Never trust in your mind

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—Sí, estoy bien. —como sé que no me va a creer, agrego: —Ahora deja de mirarme.

Él asiente y sonríe por lo bajo, sabe que estoy bien gracias a esas palabras. Giro bruscamente en la siguiente salida y ambos doblamos nuestros cuerpos debido a la física general.

—Debería avisarle a mi padre que conduces hermoso.

— ¿Lo harás? —sonrío maliciosamente sin siquiera mirarlo.

—No, no me atrevería.

Lanzo una risa apagada y sigo manejando hacia el edificio de Sophie. Llegamos y ella ya se encontraba lista en la entrada, esperando. Bajo del auto para que pueda pasar a la parte trasera y Joshua se adelanta en abrirle su puerta. Ella estaba vestida con un cinto de flecos verde musgo, similar a su vestido que le llegaba hasta los tobillos y era suelto completamente a pesar de una ligera marca en su cintura gracias al decorado del cinto. Tenía unas sandalias de varios lazos que se enroscaban con gracia en sus piernas hasta la mitad seguramente de sus gemelos, y el cabello lo llevaba suelto, como un mar rojo de sangre pura. Tenía una o dos trenzas ocultas y algunos lazos de colores que le daban un toque hippie a su vestimenta, al igual que su bolso de tela de colores psicodélicos.

—Joshua, ella es Sophie... Sophie, él es Joshua —digo repitiendo las presentaciones de las películas con mala gana.

Los observo y noto en sus ojos una luz, un destello mínimo y oculto. Siento que debería fijarme más en ello, pero lo dejo pasar por alto.

Ariana, cuidado.

Cállense. No han servido para nada.

Observa bien.

Les hago caso omiso a sus palabras y los tres nos subimos al auto con rapidez. Viajamos unos minutos hacia el edificio de Joshua, el cual se encontraba bastante lejos de allí, por lo que nos pasamos en un silencio abrasadoramente horrible y poco amigable, más bien eléctrico y desconfiable. Dejamos a Joshua en su edificio y él nos saluda cuando sale. Arranco el auto y Sophie se pasa hacia delante —donde estaba antes sentado él—, a mi lado mientras estoy en marcha, como no me molesta si se resbala, se cae del auto y rueda hasta romperse los huesos en el pavimento, no le digo nada. Si quiere morirse abollada es su problema.

—Creo que me merezco al menos una explicación rápida de lo que tengo que decir en frente a tu padre —dice terminando de sentarse en el asiento del copiloto.

La miré por el rabillo del ojo y ella levantó una ceja, retándome a hablar.

—Sólo debes decirle que me quedé a comer en tu casa y bien temprano, a la mañana, me fui para ver a un amigo. Nada más.

Ella asintió y se quedó en silencio. Respetó el mío y yo el suyo. Supo que no quise hablar más del tema ni tampoco quise decirle lo que realmente ocurrió esa noche y porqué necesitaba su ayuda. Ella pareció entender y se limitó a contestar con más silencio. La llave pasa por encima de la tableta electromagnética y la puerta hace un zumbido justo antes de abrirse. Empujo con todo el peso de mi cuerpo a la puerta y paso por la entrada del edificio, luego hace lo mismo Sophie.

—Qué lindo edificio... —dice lentamente Sophie mientras ve alrededor del hall.

—Ajam.

Ambas subimos por el ascensor, con la canción estúpida de fondo. Y luego entramos al departamento.

—Ariana, ¿podemos hablar? —Se escucha a mi padre hablar desde su oficina.

Se escuchaba intranquilo pero frío y distante como siempre.

—Espérame en la sala, está allí —le comento a Sophie mientras ella me asiente, educada, y se dirige hacia el sillón.

Comienzo a caminar hacia el despacho de mi padre. El corredor está intranquilo y silencioso. Al llegar allí, la puerta entrecerrada me detiene el paso. La empujo con la palma de la mano sin mucho esfuerzo y camino dos pasos hasta plantarme frente al escritorio de mi padre, donde él está hundido entre papeles del trabajo.

Schizophrenic Obsession © (Trilogía Obsession #1)Where stories live. Discover now