♡ིུ 1960

2.5K 85 26
                                    


19

«Durante la década de 1960, cuando la energía creativa contenida durante la posguerra se liberó de forma espectacular, Londres pasó a ser un buen lugar para vivir. La ciudad se convirtió en el epicentro de la moda y la música. Las calles se llenaron de color y vitalidad donde en la radio sonaban los Beatles y los Rolling Stones. Esos años 60 donde Londres era la capital mundial de la cultura y la moda juvenil, la cuna del hedonismo y el carpe diem. Donde dominaba lo hippie y lo psicodélico, donde se creó la minifalda. Donde era totalmente aceptable que una jóven se pasease por las calles de Londres luciendo abrigo de piel y paseando su leopardo».

Londres, Inglaterra.
Marzo de 1960.

En la vida de colores y felicidad que acompañaba al verano de Londres en aquella temporada de alegria, apareció un hombre cubierto con un elegante traje de sastre color negro, con llameantes esmeraldas en sus fanales ardientes y unos labios sátiros decorados de un infame color rosado como las flores silvestres que adornaban los parques esa temporada.

La mirada enigmática de aquel hombre se paseaba por los pasillos, observando a los adolescentes ruidosos que lo rodeaban en el pasillo del edifico elegante, ignorando el escándalo y esas miradas coquetas y las risas ligeras de las adolescentes que se reunían para cotillar acerca del nuevo profesor de literatura y su atractivo porte.

Dejo de observar su alrededor cuando el director de la preparatoria llamado Liam Payne, llamó su atención cuando lo presentó ante el joven profesor Louis Tomlinson de historia, que lo observaba con cierto recelo en su cincelado rostro tallado por las finas manos de la diosa Afrodita, con una cierta incomodidad en sus delicados ademanes al extender su mano caliente para saludar correctamente al hombre de brillante mirada que le regaló una media sonrisa, mostrando dos coquetos hoyuelos en aquellas mejillas blancas como las nubes de esa gloriosa mañana.

—Mucho gusto, soy Louis Tomlinson—su voz se escuchaba firme en medio de aquellos ruidos mientras un suave apretón sobre su mano lo hizo entender que aquel hombre Neoyorkino de sonrisa sincera había estrechado su mano con la suya en un saludo cordial. Podía sentir en aquel apretón de manos la firmeza de esa poderosa mano decorada con deslumbrantes anillos fríos que le provocaron un cosquilleo a sus dedos vacíos.

—El gusto es mío—su ronca voz se escucho como miles de violines en una perfecta sinfonía para sus oídos alertas como un par de conejillos, anhelando en sus más profundos pecados volver escuchar aquella melodiosa voz desafiante para sus sentidos—. Harry Styles.

Asintió, retirando su mano temblorosa de ese toque que quemaba sobre su piel sensible de forma repentina, y la poderosa mirada esmeralda de aquel hombre desconocido se posó sobre sus ojos oceánicos, observándolo con aquella sonrisa con un tinte de rebeldía al sentir que traspasaba todos sus sucias secretos, revelando que con ese simple toque, podía hacerlo perder la poca cordura que le quedaba a sus tormentosos veinticinco años.

—Me tengo que ir, tengo clase en cinco minutos. Hasta luego—murmuro, acomodando los lentes negros que se deslizaban por su respingada nariz, despidiéndose de ambos hombres con un asentimiento de cabeza, comenzando a caminar de manera rápida por los pasillos que comenzaron a quedarse abandonados por la hora próxima de clases. Apretó con su mano izquierda el maletín negro para que no resbalara de sus torpes manos, pero es tan descuidado que aquellos dos libros que usaría para la clase de ese mañana se deslizaron de su manos de mantequilla.

Princess Donde viven las historias. Descúbrelo ahora