Capítulo 47: Castigo

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Horas más tarde y aún un poco cansado después de quedarse despierto hasta tan tarde, Shaoran estaba en su asiento de primera clase en el avión esperando a despegar.

Le preocupaba un poco cómo le iba a explicar a su madre que se había quedado en Tomoeda "un poco más de lo debido" para pasar unos días con su novia y sus amigos.

Lo más probable era que no lo entendiera...

...

Casi cinco horas de vuelo después, y con el cabello más alborotado que nunca, el jovencito de 17 años arribó al aeropuerto de Hong Kong.

A comparación de Tomoeda, el clima en Hong Kong era cálido todo el año, sin importar que estuvieran en pleno invierno a inicios de Enero. La verdad, una de las pocas cosas que le agradaba de estar en Hong Kong era eso.

Shaoran recogió su maleta y procedió a salir de la sala de desembarque.
Solo necesitó mostrar el nombre en su pasaporte para pasar a la fila preferencial de atención, evadiendo las largas filas de turistas que arribaban a su ciudad.

Afuera del aeropuerto, una conocida limosina negra con lunas polarizadas lo estaba esperando. Lo más seguro era que su madre haya obligado a los trabajadores a esperarlo desde el día en que Wei llegó sin él.

Pobres... - pensó

El jovencito soltó un suspiro, se acomodó los botones de la camisa y caminó hacia el lujoso auto saludando a los trabajadores con una reverencia.

- Muy buenas tardes, joven Li. Adelante por favor - saludaron sus empleados cargando su maleta y abriendole la puerta para que ingrese al vehículo.

El chofer condujo el auto por más de media hora hasta llegar a la entrada de una mansión enorme, lujosísima, de color blanco en una zona algo alejada del centro de Hong Kong.
Unos guardianes abrieron las rejas de la casa haciendo una reverencia al jovencito que estaba en el interior del auto.

En la recepción de la mansión, el chico intentó tomar su maleta para subir a su dormitorio pero los trabajadores de la mansión le impidieron que lo hiciera y lo asistieron.

El castaño solo rodó los ojos.
Era increíble que lo trataran así cuando ya no era un niño pequeño y podía valerse por sí mismo.
En fin, ellos solo estaban haciendo su trabajo y Shaoran les agradeció.

Ya estaba atardeciendo y el cansancio se apoderaba de él después del largo viaje y la fiesta del día anterior en casa de Tomoyo.

Por fin se dispuso a subir las escaleras hacia su dormitorio en el segundo piso, y justo cuando creía que todo estaba tranquilo y podría descansar, oyó unos pasos...

Esos pasos que podía reconocer a kilómetros.

- ¡Shaoran!

Se escuchó una voz femenina muy seria y temperamental.

Al oírla, el jovencito se estremeció y sintió como si su cuerpo se transformara en rígido cemento.
Esa era la voz de su madre, y no sonaba para nada contenta.

Shaoran solo se atrevió a hacerle una reverencia a la mujer sin poder decir nada.
Ya tenía una idea bastante clara de lo que estaba por venir.

...

La mujer frente a Shaoran era sumamente bella aunque sin rastro alguno de dulzura en este momento.
Tenía una presencia imponente y una mirada implacable, características dignas de alguien de su posición y poderío.

El muchacho se incorporó después de hacerle una reverencia y alzó la mirada hacia ella.
Su madre lucía exactamente igual que la última vez que la vió, aunque esta vez se veía mucho más seria, incluso molesta.

Un nuevo comienzo ~ Sakura y ShaoranWhere stories live. Discover now