Trece

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__}Black Hat{__

Me aburría en casa y pensé que sería buena idea hablar un rato con la enana.

—Oye tu Antea –dije, sin conseguir respuesta –Selena –intenté y volví a fallar –tú, niña como te llames –al fin y de mal modo logré llamar su atención –ven acá un momento.

—¿Qué pasa Lord Black Hat? –preguntó sin levantarse de la silla donde estaba dibujando.

—¿Que haces enana? –decidí llamarla así por no poder recordar su nombre, soy un padre horrible –¿puedo verlo?

La niña me miro, como si mis palabras la sorprendieran –claro, mire –me mostró una hoja con un hombre de negro que tenía sombrero y alguien en bata, abrazados –este de aquí es usted –señaló al hombre con sombrero –y este otro es mi papá Flug –señaló al otro hombre –pensaba dibujarme junto a ustedes pero no se como –hizo un puchero, un poco frustrada y tomé el lápiz que tenía en la mano.

—Dame eso –sin mucha brusquedad le arrebate la hoja y comencé a dibujarla al lado nuestro –dime, enana.

Me interrumpió –no me llamo enana, me llamo Selene Atenea –me miró con un puchero en la cara.

—Como sea –le quité importancia y seguí dibujandola –¿porque nos dibujante así?

—¿Abrazados? –preguntó –¿acaso no lo sabe? Mi papá lo quiere mucho ¿usted no lo quiere?

Le entregué el dibujo y ella se puso a colorearlo, yo me quedé pensando en sus palabras.

—¿Porque debería quererlo? Él me abandonó –le respondí, sin despegar la vista de la hoja.

La niña me ignoró unos segundos en lo que terminó su dibujo –en un cuento que me leyó mi tío White Hat dice que el príncipe lucha por su princesa aunque estén muy lejos el uno del otro.

—¿Cuantos años dices que tienes? –pregunté al ver lo bien que se expresaba, ella levantó una mano, luego de analizarlo bien, bajó un dedo; tenía 4 años –¿Que tiene que ver un cuento de hadas con tu papá y yo?

—Mi papá es como una princesa –no pude evitar reirme, ese renacuajo era tan débil como una princesa y hasta su misma hija lo dice –y usted es como su príncipe ¿porque no lucha por él?

Volví a reirme y la niña al parecer no entendía la razón.

—Tú papá podra ser tan débil como una princesa pero yo no me rebajaría a luchar por él.

La niña pareció entristecerse.

—Ambos dicen lo mismo, pero ambos se quieren –cruzó los brazos y frunció el ceño de manera tierna. Con mi dedo, lo quité.

—No hagas eso –seguí moviendo mi dedo en su frente –te ves más fea de lo que ya eres.

Me levanté y me fui, viendo por una ventana que ya era tarde.

—¡NIÑA! ¡A DORMIR! –le grité desde la entrada de la casa y me fui de ahí, caminé sin rumbo fijo harto de estar en casa, de pensar en cosas innecesarias.

Caminé un buen rato, con la cabeza entre las nubes, distinguiendo una gran cantidad de aromas de alfas y omegas por la calle, seguí un olor que me resultó tan exquisito que mi fuerza interna me llevaba a seguirlo. Ese aroma me llevó a casa de mi hermano, me quedé afuera de su ventana deleitandome del aroma, sin importar que en mis pantalones algo me lastimaba, pero el tiempo siguió corriendo y el dolor en mi entrepierna crecía, había estado liberando feromonas a lo loco sin darme cuenta. Un rato después regresé a casa a liberar mis necesidades de la mejor forma que conocía; con el culo de Apolo.

Bailando con el demonio (Paperhat Omegaverse)Where stories live. Discover now