Un eterno empleado

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La empresa preparaba una fiesta privada desde hace meses, donde asistirían todos los gerentes y representantes de distintas áreas de la misma, los cuales eran elegidos al azar o por méritos por sus respectivos jefes.

Oikawa no se sorprendió cuando la invitación llegó a su escritorio, era uno de los más antiguos trabajando para la empresa y además, todos le tenían cierto aprecio, sabía ganarse el cariño de las personas aun que era obvio que un par de ojos esmeraldas también habían influido en aquella decisión. No quiso pensar mucho en aquello. Quería pensar en lo positivo que traía aquella fiesta, un posible aumento de su sueldo, un ascenso tal vez, contactos que podría buscar en caso de necesitar un nuevo trabajo en otra área o empresa, o solo una noche para poder comer y beber cosas que en su día a día no solía digerir, podía apostar que habría comida cara allí. Más sus pensamientos no sirvieron de mucho al oír las conversaciones de sus otros compañeros que le acompañarían ese día.
Estaba nervioso por dentro y al borde de no asistir, era un cobarde después de todo.

Durante toda esa semana se mantuvo ocupado entre papeleos y maneras ridículas de evadir a cierto azabache que no necesitaba averiguar mucho el porque de sus actitudes distantes.

Entre problemas y problemas llego el tan esperado día de la famosa fiesta. Oikawa llegó junto a Hanamaki, uno de sus amigos de otra área. El lugar era un gran restaurante el cual había sido alquilado especialmente para ese día. El lugar era elegante y obviamente lujoso con cada uno de sus detalles.

-Primera y última vez que pisamos este lugar. -Mencionó su amigo, dejando salir una risita burlona, lo cual ayudo al castaño a relajarse un poco.

-Tambien es primera y ultima vez que nos vestimos de esta forma tan elegante. -Comento también, sacándole otra risa al de cabellos rosas.

Al ser una fiesta sumamente importante para sus empleados y máximas autoridades de la empresa, cada invitado debía ir vestido de la manera más aceptable posible, elegantes y que no resaltaran detalles dejados al azar. Ambos entraron al lugar notando que ya estaba por comenzar la cena, a Takahiro se le escapo un suspiro de alivio al notar que no habían llegado tan tarde. Buscaron su mesa y notaron que compartirían con representantes del área de comunicaciones y finanzas, Tooru no los conocía demasiado pero sabia al menos que eran personas divertidas, y cuando agarraron confianza una conversación agradable y risas por parte de Makki invadió su mesa, por poco podía olvidar sus problemas gracias al momento ameno que pasaban. Aquello se vio empañado cuando Tooru levanto la vista y cruzo miradas con él... Con ellos. Tragó en seco y sus manos comenzaron a temblar mientras sus ojos al instante intentaban mirar algo más, estaba notoriamente nervioso y sin saber por que, unas enormes ganas de vomitar le habían invadido. Se levantó de golpe y pidiendo disculpas caminó al baño más cercano, se encerró en uno de los cubículos y se tapó el rostro con ambas manos, tratando de regular su respiración y de evitar que sus lagrimas arruinaran su noche, sabía a la perfección que aquello sucedería en algún momento pero no estaba listo, nunca lo estaría.

Tras varios minutos reflexionando, salió del cubículo y se encontró con el dueño de sus pensamientos y pesadillas. Mordiéndose el labio inferior se acercó al lavabo y lavó sus manos.

-¿Estas bien? -. Oh no, esa maldita pregunta. No entendía la necesidad de siquiera pronunciarla, era completamente innecesario. -Oikawa, creí que lo sabías... Te lo dije...

-Lo sabía. -Respondió sin mirarle, sonando mucho más molesto de lo que pretendía. -Sabía que tenía que pasar en algún momento pero... -Un abrazo le rodeo por completo, obligándole a sentirse protegido entre ellos y a la vez, tan vulnerable. -Iwa-chan...

El mayor negó y besó su frente de manera cuidadosa, evitando que el castaño continuara hablando. Se miraron a los ojos y se separaron para poder salir del baño como si nada hubiera pasado, como si no fueran nada para el otro. Caminaron lentamente hasta las mesas, en silencio hasta que una voz femenina llenó los oídos de ambos, aguantando cualquier tipo de expresión innecesaria.

-Hajime, te estaba buscando. -Dijo aquella mujer de aspecto delgado, de ojos oscuros y cabello negro. Tomó del brazo al nombrado y una de esas sonrisas dulces se dibujó en sus labios. -Están por servir la cena, vamos mi amor... -Ella le jaló y pudo notar una tercera presencia allí, girándose a mirar al joven de cabellos castaños y mirada apagada. -Disculpa, no te vi ahí... -Volvió a mirar al de mirada esmeralda y pregunto curiosa. -¿Quien es él, Hajime?

Un silencio de segundos eternos se mantuvo en el lugar, el castaño observaba a la mujer, veía sus ojos y luego al azabache que tanto amaban ambos, esperando una respuesta.

-Es Oikawa, es empleado de la empresa. -Se limitó a decir mientras la mano del moreno tomaba la mas fina, enlazándola con la propia y llevándosela del lugar sin decir más.

Oikawa, vacío y roto como un cristal, volvió a su respectiva mesa y solo pudo oír un comentario que creía, era el que le ayudaba a mantener los pies en la tierra y a dejar sus fantasías de lado.

-La esposa de Iwaizumi-san es muy hermosa... Se nota que están muy enamorados. -Comentó una de las chicas que le acompañaban en la mesa.

"Lo están... están muy enamorados..." pensó el castaño masoquista, dibujando una sonrisa cínica en sus labios.

Después de todo, él era el malo tras esa historia de amor perfecto.

El amante de Iwaizumi Hajime, responsable de romper una "relación perfecta" a los ojos de todos.

Aun así, no sentía remordimiento alguno.

"Puedo ser..."Where stories live. Discover now