"Mariposítas"

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Pasaron alrededor de dos semanas desde aquel primer encuentro, desde aquel beso que les había dado vuelta el mundo en 180°.
Oikawa por su parte esperaba nervioso el día en que le dieran una patada en el trasero para echarle de su actual empleo, sin embargo, eso no sucedía hasta ahora y muy por el contrario a otros pensamientos, eso le ponía mucho mas nervioso, solo quería que sea lo que pasara, ocurriera luego.

-Oikawa ¿Podría hacerme un favor? -Un hombre de elegante traje y rostro relajado intentaba llamar la atencion del empleado mas reciente de aquella empresa.

-Eh, Matsukawa-san... -Se asustó un poco al verle allí, aun que esa no fuera el area del mas alto, sentía que en ese momento cualquiera podría tirarle el finiquito a la cara. -Claro ¿Que necesita? -Respondió tras entrar en razón, dibujando una pequeña sonrisa cálida en sus labios, la cual fue correspondida.

-¿Podrías dejarle estos informes listos a Iwaizumi y luego entregarselos? Es algo largo, y deben ser entregados hoy. -Issei pudo notar como la sonrisa del menor se torcía un poco, suponiendo que no le había gustado aquello que escuchó, aun así no dijo nada al respecto.

Muy tarde para retractarse, ya había aceptado y Mattsun tenía otros asuntos que resolver. Le dió un par de palmaditas en el hombro y se retiró, dejando a un tembloroso Tooru que se lamentaba haber aceptado sin antes oir el favor.

Sin saber a que se debía, su estomago explotaba en miles de sensaciones cuando pensaba en el momento en el que tendría que volver a ver a su jefe. Esos ultimos días había tenido suerte, ya que no se lo había cruzado por los pasillos y solo se veían de lejos, sin estar solos en ningun momento. A pesar de eso, tambien comenzaba a sentir esas molestas mariposas en su estomago y una pequeña presión en su pecho. No era un adolecente, era un adulto y como tal, sabía lo que aquello significaba.

Y tambien sabía que estaba mal, muy mal.

Así pasó el resto del día, nervioso y evitando cometer errores durante la revisión y realización del dichoso informe, sintiendo un pequeño odio por el hombre de cejas tupidas.

Alrededor de las nueve de la noche, logró terminar y dandose unos minutos para relajarse, tomó sus cosas y los informes para dirijirse a la oficina de aquel hombre que lo mantenía nervioso y que provocaba cosas en él que hace mucho no sentía.

Estando ya frente a dicha oficina, toco un par de veces antes de oír una afirmación para poder entrar. Giró la perilla lentamente y abrió la puerta, dejandose ver y cruzando miradas con esos bellos ojos esmeralda. Esos malditos ojos que tanto le habían gustado.

El silencio reinó entre ellos y la tensión se podía cortar con tijeras, y aun así, ninguno apartaba la mirada ni parecía pronunciar palabra alguna. Oikawa decidió dar el primer paso.

-Matsukawa-san me pidio que le diera esto. -Dijo caminando a él, dejando la carpeta ordenada sobre su escritorio. -Si tiene algún error, no dude en decirme. Con su permiso, buenas noches...

Dió una pequeña reverencia y antes de siquiera girarse, sintió como el moreno le tomaba de la mano, sintiendo una vez más como las mariposas se adueñaban de todo su ser. Giró para verle y notó como este le observaba sorprendido ¿Acaso aquello fue solo impulso? La respuesta estaba dibujada en su rostro.

-Oikawa... yo... -Su mano fué liberada por el moreno mientras este desviaba su mirada, notoriamente nervioso. -Sobre lo que paso en el bar...

-Creí que lo ibamos a olvidar, usted no quiere perder a su esposa, ni yo quiero perder mi empleo. -Sentenció el de ojos chocolate, dejando a un azabache bastante sorprendido por sus palabras. -Ambos tenemos mucho que perder ¿Por que arriesgarnos así?

-¿Por que no? -Iwaizumi se puso de pie y caminó hasta el castaño, aun que no invadió su espacio personal. -Lo que sucedió fué... algo que nunca había sentido, y estuvo mal, no voy a negarlo pero no puedo evitar en pensar en eso... en... "eso"... -A los ojos de Oikawa el más bajo se veía malditamente adorable, con esa notoria confusión y con el problema de no saber explicarse bien con palabras, no pudo evitar sonreir.

-¿Entonces que propone, Iwaizumi-san? -Esta vez, mas confiado y con mas atrevimiento, pasó una de sus manos por el pecho del moreno, provocando que este se estremeciera y le detuviera, sosteniendo su mano con suavidad.

Se sentía muy calida.

-No tengo idea de que hacer... -Respondió mientras daba sutiles caricias a la mano que sostenía. -Y todo esto es tu culpa...

Sin dudar ni un segundo más, Hajime atrajo al castaño y comenzó a devorar sus labios con necesidad, mientras el contrario, sin creer lo que sucedía, intentaba corresponder, pero estaba perdído, totalmente perdido en su boca y las sensaciones que le provocaba.

Ya no sentía solo mariposas, sentía una turba de dragones peleandose entre si dentro de su cuerpo.

Su cuerpo termino siendo acorralado contra el escritorio y esa noche, ambos marcaron una relación de puro placer, de necesidad. No sabían que aquello escalaría aun más hasta desarrollarse en un sentimiento que se habían prohibido a si mismos.

Pero fue muy tarde cuando se dieron cuenta. Ya no podían detenerlo, sobretodo porque no querían que ese sentimiento se fuera.

"Puedo ser..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora