Tres

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•|Flug|•

El tiempo pasó, la noche cayó y según los apuntes faltaban por lo menos 10 sistemas más por instalar.

-¿Podemos seguir mañana, Black Hat? -pregunté mirando a mi jefe de reojo mientras conducía.

-Podrias estar durmiendo si no te hubieras encerrado 2 días enteros en tu absurdo laboratorio -respondió él -es tu culpa por no controlar tu cuerpo de Omega.

Black Hat podía ser grosero sobre mi utilidad y con el tiempo me había acostumbrado, era algo que no podía cambiar; sin embargo, cuando decía algo en contra de los omegas mi mente se nublaba con pensamientos negativos.

-No es mi culpa haber nacido así, yo no lo elegí y tampoco lo puedo cambiar -pensé, mis ojos quisieron llenarse de lágrimas pero no podía hacerlo. Tendría que guardarmelo para después.

El auto se llenó de un silencio sombrío y un tanto incómodo, me había quedado sin fuerzas para decir algo y dudo mucho que Black Hat quisiera decir otra cosa, él no sabe que me dolió y tampoco le lastimó decirlo; eso pasa porque no tiene corazón, yo quisiera poder ser igual.

La noche siguió, pasaron horas y lo único que él decía era que habías llegado. Instalamos 7 sistemas más y el amanecer estaba cada vez, estoy preocupado por 5.0.5, no pude decirle que me iba y ni siquiera lo he alimentado ¿estará bien con Demencia en casa?

-Llegamos al último encargo, inútil -sentenció el demonio y me tranquilice un poco -los demás aún no pagan así que no pudimos terminar la negociación, terminamos aquí y nos vamos a casa.

-De acuerdo Jef... fe -la felicidad de poder regresar al lado de mi cachorro estuvo a punto de hacerme romper mi propia regla.

Bajamos del auto y tocamos a la puerta, nos recibieron y en menos de media hora habíamos terminado, eran cerca de las 3:00 de la mañana.

En el tiempo que yo hacía registro de los miembros de la casa y los subordinados, Black Hat entró al auto.

-Esta todo listo, señor Black Hat -dije una vez abriendo la puerta del conductor, sin ver antes -Se... Señor ese es mi lugar -el demonio estaba sentado en mi asiento y ya había encendido el motor.

-Antes de ir a casa quiero llevarte a un lugar -dijo.

No dije nada, solo cerré la puerta y di la vuelta hasta el asiento del copiloto, en cuanto subí, el auto arrancó.

Black Hat condujo un rato, hasta un lugar alejado de la mansión y entonces me sentí confundido, miré por la ventana, pero no reconocía nada. El alfa se aseguró de cerrar todas las ventanas y puertas; entonces me llevó a la parte trasera de la camioneta y me tiró.

-Jefe ¿Qu-que está haciendo? -pregunté claramente nervioso entre balbuceos.

Llevaba tiempo investigando sobre el celo de los omegas, y descubrí que, a pesar de que solo tiene un efecto fuerte durante un día; la provocación de este por parte del alfa puede llegar a encenderlo con la misma intensidad hasta 2 días antes y 2 días después, cuando lo supe, algo dentro mío ya lo hacia, tal vez sea algo que mi cabeza olvidó pero que mi cuerpo, lo recordaba a la perfección. Y por eso, me confinaba al laboratorio.

-Nada que no hayamos hecho antes -contestó él mirándome con deseo, si lo investigación era cierta y él no llevaba protección, podría dejarme embarazado y, aunque lo quiera, aunque realmente lo quiera prefería que sea cuando ambos sintamos lo mismo.

-P... po... por favor aquí... Aquí no -supliqué y traté de traté de huir. Pero nada funcionó.

Black Hat liberó sus feromonas, llenó el ambiente de un agridulce olor a limón, el cual se llevó toda la fuerza de mi cuerpo.


-En casa hay mucha gente -respondió con una voz grave mientras retiraba lentamente mi ropa, torturandome -además nunca te habías negado Flug... ¿Pasa algo?

Las feromonas de alfa no tardaron en hacer efecto en mi mente, que comenzó a nublarse llenándose de lujuria y mi cuerpo que comenzaba a calentarse.

-A... Alguien podría descubrirnos -susurré, mi rostro, hombros y todo aquello que Black Hat tocaba ardía -po... Por favor, de... Detengase.

-No sé si hacerle caso a tu boca que pide que me detenga o a tu cuerpo que ruega por más -rozó sus labios con mi cuello, haciendo que una descarga eléctrica recorriera mi espalda.

-Si va a continuar con esto -pronuncié con la poca cordura que aún me quedaba -al menos márqueme po... Por favor -sus manos recorrieron mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna, donde se detuvieron para acariciarla sobre la tela.

-Vamos Flug... Sabes que sin importar lo que hagas, sin importar cuántas veces juegue contigo -por fin, una de sus manos bajó mi cremallera y con la ayuda de la otra arrancó la parte inferior de mi ropa. La vergüenza, la lujuria y todas las sensaciones parecidas, existentes y por existir hacían que aquello que Black Hat pronunciaba con desprecio, no dolieran.

Por lo menos, no ahora.

Me conozco lo suficiente como para saber que esto terminará destruyendome más adelante, mi mente no es tan fuerte como para soportarlo -nunca serás digno de tenerme a MI como tú alfa -finalizó Black Hat, remarcando algo que ya tenía claro, que tenía claro desde la primera vez. Qué él lo es todo y yo... Yo no soy nada.

Ambos estábamos ahí, en medio de la nada, completamente desnudos, dentro de una camioneta de entregas. Era cómodo saber que ahora mismo no me tenía que controlar, que lo había nadie que se molestara por el ruido; y sin embargo, había algo que no me permitía disfrutarlo del todo... Algo tal vez, dentro de mí.

-Flug -dijo y me arrancó la bolsa de papel de la cara, causándome un leve rasguño en la mejilla -sabes cuánto odio que uses esa cosa cuando lo hacemos.

¿Será eso? La bolsa... No, no es eso.

Probablemente sean aquellos momentos incómodos del día. Su desprecio hacia mi, hacia los omegas.

-Lo siento, señor.

-Ponme el condón, la noche no es para siempre parásito.

Hice lo que me ordenó, Black Hat llevaba tiempo acariciándome, prepararme para el momento donde él más se divertía -tu trasero escuálido ya está todo mojado, ¿Me quieres aquí, verdad? -dijo e introdujo un dedo dentro de mí.

-Ah -despues fue otro y me sentía bien, bastante bien.

-Tu cuerpo me respondió por si solo -su voz ronca cercana a mi oído hacia que mi cuerpo temblará cada vez más.

El calor me abundó tanto que el hecho de que la primera estocada fuera, sin duda alguna la más fuerte, no dolió.

Tal vez las hormonas... -ah, ah Black Hat -mi mente se quedó en blanco, solo me podía consentrar en las sensaciones, que segundo a segundo se volvía mejores, lo único que salía de mi garganta eran gemidos, suspiros y el nombre de mi jefe.

Probablemente, mi celo y el hecho de que mis hormonas no se hayan terminado de acoplar esten haciendo de esto algo sin par, tanto así que no me tardó más de 5 minutos llegar al orgasmo total.

Yo no podía más, estaba cansado pero Black Hat, él estaba dispuesto a tenerme cuántas veces se le fuera posible y no me iba a negar. Sabía que me utilizaba y aún así el hecho de ser tomado por el amor de tu vida era algo increíble, además, es la única cosa en la que no me puede llamar inútil.

Bailando con el demonio (Paperhat Omegaverse)Where stories live. Discover now