XXIII. I was made for lovin' you

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Anthony se preguntó por qué nada servía, odiaba causar pena pero si esa era la manera en la que podía escapar estaba dispuesto a hacerlo por un tiempo más. Sin embargo, dos días habían pasado y él seguía sin tener ningún avance. No habían salido del hotel, el evento al que iba a asistir fue repentinamente pospuesto a una fecha que se le hacía incoveniente ya que se le atravesaba con un entrevista y el Capitán no había dicho ni una palabra durante esos días. 

Y ahora resultaba que no podía dormir.

El insomnio fue parte de él por los primeros meses que estuvo en la tierra, tenía miedo de todo y no confiaba en Víctor. Luego lo supo, Víctor nunca le haría daño aunque era un imbécil; de inmediato pudo dormir. Ahora estaba intentando analizar la razón de su insomnio, —mientras desde su cama miraba al rubio que dormitaba en un sillón de terciopelo capitoneado que estaba en una esquina de la gran habitación— y llegó a la conclusión de que su guardaespaldas le quitaba el sueño. No era la primera vez que conocía alguien así, callado y reservado, pero algo le decía que tenía que acercarse a ese hombre.

Culpó sus ganas de escapar, pero se estaba engañando y lo sabía. Era ese sentimiento de familiaridad, esa comodidad, esa paz, esa... plenitud que le causaba la presencia del Capitán. Nunca se había sentido tan seguro desde que llegó a la tierra, tal vez porque era un hombre grande y preparado para salvarlo de cualquier situación en la que él podría estar en peligro, o quizá era algo más. Se sentó en la esquina de su cama y como si le hubieran golpeado, el rubio se despertó sobresaltado con el arma de fuego en sus manos apuntándole.

—Que sueño tan ligero. —Comentó divertido Tony, ni un poco asustado—

—No estaba durmiendo. —Dijo, volviendo a colocar el revólver en su lugar original— Solo descansaba los ojos. ¿Qué hace usted despierto? Son las tres de la madrugada, majestad.

—Pareces nervioso. Eres como esos hombres que veo en las películas, que fueron a la guerra una vez y ahora no pueden dormir por las pesadillas llenas de muertes. —Probó suerte Stark, tal vez su comentario podía tocar alguna vena sensible del hombre y así conocería más sobre él—

Steve se echó hacia adelante separando su espalda del espaldar del sillón, entendiendo a qué quería llegar el rey consorte. Tenía varias opciones: uno, le seguía el juego y le respondía con honestidad; dos, le seguía el juego pero le respondía con una mentira o; tres, ignoraba la pregunta cambiando de tema o simplemente respondiendo.

—Me parece que ve usted demasiadas películas. —Terminó por elegir una cuarta opción, cambiar la conversación de manera que ahora se dirigiera al contrario—

—Claro, lo hago. Me gustan las de los setenta y ochenta, la música y los bailes de la época eran bastante llamativos, me hubiese gustado vivirla. Todo parecía más divertido en esos tiempos, no solo la música, la ropa también y ni hablar de la influencia que tuvieron las historietas en ese tiempo. El video musical de A-ha debería ser considerado una obra de arte.

—¿Habla de Take on me? —No pudo evitar preguntar, asombrado— Me ha tomado de sorpresa que le guste ese tipo de música.

Anthony sonrió travieso y se levantó de la cama, caminando descalzo hacia un tocador de madera que se encontraba en la habitación, tomó su móvil que allí estaba y se devolvió a la cama con un salto que a Steve le pareció adorable e infantil. El de la realeza latveriana pinchó la pantalla de su celular par de veces y en segundos, se pudo escuchar como la melodía famosa de Highway to Hell de AC/DC llenaba el cuarto de hotel.

Take on me es demasiada alegre para mí. Prefiero el metal. —Expresó Tony, tarareando de vez en cuando la letra de la canción y unos cuantos sonidos de instrumentos—

Descendientes de las olas [Stony AU]Where stories live. Discover now