Capítulo 25

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  A las once me dirigí con la directora Rogers. Mi propósito esta noche era platicar con ella sobre cómo iba a lograr hacer los dos rituales sin que nadie lo notara.

  —Buenas noches— dije quitándome las gafas de sol.

  —¿Cómo estás Avril?— dijo sin retirar su mirada de los papeles que estaba leyendo.

  —Bien, tengo una duda.

  —Que raro— dijo sarcástica, y es bastante cierto, todo el tiempo tengo alguna clase de duda.

  —Amm... ¿Cómo podré hacer dos rituales sin ser descubierta?— pregunté fingiendo ponerle atención a los detalles de la habitación aunque la conozco de memoria.

  —No te preocupes ya estuve pensando en eso. Ya que tu registro dice que eres de agua, harás el ritual con todos los de agua. Y para hacer la de aire, yo me encargaré de conseguir la máquina para que lo hagas aquí.

  —¿Y cómo voy a explicar desaparecer otras veinticuatro horas?

  —Yo me encargaré de ello Avril. No te preocupes, ser la directora tiene privilegios.

  —Okay.

  —Y, ¿qué tal está Evan?— ¿porque me tiene que hacer esa pregunta?

  —Amm... La verdad planeo alejarme de él un tiempo— decidí ser sincera pues de nada me serviría mentirle a la directora.

  —¡¿Qué?! ¡¿Porqué?!— preguntó más sorprendida de lo que me esperaba.

  —Ah, yo... Es algo de lo que no me gustaría hablar, simplemente.... Debo alejarme de él.

  —Ya veo... Bueno, es tu decisión.

Me dio la impresión de que le molestaba el que me alejara de Evan, pero era algo que no podía evitar, era una decisión ya tomada e irreversible.

Al terminar con el entrenamiento me fui a dormir. Mañana haría el ritual de aire, aprovechando que mañana no habrá ningún ritual y por tanto podría pasar desapercibida mientras lo hago.

Me despierto a las tres y media de la mañana tratando de hacer el menor ruido posible para no despertar a Raiza. Me ducho, me visto y antes de salir le dejó una nota a Raiza de que estaré estudiando todo el día y que llegare a las once, le dije eso porque a esa hora ella ya está dormida, pero la verdad llegaré pasadas las cuatro.

Sorprendentemente, en menos de cuatro horas la directora logró conseguir aquella máquina del ritual, sí que tiene ventajas ser la directora.

  —Muy bien Avril, no hay tiempo que perder. Ponte esto— dijo entregándome una clase de tapabocas —.Entra ahí, supongo que ya te explicaron en qué consiste el ritual ¿no?— asentí —Okay, entonces te veo en veinticuatro horas.

En cuanto entro en la máquina, la directora cierra la puerta y humo blanco sale por todas partes y antes de que me de cuenta ya me he quedado dormida.

  —¿A qué le temes?— Evan me ve con mirada acusatoria.

  —No lo entiendes, es algo que no te puedo explicar.

  —Pero sabes qué es ridículo— el rostro de Evan se transforma en el de mi hermana —, ¿no crees que ya has sacrificado suficientes cosas por mí?

  —Pero no me arrepiento, tú eres lo más importante en mi vida. Lo daría todo por ti.

  —Eso lo sé, pero en ningún momento te he prohibido vivir, además— ahora se transforma en el de la directora —, eres especial, eres mucho más de lo que crees, eres estupenda.

  —No estoy segura de eso.

Ahora aparece el rostro de Raiza.

  —Es hora de que comiences a vivir...— comienza a mirarme con mirada confusa —¿Avril? Avril, despierta ¡oye!

La directora aparece en frente mío agitándome los hombros.

  —Ya está, ha pasado rápido ¿verdad?

  —Sí, demasiado— dije al tiempo bostezando.

  —Ahora, en la mañana es mejor que Raiza te vea en tu cama. Anda ve.

Me despido de la directora y me dirijo a mi habitación.

En poco tiempo, poco después de haberme quedado dormida, suena el despertador, levantándonos a mí y a Raiza al mismo tiempo.

  —Muy bien, vístete, hay que ir a hacer nuestro ritual. Ya sabes, como nuestro elemento es compatible, la nuestra es hoy. Fuego y aire son mañana. Vamos, a ducharse, ¡ya!— dijo Raiza y claramente me siento obligada a obedecer.

Al estar listas salimos y platicamos por el pasillo.

  —¿A dónde debes ir?— le pregunté yo.

  —A la parte cerrada del jardín. Ya sabes, en la parte trasera hay una puerta, resulta que es la zona apartada única y exclusivamente para el ritual.

  —Wow, quien lo diría.

  —¿Y tú?— preguntó ella.

  —A las piscinas. Lo sé es extraño, pero por lo que escuche anoche las desinfectaron y prepararon llenándolas de agua fría, mejor dicho helada.

Subimos al ascensor y al llegar al primer piso nuestros caminos se separan.

Llego a las piscinas donde ya hay un montón de personas más, charlando o simplemente esperando a que el tiempo pase.

Una mujer entra minutos después vestida elegantemente y dispuesta a darnos indicaciones.

  —Hola chicos y chicas de agua, espero que ya hayan llegado todos, sino, lo siento por sus compañeros pero las puertas ya cerraron. Como sea, deben ponerse esos trajes de allá, los recordarán de cuando llegaron aquí por primera vez— de nuevo aquellos trajes con apariencia de costal de papas —. Al igual, deben pasar por esa ducha de allá— apuntó con su dedo —, después, uno por uno deben ir entrando a la piscina. Advertencia: el agua está heladísima entonces es mejor que se metan y se duerman rápido, ¿okay? Dicho esto, me voy.

Tomamos cada uno un traje y en los baños nos cambiamos. Después pasamos bajo las duchas y aquella asquerosa sensación vuelve a mi piel. Hacemos filas y uno a uno vamos entrando en el agua. Aquella mujer no exagera, el agua sí que está helada. Me veo obligada a sentarme de piernas cruzadas lo más rápido posible y tomando aire profundo, me quedo dormida.

Vaya vaya— Evan aparece de la nada con mirada cómplice.

—¿Qué?— pregunto confundida.

—No haz cambiado de opinión. No sé si algún día lo harás. Avril, la vida es corta, más de lo que aparenta.

—Lo sé, créeme. Hay cosas que simplemente no tienen explicación, o simplemente no quiere ser dada.

—Avril— posa suavemente sus manos en mi rostro —. No desperdicies el tiempo, vive, se feliz, tienes derecho a serlo.

De nuevo, el tiempo ha volado y hay alarmas que suenan por doquier para despertarnos. Al salir de la piscina hay guardias entregándonos toallas. Obviamente, no son para secarnos, ya que nuestro cuerpo absorbe agua dejándonos secos. Son para envolver el «costal de papas» después de quitárnoslo. Esa cosa, al parecer es valiosa aquí.

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