Prefacio

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Without you - Finding hope

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Without you - Finding hope

Cerré los ojos con fuerza, incrédula de lo que acababa de escuchar, sin poder entender aún lo mucho que una persona podía llegar a cambiar en casi diez años

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Cerré los ojos con fuerza, incrédula de lo que acababa de escuchar, sin poder entender aún lo mucho que una persona podía llegar a cambiar en casi diez años. Él..., era alguien completamente diferente; él no tenía nada de aquel niño que había jugado conmigo en la primaria, que se la pasaba jugueteando con mis coletas y robándose mis dulces. En él ya no había ningún rastro de sus sonrisas tiernas ni sus ojos brillaban con aquella chispa y alegría.

Él..., era la sombra de lo que alguna vez fue y que yo atesoraba en mi mente. Ahora, mis más preciados recuerdos no eran más que los vestigios del pasado, de un pasado que ya nunca más existiría.

De inmediato, a mi mente llegaron un montón de memorias, en especial uno —el cual seguía tan vivo en mi memoria—, sus palabras, su enorme sonrisa y la seguridad con la cual me había hecho aquella inocente propuesta.

Me encontraba jugando con mi amiga; en aquel entonces, Marisa, a un lado estaban nuestras loncheras, pues disponíamos a comer junto a nuestras muñecas, reíamos ajenas a aquel niño malicioso que se venía acercando a nosotras, el cual traía una pequeña flor amarilla que solía robar de una de las jardineras que estaban en la entrada de la escuela.

—Hola —dijo, anunciando su llegada. Mi amiga y yo alzamos nuestras cabezas, para encontrarnos con uno de nuestros compañeros, quien mordía su labio inferior y con una mano se acomodaba sus gafas, mientras que con la otra sostenía algo a sus espaldas.

—¿Qué quieres, Dylan? —pregunté, sin ocultar mi molestia. En aquel entonces, yo era una niña que se mostraba alerta y siempre a la defensiva, aun más con aquellos que sentía me amenazaban. Además, que seguía los consejos de Brandon y Charles. Era terrible, caprichosa y un tanto manipuladora.

—Te traje esto —dijo, mostrándome otra florecilla amarilla. Sus mejillas se tiñeron de rojo, cuestión que, por la inocencia, no logré identificar. La depositó sobre mi regazo, mientras yo lo miraba frunciendo la nariz, pues para mí él era el niño que me robaba mis dulces, que halaba mi cabello y pasaba fastidiándome todo el día—. ¿M-me puedo sentar contigo? —preguntó. Miré la flor, que desde ese momento se convertirían en mis favoritas.

—No —respondí tajante, haciendo a un lado la flor y girando mi cabeza para el lado contrario de donde él estaba.

—¿P-por qué?

—¡Porque no! —exclamé. Dylan asintió con la cabeza y giró sobre sus pies con la disposición de irse, sin embargo, un segundo después, regresó a paso veloz y fue cuando tomó mi lonchera y comenzó a correr hacia el lado contrario del patio de juegos—. ¿¡Qué haces?! ¡No, espera! —grité. Me levanté al mismo tiempo que Marisa, quien se fue corriendo a buscar a la maestra. Yo comencé a perseguirlo. Llegamos hasta la zona de juegos, un árbol nos dividía.

—¿Por qué eres mala conmigo? —reprochó, me sentí mal pues lo era y mucho—. Si yo te quiero mucho —confesó. Pestañeé contrariada, esa palabra era muy grande para mí, muy especial, ya que, aunque no comprendía del todo su significado, sabía que no se le decía a cualquiera.

—Dame mi lonchera, por favor —susurré, sin saber qué más decir. Dylan desde esa corta edad me dejaba sin habla, siempre sabía qué decir y cómo decirlo para dejarme muda, colorada y con el corazón acelerado.

—Con una condición —dijo, sonriendo y mostrándome su dentadura que carecía de dos dientes. Asentí, un poco tímida—. Sé mi novia y te devuelvo tu lonchera.

Y entonces, lo hice..., me acerqué a él a toda velocidad y le propicié una patada que lo tumbó al suelo, al tiempo que le arrebataba mi lonchera. Pues a mi mente llegaron las palabras de mi hermano y su mejor amigo: cuando un niño te diga que quiere ser tu novio dile que no, porque eso es muy malo.

Yo creía que me estaba defendiendo.

—¡Nunca! —grité.

La maestra nos regañó muy fuerte a los dos. Sin embargo, ninguno dijo la verdad del por qué le había dado ese golpe, la profesora intuyó que había sido porque me había arrebatado la lonchera. Solo a Brandon me animé a contarle, para lograr que no le dijera nada a mi madre.

Sin embargo, a partir de ese momento Dylan y yo creamos una especie de complicidad, comenzamos a jugar mucho, a tomarnos de la mano con aquella inocencia y a sonreírnos cándidos, porque para mí, él era como mi otra mitad, mi mejor amigo, mi cómplice de travesuras y mi compañero de juegos.

Con quien sin darme cuenta..., desde esa edad tan temprana, un inmenso cariño se fue creando y alojando en mi corazón. Pero Dylan ya no era lo que alguna vez fue, en ese momento solamente era una sombra.

 Pero Dylan ya no era lo que alguna vez fue, en ese momento solamente era una sombra

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N/A: Muy tierno, ¿no? Lastimosamente solo es un recuerdo... Pues ya nada será como solía, nada... ¿O si?

 ¿O si?

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