Capítulo 25

1.7K 213 407
                                    

Love – Finding hope

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Love – Finding hope

Luego de un tiempo; comprendí que mis pensamientos estaban siendo disparatados, que mi parte melodramática estaba tomando el control y que eso no podía ser así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de un tiempo; comprendí que mis pensamientos estaban siendo disparatados, que mi parte melodramática estaba tomando el control y que eso no podía ser así.

Primero: Esmeralda era mi mejor amiga, mi casi hermana y confiaba plenamente en ella. Segundo: Estaba segura que todo tenía una explicación. Aunque también, estaba la posibilidad de que él les escribiera solo por escribirle, así como Alex me escribía a mí.

Entonces, ¿para qué armarme escenarios tele novelescos en mi cabeza disparatada? Hacerlo solo iba a representar una tortura y yo ya no tenía ánimos de ser una masoquista.

En ese momento estábamos bailando animadamente; gritando y riendo, haciendo pasos extraños y otros atrevidos. Así como, manteniéndonos cerca de nuestro grupo de amigos, pues, ya más de alguno, se había acercado a Esmeralda o a mí, para pedirnos que bailáramos con ellos, sin embargo, ninguna aceptaba y los mandábamos a volar, educadamente claro. O al menos yo.

Comencé a mover mi cabeza de un lado a otro, mis hombros y mi cadera al ritmo de la música; todo a mi alrededor estaba a oscuras, apenas y distinguía los rostros de mis amigos. Con Esme nos situamos una detrás de la otra, acercando nuestras espaldas mientras danzábamos, mis labios tenían una enorme sonrisa, ya que, cualquier vestigio de malhumor había desaparecido desde mucho tiempo atrás.

Cerré los ojos y dejé que la melodía se adentrara en mi cuerpo; que las vibraciones recorrieran toda la extensión de mi ser, sin embargo, de un segundo a otro, el aire comenzó a espesarse, cada una de mis terminaciones nerviosas se avivaron y mi corazón aumentó la rapidez de sus latidos. Abrí los ojos y justo frente a mí, a unos cuantos metros, yacía de pie una figura, de hombros anchos, vestida completamente de negro, pero que por culpa de la poca iluminación y a la aglomeración de estudiantes, no podía distinguir su identidad.

Fruncí el ceño y me paralicé por completo, debido a la confusión que sentía. Asimismo, en un vago intento de averiguar quién era aquella tétrica figura, entorné los ojos, tratando de agudizar mi visión. Fue cuando, gracias a ciertos juegos de luces que se proyectaron cerca de esa persona, que noté cierta familiaridad. Inmediatamente, mi corazón comenzó a lanzar chorros y chorros de sangre, oxigenando mi cerebro y esclareciendo mi mente. Para un par de segundos después, sentir cómo mi organismo completo —o quizá solo mi loco corazón—, me indicó quién podría ser.

Contigo, nada más © [Pronto en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora