir lo obvio, Weasley. Ahora muévete, no quiero lastimarte a ti mientras esté ocupada matándolo. —Sus fuentes chirrean por la tensión en la mandíbula de Kailan mientras le dice aquello a su amigo sin apartar la vista de Wells.

—No, no lo estás entendiendo. —La toma por los hombros para intentar hacerla entrar en razón antes de que ella cometiera una locura—. Tú en serio estás usando tus poderes. —Le susurra entre dientes, haciendo énfasis en cada palabra para darle más peso a ellas.

Sus ojos regresan al típico verde pacífico en ella, y la pelirroja cae en la cuenta.

—Yo... En verdad lo siento, Bennett. —Kailan niega con la cabeza sin querer permitirle al de anteojos seguir con sus disculpas vacías, volviendo en sí antes de girarse a su padre y a Vincent para tomarlos del brazo y sacarlos de la habitación en grandes zancadas. Escucha por última vez hablar a Wells—: Joe, llamaré a los chicos. Jesse, Wally, bajen, por favor.

Kailan suelta las muñecas de los dos hombres sin cuidado al encontrarse a una distancia considerable de la puerta, segura que de ese modo los demás miembros del equipo no podrían escucharlos bien aunque lo intentaran. La chica Bennett se cruza de brazos, mirándolos impacientes. Marcus suspira aparentemente resignado y decide tomar la palabra porque ciertamente Vincent tampoco tenía idea de la información que éste había estado guardando durante mucho tiempo, información que creía que jamás sería necesaria decirles. Unos pasos apresurados suenan por detrás, pero eso no distrae a ninguno de los tres guardianes.

—¡¿Cómo es posible que los esté usando?! Barry, él no... —La voz de la pelirroja se pierde en medio del susurro. No era capaz de admitir en voz alta que probablemente su castaño... Ya no existiera.

Marcus hace una mueca, para nada a gusto viendo a su hija luciendo tan consternada—. Querida, cuando tu madre murió, fue como si una parte de mí hubiese muerto con ella. Un guardián sin su humano no haya propósito ni para seguir respirando, simplemente el mago o la bruja se debilita hasta que finalmente éste... —Se corta, sabiendo que ambos jóvenes entenderían su silencio a la perfección.

—¿Y cómo es que usted sigue vivo? —Interviene Vincent.

—Por Kailan. —La nombrada ladea la cabeza, mirándola con ojos confundidos. Su padre a penas y sonríe, mirándola tan adorable como cuando era una pequeña criatura a penas aprendiendo sobre la vida—. Sabrina de algún modo dejó una parte suya en ella, la dejó para que yo no muriera.

BACK FOR YOU » BARRY ALLEN/THE FLASHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora