Y siempre fuí...

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''Iwaizumi Hajime, mi Iwa-chan...

Hay tanto que deseo decirte, expresarte ahora mismo que se me hace complicado tan solo tener unos minutos para hacerlo, prefiero demostrártelo durante los días que nos queden juntos, durante cada mañana en la que desayunemos antes de irnos al trabajo, durante cada noche donde hagamos el amor y por el resto de nuestras vidas, recordándote que seré gasolina en tu llama, tu armadura en tiempos de guerra, puedo ser lo que tu quieras y necesites para callar cualquier tipo de tristeza que acongoje tu corazón. Salimos de relaciones con otras personas para poder estar juntos y déjame decirte que valió totalmente la pena, porque a tu lado los sacrificios son solo pasitos que dar para continuar...''
-¡Oikawa! es hora de irnos, Mattsun dice que Iwaizumi-san está por venir a buscarte. -Hanamaki entró a la habitación viendo a su amigo escribir sus votos matrimoniales, una sonrisa suae se dibujó en sus labios al ver tal concentración. -¿Emocionado?

-Más que nunca... nunca que pensé que llegaría este día ¿Crees que Iwa-chan esté igual de emocionado? -Nervioso, el castaño vestido de blanco jugaba con sus manos, levantándose de la silla donde había estado sentado. 

-Lo está, todos lo estamos. -Aclaró Takahiro dandole un golpecito en la espalda a su amigo, dandole apoyo. -Han pasado por tanto juntos, se merecen su final feliz...

-O felicidad sin final... -Ambos rieron y caminaron fuera de la habitación en dirección a la salida donde su auto los esperaba, Hanamaki sería el encargado de llevar al novio al altar.

Durante el camino, Tooru continuó escribiendo sus votos, aun que luego los guardó y pensó en solo decir lo que su corazón le dictara en ese momento, aun que la probabilidad de quedarse mudo era alta. 
Por su mente cruzaron los recuerdos de su comienzo, de las noches clandestinas que vivieron entre hoteles y el departamento de soltero del castaño, de las lágrimas derramadas por ambos y el ataque homofobico que sufrió Tooru, donde el afectado tambien fue Hanamaki.
Tantas cosas pasaron juntos que era imposible que el destino los quisiera separados una vez más, y ahora y siempre, sus vidas se volverían una.

...

Días, meses y años transcurrieron y en el noveno piso del complejo de departamentos yacía un hombre fumando, mirando hacía abajo, mientras jugaba con su mano libre en el telefono, esperando un mensaje. La puerta tras él se abrió y al voltear vió a un pelinegro de ojos esmeralda y expresión serena, acercandose le tomó por la cintura y besó sus labios mientras le arrastraba a la habitación y un telefono sonaba incansable.
Hajime lo tomó y leyó el mensaje sintiendo una pequeña presión en el pecho.

"Te espero para cenar Iwa-chan~"

Su corazón se detuvo y dejando un momento al otro joven vió la hora y respondió con calma.

"Estoy en una reunión, no me esperes.
Te amo"

En una casita alejada de ese lugar un castaño veía aquel mensaje y tuvo un deja vú, él no era tonto ni nunca lo sería, sabía que su esposo no estaba en una reunión y sabía que tras años de casados el buscaría su antigua vida, sus antiguos pasatiempos y ahora se preguntaba ¿Fue siempre el unico amante de Hajime?

Comenzó a cenar mientras un cachorro corría juguetón por la casa, leyó el mensaje una y otra vez, dibujando una sonrisa amarga.

-Siempre fuí incondicional para ti, Iwa-chan... pero también siempre fuí ciego. -Habló para si mismo, teniendo tan solo la atención del cachorro que había detenido su juego.

De un momento a otro tiró el plato contra la pared, rompiendolo en mil pedazos y comenzando a llorar.

"Los infieles no cambian" pensó el de cabellos chocolate, con un sentimiento agridulce en su corazón.

Fin.

"Puedo ser..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora