♡ིུ Princess

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Parte dos de tres.

No recordaba haberse quedado dormido, pero parecía que solo habían pasado unos cortos minutos, si no hubiera sido por la respiraciones de su pequeño cachorro no se habría despertado.

El día anterior, el profesor Styles había acordado que hoy revisarían los exámenes en su casa, (que por cierto fue idea de Louis para estar más relajados). Le costaba aceptarlo, pero, muy en el fondo de su cabeza quería que su profesor lo tocara por primera vez.

―Hola, azul―saludaba a su pequeño cachorro, el perro dio un ladrido y movió su cola peluda hacia los lados, juguetón y con su mirada azulina lo observaba alegre.

Ese viernes entraba una hora más tarde, así que ahora tenía tiempo para comer adecuadamente y vestirse bien. Se levantó de la cama y se colocó sus pantuflas de cerdito rosas. Soltó un bostezo y se tallo sus ojos con el dorso de la mano. Azul paso por sus pies y soltó una risita por las cosquillas que le producían su pelaje blanco:—Me tengo que bañar, vamos, déjame caminar.

Cuando su perrito lo dejo en paz, se dirigió hacia su ropero, buscando que se podría poner. Se decidió por unos jeans de mezclilla claros, un suéter gris, sus vans negros y se detuvo a tomar un bóxer. Prendió la pequeña bocina de forma de corazón y coloco la canción de ''Primadonna''.

Se despojó de su pijama mientras cantaba y movía ligeramente sus caderas al ritmo de la música. Encendió la regadera y con el dedo índice tocaba el agua para su temperatura perfecta, no quería que le salieran ronchas rojas como la última vez, su piel era delicada y tenía que cuidar de ella.

―¡Louis!—el mencionado rodo sus ojos. Su madre siempre gritaba su nombre para asegurarse que su pequeño hijo estuviera despierto y alistándose para ir a la escuela.

―¡Ya me desperté, mamá!—se adentró a la regadera, dejando que el agua recorriera su delicado cuerpo con un suspiro de cansancio. No tenía ganas de ir a la escuela, quería quedarse en casa y ver aquel nuevo programa Scream queens antes de que llegara a su fin y ver finalmente quién era el diablo rojo.

—¡Te haré un licuado de fresa y unas tostadas!

El desayuno preferido de Louis.

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—¡Mamá!—un grito salió de los labios del ojiazul. Era tarde y su madre aún no terminaba de arreglarse para llevarlo a la escuela e irse después al trabajo—¡Se me hace tarde, vamos!

—Louis, espera, aún me falta maquillarme—el pequeño gimoteo molesto y miro a su madre enojado, por qué tenía que tardar tanto. «Mujeres» pensó.

—¡Me iré yo solo!—refunfuñó, con un puchero tierno y se dio vuelta con aires de diva.

Siempre era lo mismo, se tenía que ir caminando todos los días, con las calles llenas de personas que lo hacía alterarse por tanto alboroto. Tomó una paleta de cereza que había en la mesa de la cocina y salió por la parte trasera, con su mochila lila colgando de sus hombros.

Ese día no era tan frío como el anterior, pero estaba nublado y con las nubes grises como si fuera a llover de nuevo. A Louis le encantaba ese clima, lluvioso y fresco, lo hacía relajarse, pero sobre todo le encantaba oír el sonido de la lluvia chocar contra el vidrio de su ventana.

Su mente estaba tan lejos de la realidad que no se percató que estaba cruzando una calle transitada por conductores, sino hubiera sido por un clox repetido, seguramente el ojiazul habría terminado chocando con un auto. Sus piernas se habían quedado quietas en medio del cruce y solo vio el auto negro frenar de golpe. Cerró sus ojos con miedo y con un corazón acelerado, provocando que su paleta cayera al suelo.

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