Capitulo 28

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Antes de que pueda levantarme, Evans se lanza contra mi y frota su barbilla llena de chantillí contra mi cuello.

—¡Evans! ¡No! ¡Mi vestido! ¡Mi vestido!— grito sorprendida, mitad muerta de risa, mitad a modo de defensa.

Se frota contra mi cuerpo riendo, levanta un poco su cabeza y sonríe  satisfecho de haber ganado la batalla.

Un espasmo me sacude por última vez mientras deslizo mis manos a lo largo de sus brazos. 

—Tienes por todos los lados.— señalo la crema que tiene encima.

—Tu también— me dice.

Nos reímos como dos imbéciles comprobando la magnitud de los daños. Nuestro pequeño juego y la proximidad de su cuerpo sobre el mío, toma rápidamente un giro diferente.

Los ojos de Evans se apoyan sobre mis labios. tienen un color diferente, mas oscuro.

—Es una estupidez... Vas a tener que quitarme el vestido... No puedo quedarme con todo este chantillí sobre mi. Sonrío mientras me retuerzo debajo de su cuerpo. 

Paso el dedo sobre un poco del chantillí que cuelga de su barbilla y lo deslizo entre mis labios con una lentitud calculada. Sé muy bien a que juego.

—Eres perversa. ¿Lo sabes?

—¿No lo has pensado cuando te has tirado sobre mi...?

Arqueo una ceja y sonrío ante su aire inocente. 

—¡Ah no! Ese no es mi estilo.— me sonríe de una forma encantadora que termina por hacer que me derrita en sus brazos... en su sofá. 

Lentamente desliza sus manos sobre mis muslos para coger la tela de mi vestido y subirlo lentamente hacia mi cuello.

Durante un instante deja el vestido sobre mi cara y besa mi vientre simplemente cubierto con la seda de mi ropa interior. La sensación de lo que me esta ofreciendo casi hace que me mareé.

Con sus grandes manos,  desliza el vestido a lo largo de mis brazos para dejarlo caer al suelo. Abro los ojos de nuevo, ávida por verle.

Es magnífico. Sus ojos, llenos de ternura, se fijan en todo mi cuerpo. Interiormente, me felicito por la elección de mi ropa interior. 

—Mi princesa... eres... verdaderamente una joya.

—Tu también lo eres...— cuando sus labios se posan sobre los míos, siento como un soplo de aire fresco. Solo la fina seda de mi ropa interior me separa de su ropa. 

Me arqueo para pegarme más a él, mientras deposita varios besos sobre mi cuello. Tengo ganas de sentir su piel sobre mis dedos. Quiero recorrer cada uno de sus músculos, cada centímetro de su cuerpo. 

Deslizo mis manos para quitarle todas esas capas de ropa innecesarias que cubre su pecho, objeto de mi deseo. 

Cuando lo veo semidesnudo sobre mi, mi corazón late apresuradamente. No ha cambiado nada desde que le descubrí en las duchas del gimnasio.  Excepto que esta vez, nuestra proximidad no deja ninguna duda sobre lo que va a ocurrir y por fin estoy autorizada para tocar lo que veo.

Con deleite, deslizo mi mano a lo largo de sus pectorales y desciendo lentamente sobre sus abdominales. La suavidad de su piel contrasta con la dureza de sus músculos.

Le miro un instante. Casi tengo lagrimas en los ojos. Esta noche... este momento es tan intenso que casi tengo miedo que se me escape. 

—¿Todo bien, princesa?

—Evans... Creo que jamás me he sentido tan bien.— Evans me sonríe tiernamente, coge mi mano y deposita un dulce beso en ella, antes de envolverme suavemente entre sus brazos.

Destino InesperadoWhere stories live. Discover now