—Oh mi linda Avril, no digas esas cosas como si te despidieras. También te tengo que agradecer por tantas cosas; le diste un sentido a mi vida cuando estaba segura de que ya lo había perdido, me consediste perdón cuando no lo merecía, me recordaste lo que es ser joven, y lo más importante... Me diste otra hija.

Las lágrimas brotaron por los ojos de ambas, desahogarse y liberar recuerdos atascados en el corazón es realmente una de las mejores sensaciones existentes. Nos abrazamos fuertemente y rogamos por que todo saliera bien.

La hora del momento estaba cerca. Había oscurecido y estaba preparada.

Minutos después, escuché múltiples pasos provenientes de la oscuridad del bosque que se dispersaba con la luz de la luna.

  —Vaya vaya, parece que recibiste mi mensaje, Daniel— afirmé en cuanto lo tuve al frente. Venía sin guardia, tal como se lo había pedido y traía a mis amigos, y hermana esposados y atados a una cuerda. Me alegró notar que estaban a salvo y se sentían felices de verme.

  —Por supuesto señorita, he hecho todo lo pedido— su sonrisa era petulante y sarcástica.

  —Muy bien, ya conoces el trato, libera a mi gente, y entonces iré contigo— me aseguré que mi tono de voz sonara duro y fuerte.

  —¡No lo hagas, Avril!— exclamó Evan.

  —No te metas niño lindo. Liberaré a tres, y cuando vengas conmigo, liberaré a los otros dos... ¿Te parece?— conque quiere hacer tratos.

  —Lo siento, propuesta denegada. Liberalos e iré contigo.

Rodó los ojos incrédulo, pero aún así accedió a mi orden. Retiró todas y cada una de las esposas, permitiéndole a mis amigos venir a mi lado.

  —Bien linda, ahora ven conmigo— exigió.

  —De acuerdo— empecé a caminar hacia él —... Después de esto.

Ataqué con un torbellino de agua para cegarlo, mientras mis amigos se escondían entre los árboles.

  —Niña tonta, tus estúpidos elementos no me dañan— canalizó energía haciendo doler mi cabeza —¿crees que puedes jugar conmigo?

  —En realidad, sí— Ataqué con un tornado, haciéndolo golpearse con un árbol.

  —¡Te llevaré conmigo, viva o muerta!— exclamó antes de romper un hueso de mi brazo.

Dolió horriblemente, haciéndome ver luces. Creé agua, y curé mi hueso. La expresión de su rostro cambió por completo al ver aquello.

  —No puede ser... ¡Tienes la habilidad!

  —No me digas, pruébala— dicho esto, con una mano arrojé agua, y con la otra aire frío, creando a su alrededor un tipo de huracán permanente.

Rompió huesos de mis piernas y mi espalda, que tuve que curar para seguir luchando. Creé demasiados huracanes y tornados que me costaba ver con claridad.

Me sorprendió atacandome por la espalda, logrando derribarme, poniéndome de cara contra el suelo. Estaba a punto de poner unas esposas, cuando algo supremamente inesperado ocurrió.

Fue atacado por una enorme masa de barro, que viajaba con suficiente fuerza para apartarlo de mí. Giré mi cabeza en la dirección en la que había provenido aquel ataque. No daba crédito a quien mis ojos veían acercarse.

La mismísima Abigail Morris, estaba caminando en mi dirección. Lucía sucia e inexpresiva, su cabello llegaba hasta el suelo, pero aún así su vestimenta se veía fantástica.

Instituto de ElementosΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα