VII. El nuevo en Timely

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Las aves cantaban alegremente, se pudo escuchar el sonido de otros animales caminando y comunicándose entre sí. El sol estaba en todo su esplendor y daba contra el rostro del hombre.

Anthony abrió los ojos. Encontrándose con la vista del cielo, azul y despejado, un panorama que no recuerda haber visto nunca en su vida. Fueron segundos para acostumbrarse hasta que se sentó bruscamente, siendo acostado de nuevo por una mano. Miró a su lado, un hombre desconocido, moreno con el pelo más oscuro y hermoso que había visto en su vida y con el rostro pintado llamativamente estaba sentado a su lado.

—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? —Preguntó confundido—

—Soy Red Wolf, tu amigo. Mi abuela me contó de esto, que algún día vendría un tritón convertido en humano y que era mi deber cuidarle y ayudarle.

—¿S-soy un...? —Sentándose de nuevo comenzó a mirarse por completo, fascinado ante su cuerpo desnudo de humano— Soy un humano.

—Acuéstate, estoy poniéndote un remedio en tus heridas. —Le ordenó empujándolo hacia abajo mientras seguía poniendo un brebaje en las piernas del otro— Te lastimó el viaje, parece que no fue muy agradable. Mi abuela me dijo que su padre siempre le contaba lo doloroso que fue para su mujer venir aquí, que cada día dolía inmensamente gracias al Teseracto que comenzaba a entrar por su organismo. ¿No estás adolorido?

—No, estoy bien. No me duele nada... ¿Tú también eres como yo? ¿Hay más como yo en tierra?

—No, mi bisabuela era como tú. Seguro has escuchado hablar de Ayelén.

•••

Era difícil mantener el equilibrio en dos piernas, en el camino a la cantina se cayó al menos tres veces y cuando caminaba lo hacía tambaleándose de un lado a otro. A Natalia le pareció tan gracioso que tomó una botella vacía del suelo y se la dio, riéndose todo el camino porque parecía un hombre demasiado borracho. Habían pocas personas fuera, estaba el señor Turner sentado en su mecedora de siempre, con su puro en la boca y su bastón entre sus manos; el señor Turner debía tener unos noventa años, había peleado en un sinnúmero de guerras, había perdido a sus diez hijos y a su esposa por lo que decían que el hombre daba mala fortuna y nadie se le acercaba. Excepto Steve, quien siempre iba a darle los buenos días y le preguntaba si todo estaba bien, el señor Turner lo quería como un hijo por eso siempre le decía que no se acercara mucho a él porque tenía miedo de desdicharlo.

«Soy un desdichado desde mi nacimiento, señor Turner, no se preocupe que no puede pasarme nada peor», le decía El sheriff todos los días.

Llegando a la cantina, estaba la madre de las prostitutas y la mujer del alcalde, le decían Madame Ophelia pero Natalia prefería llamarla "perra". Hablaba con algún hombre que no había visto en su vida pero no decidió indagar mucho porque pondría al nuevo en peligro, sabía que el hombre iba a estar en peligro tarde o temprano ya que siempre iba a estar con ella o Steve, no obstante no quería que fuera tan rápido. Abrió la puerta de su cantina y la misma fila de hombres de todos los días  que esperaban que la abrieran estaba ahí, entraron casi de inmediato saludando a la pelirroja con familiaridad.

—Señora Barnes, ¿quién es este? —Preguntó un hombre con una larga y espesa barba, mientras tiraba unas monedas sobre la barra—

—Es un primo lejano, no es de aquí pero tuvo unos problemas así que se quedará un tiempo por aquí. Me ayudará en la cantina por lo que lo verán con mucha frecuencia, se llama Anthony. —Respondió ella caminando detrás de la barra arrastrando al otro con ella. Comenzó a buscar la botella de whisky a la que estaba acostumbrado el hombre—

Descendientes de las olas [Stony AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora