XII. El amor de mi vida

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Era una noche del 4 de Julio, algunos festejaban el día de la independencia y otros el cumpleaños del alcalde Rogers. Sí, Gail quería estar ahí, tal vez se trataba del primer cumpleaños en el que no estaría junto a Steve pero no podía moverse.

Estaba en una cama que no era la suya, aunque comenzaba a ser casi la suya pues terminaba allí todas las noches. Desnuda y adolorida, miró al hombre que le abrazaba mientras dormía y se preguntó por qué no pudo enamorarse de un hombre como Steve y tuvo que hacerlo de un monstruo como Johann Schmidt.

Ni siquiera intentó quitar el brazo del hombre, tenía miedo de ser golpeada, pero la sangre entre sus piernas comenzaba a secarse y a ser molesto. Quería irse de ahí, pero si tan solo pudiera hacerlo junto a él, si tan solo hubiese una manera de cambiar a ese imponente hombre.

—Richards. —Le llamó por su apellido como siempre, parece que se había despertado pero aún seguía con los ojos cerrados—

—Sí, mi señor. Aquí estoy.

—Si te alejas de mí, si tan solo piensas en un segundo alejarte de mi, voy a matarte. Eres solo mía y no tienes derecho de decidir porque eres una ramera.

Gail ni siquiera se estremeció, ya estaba acostumbrada a escucharlo.

—Sí mi señor. Nunca me iré.

—Bien. —La apretó más contra él haciendo que ella se quejara bajito por el dolor de su cuerpo— Ese idiota de Rogers cree que manda sobre ti y no, yo soy el que manda sobre ti. Nunca serás de él, ¿qué se cree? Podrá tener el mando del pueblo y podrá odiarme todo lo que quiera, tú te quedas conmigo.

•••

Cuando Natalia, Gail, Anthony y Steve volvieron a su hogar, encontraron a James, sucio y herido, sentado en el mueble con los ojos cerrados. La pelirroja no soportó la felicidad, corrió tomando su falda entre sus puños para no caer y se tiró sobre su esposo llorando entre su cuello, el hombre se quejó pero no dejó que ella se levantará de su regazo sino que al contrario, la abrazó más a él.

Gail los miró con los ojos brillándoles como si fuera a llorar y abrazó a su comprometido, quien ya había soltado unas pequeñas lágrimas en silencio. Él no correspondió el abrazo, pero tampoco la separó porque estaba demasiado centrado en la escena conmovedora. Tony, por su parte, dio vueltas en su sitio porque se estaba sintiendo muy incómodo; es que era una escena muy bonita, muy familiar y él sentía que no pintaba nada ahí aunque estaba muy feliz por Natalia.

Cuando James se levantó, que tuvo que hacerlo cargando a su esposa porque no se quería separar, le sonrió específicamente a Tony y él le devolvió la sonrisa algo confundido. No le conocía, apenas sabía que era como hermano de Steve y era el esposo de Natalia, más nada. ¿Por qué ese tipo le sonreía? Que tenía una sonrisa perfecta, cabe resaltar, casi tan hermosa como la de Rogers.

Entonces él le pidió a Natalia que le diera un segundo, de mala gana ella se lo concedió, entonces para extrañar a Tony más de lo que estaba, se acercó a él y le abrazó. El Tritón humano le correspondió tímidamente, no entendía por qué le estaba abrazando.

—Anthony, gracias. No tengo como agradecerte lo feliz que has hecho por mi hermano y mi esposa mientras yo no estaba aquí. —Le dijo entonces James, llorando sobre su hombro y Stark lo entendió: Steve le había hablado de él y al parecer solo cosas positivas— ¿Sabes que eres un hermano más? Porque lo eres, es la primera vez que te veo pero ya te conozco con todo lo que me dijo mi hermanito de ti y eres un ángel que ha llegado a la vida de mi familia.

Sin previo aviso, el cuerpo del moreno se estremeció y tuvo ganas de llorar. Cuando fue soltado del abrazo y el hombre se dirigió a Gail, solo dándole un corto abrazo para felicitarla por la boda, Tony miró al rubio quien se había movido no sabía cuándo y estaba sentado en una silla frente a él. El alcalde le sonrió, el herrero a veces solo quería romperle esos perfectos dientes porque debería ser ilegal que un hombre fuera tan hermoso.

Descendientes de las olas [Stony AU]Where stories live. Discover now